Y bien, después de conocer primero los mutuos reproches que se hacían Jesús y los fariseos (pinche aquí), luego los puntos de encuentro (pinche aquí), que también los había, y por último como termina separándoles una cuestión que es era común, la del mesianismo (pinche aquí), la pregunta que nos planteamos hoy es la siguiente: después de todo ¿están o no están los fariseos detrás de la muerte de Jesús?
 
            La respuesta se presenta clara en cualquiera de los evangelios al que nos dirijamos: sí; sin lugar a dudas, sí. En Juan el momento en el que los fariseos deciden resueltamente que es necesario eliminar al maestro galileo de la escena es muy tardío y data de los últimos días de Jesús. El Galileo acaba de resucitar a su amigo Lázaro muy cerca de la Pascua y muy cerca de Jerusalén, y ello, como es fácil de imaginar, provoca un aumento importante de sus adeptos:
 
            “Entonces los sumos sacerdotes y los fariseos convocaron consejo y decían: «¿Qué hacemos? Porque este hombre realiza muchos signos. Si le dejamos que siga así, todos creerán en él y vendrán los romanos y destruirán nuestro Lugar Santo y nuestra nación.» Pero uno de ellos, Caifás, que era el sumo sacerdote de aquel año, les dijo: «Vosotros no sabéis nada, ni caéis en la cuenta que os conviene que muera uno solo por el pueblo y no perezca toda la nación.» Esto no lo dijo por su propia cuenta, sino que, como era sumo sacerdote aquel año, profetizó que Jesús iba a morir por la nación - y no sólo por la nación, sino también para reunir en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos. Desde este día, decidieron darle muerte” (Jn. 11, 47-53).
 
            En los sinópticos, ese momento es bastante anterior, y data de la primera discusión que Jesús y fariseos mantienen sobre la observancia del sábado, en los albores del ministerio de Jesús:
 
            “Pero los fariseos, en cuanto salieron, se confabularon contra él para eliminarle” (Mt. 12, 114).
 
            A partir de ese momento la persecución no conoce fin:
 
            “Cuando salió de allí, comenzaron los escribas y fariseos a acosarle implacablemente y hacerle hablar de muchas cosas, buscando con insidias, cazar alguna palabra de su boca” (Lc. 11, 53-54).
 
            Marcos va un paso más allá y nos habla de una confabulación aún más extensa, un tanto extraña a decir verdad, de la que forma parte un segundo grupo:
 
            “En cuanto salieron los fariseos, se confabularon con los herodianos contra él para ver cómo eliminarle” (Mc. 3, 6).
 
            En lo que se refiere propiamente a la detención de Jesús, la responsabilidad de los fariseos sigue apareciendo muy clara en Juan:
 
            “Judas pues, llega allí con la cohorte [guardia romana] y los guardias enviados por los sumos sacerdotes y fariseos” (Jn. 18, 3).
 
            No así en los sinópticos, ninguno de los cuales se refiere en cambio a una participación farisea en el comando que detiene al profeta de Nazareth.
 
            Determinado el grado de responsabilidad de los fariseos en la persecución y detención de Jesús, queda aún una pregunta en el tintero: ¿participaron de manera efectiva y directa también en el juicio y condena que se le siguió en el sanedrín? Los evangelios, ninguno de los cuatro, menciona explícitamente la participación de fariseos en dicho juicio, lo que exculparía al grupo, al menos en lo relativo a la sentencia, de la muerte de Jesús. No debemos olvidar sin embargo, que uno de los tres estamentos representados en el sanedrín, junto con el de los sumos sacerdotes y el de los ancianos, es el de los escribas de la ley, y en segmento tal, la presencia farisea debía de ser efectivamente grande. Bastante más de una docena de veces se utiliza en el Evangelio la locución “escribas y fariseos” identificando a unos y otros; el propio Jesús en persona se refiere a los fariseos junto con los escribas con bastante frecuencia, identificación que permite sospechar que no menos de un tercio, probablemente más –no desde luego el sumo sacerdote, de ideología aparentemente saducea-, de los componentes del tribunal judío que juzgó a Jesús eran de adscripción farisea.
 
            Mateo por último (y sólo Mateo), registra una última intervención farisea en todo el proceso de persecución de Jesús que concluye con su condena y crucifixión. Es la siguiente:
 
            “Al otro día, el siguiente a la Preparación, los sumos sacerdotes y los fariseos se reunieron ante Pilato y le dijeron: «Señor, recordamos que ese impostor dijo cuando aún vivía: `A los tres días resucitaré.' Manda, pues, que quede asegurado el sepulcro hasta el tercer día, no sea que vengan sus discípulos, lo roben y digan luego al pueblo: `Resucitó de entre los muertos', y la última impostura sea peor que la primera.»” (Mt. 27, 62-64).
 
            Y sin más por el momento, me despido de Vds., no sin dejarles hoy un aviso. El Grupo Ecos al que pertenezco interpretará la próxima semana una obra titulada “Un Auto Sacramental del siglo 21”, escrita por un tal Luis Antequera, no sé si les sonará a Vds.. Las representaciones por el momento son dos:
 
            - Jueves, 26 de febrero: iglesia de San Bonifacio, C/Bremen, 2. Parque de las Avenidas. Madrid. Hora: 20:00 hs..
            - Viernes, 27 de febrero: iglesia de Santa Teresa y Santa Isabel. Plaza Pintor Sorolla, 2. Madrid. Hora: 20:45 hs.. (En el marco del Festival de Arte Sacro de Madrid)
 
            La entrada es libre y gratuita, diría que “hasta completar aforo”, ojalá que lo consigamos. ¿Me ayudan Vds.? Tenemos quinientas plazas que ocupar cada día.

 
            Será un placer verles por ahí. Y ahora sí me despido, deseándoles, como siempre, que hagan Vds. mucho bien y no reciban menos.

 
            ©L.A.
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