En las llamadas, hoy en día, las tres grandes religiones monoteístas: judíos, cristianos y musulmanes, es de ver, que cada una de ellas venera un libro sagrado, en el cual entienden sus fieles, que se encuentra recogida la palabra de Dios, inspirada por Él a los redactores de estos libros. Esta idea, es mantenida por las tres religiones, aunque sus libros sagrados sean diferentes unos de otros, sin perjuicio de que entre ellos haya notables coincidencias, en razón de las copias que sobre todo Mahoma hizo del Antiguo testamento y también de parte del Nuevo testamento cristiano. En el tema del Corán, Mahoma, que no cabe duda de que debió de ser, en el aspecto puramente humano, un hombre de características excepcionales, se siente iluminado y escribe una nueva Torá, que llama Corán; la obra sacra que cinco veces al día recitan o leen los más de mil millones de musulmanes de nuestros tiempos. El Corán es el libro sagrado del Islám, que para los musulmanes es el libro que contiene la palabra de Dios, revelada a Mahoma, quien recibió estas revelaciones por medio del ángel Gabriel. Mahoma, promueve y acaudilla la guerra santa, y promete a los caídos, el Paraíso y las huríes de Alá. El trasfondo de esta religión es puramente materialista y da satisfacción a los deseos concupiscentes del hombre, que piensa que serán realizados en él, mediante la realización real de los sensuales y desenfadados cuentos de “Las mil y una noches”. El Corán toma muchos personajes que aparecen en los libros sagrados del judaísmo y el cristianismo (Torá y Biblia) y en la literatura devota (por ejemplo, en los libros apócrifos), con muchas diferencias en detalles. Personajes bíblicos muy conocidos como Adán, Noé, Abraham, Moisés, Jesús de Nazaret y Juan Bautista aparecen mencionados como profetas islámicos. Los musulmanes dice del Corán, que es la palabra eterna e increada de Dios; por ello su transmisión debería realizarse sin el menor cambio en la lengua originaria, el árabe clásico, lengua en consecuencia considerada sagrada a todos los efectos. En el caso judío, el libro sagrado es la “Torá” en español o Toráh en hebreo, que es una palabra que significa enseñanza, o instrucción, y más específicamente ley. En su sentido más amplio se utiliza habitualmente para designar a la totalidad de la revelación y enseñanza divina al pueblo de Israel. En un sentido más restringido se refiere únicamente al texto de los cinco primeros libros de la Biblia en el Antiguo Testamento, que para nosotros los cristianos se llama Pentateuco. Estos libros son: Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio. Además de la Torá, que constituye el núcleo principal de la doctrina hebrea, los judíos reconocen también como los cristianos una gran parte de libros que para nosotros en su conjunto, constituye lo que denominamos Antiguo Testamento, que junto con el Nuevo Testamento constituyen la Biblia. Por supuesto que los judíos, no reconocen el Nuevo Testamento, que contiene la doctrina de Jesucristo en los cuatro Evangelios y la interpretación de esta doctrina por sus apóstoles en el conjunto de carta de varios de ellos. Para los cristianos, y específicamente para nosotros los católicos, la Santa Iglesia nos enseña que las verdades reveladas por Dios, que se contienen y manifiestan en las Sagrada Escrituras o Biblia, se consignaron por inspiración del Espíritu Santo. Según la fe apostólica, la Iglesia católica tiene por santos y canónicos los libros enteros del Antiguo y Nuevo Testamento con todas sus partes, porque están escritos bajo la inspiración del Espíritu Santo, y consiguientemente tienen a Dios como autor y como tales, le han sido entregados a la misma Iglesia. En la redacción de los libros sagrados, Dios eligió a hombres, que utilizó usando de sus propias facultades y medios, de forma que obrando Él en ellos y por ellos, escribieron, como verdaderos autores, de todo y sólo de lo que Él quería. Lo que los autores inspirados o hagiógrafos afirman, debe tenerse como afirmado por el Espíritu Santo, Por lo tanto, hay que confesar que los libros de las Sagradas escrituras enseñan firmemente, con fidelidad y sin error, la verdad que Dios quiso consignar en las sagradas letras para nuestra salvación. Así, pues, San Pablo nos dice: "Toda la Escritura es divinamente inspirada y útil para enseñar, para argüir, para corregir, para educar en la justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto y equipado para toda obra buena". (2Tm 3,1617). Todos los libros de las sagradas escrituras son de inspiración divina, pero existe una diferencia fundamental entre dos de los cuatro evangelios del Nuevo Testamento, y el resto de libros del Antiguo Testamento, e inclusive con las cartas apostólicas del Nuevo Testamento, los Hechos de los apóstoles y el Apocalipsis; y es que, estos además de ser de inspiración divina son también testimoniales, ya que mientras los escritores de todos los libros de las sagradas escrituras escriben, tal como ya hemos dicho, lo que viene a sus mentes por inspiración divina, en dos de los evangelios, en el de San Mateo y en el de San Juan, ambos apóstoles, escriben directamente como testigos presenciales, lo que sus oídos escucharon; las divinas palabras del Señor, que son las que ellos nos transcriben. En el caso de San Marcos y de San Lucas, aunque no tienen la categoría de apóstoles, es posible que también sus oídos oyesen más de una vez, las palabras del Señor. De otro lado en el caso de San Lucas, este dispuso del excepcional testimonio de nuestra Señora. Mi más cordial saludo lector y el deseo de que Dios te bendiga.