La barricada, esa réplica a escala del muro de Berlín, es el lugar desde el que, según asegura Pablo Iglesias, divisan el mundo el Papa y él. Ya. Y Errejón es el camarlengo de Su Santidad. En realidad, sus puntos de vista sobre el Evangelio, aunque hay cierta semejanza entre el intento de lapidación de la adúltera y el escrache a Rosa Díez, no coinciden en ningún punto. De hecho, el tictac como preludio del fin de los tiempos no tiene nada que ver con la Parusía.
Desconozco si Iglesias, al afirmar que Francisco y él coinciden en la interpretación del Evangelio, sugiere que el sumo pontífice considera que el envío masivo de obreros a la mies es un solapado apoyo al latifundismo. Lo que sé es que la casa de Santa Marta no es el círculo amén de Podemos, salvo que el dirigente de moda equipare Radio Vaticana a La Tuerka y confunda los ejercicios espirituales con el día de reflexión.