La Iglesia se nos incendia por los cuatro costados:
Alemania y Austria se revelan contra Roma por su regreso al pasado,
los teólogos mal autoproclamados “modernos” dicen que rechazan el camino tomado por el Papa últimamente, los teólogos de la liberación alzan su palabra, siempre contraria a todo, y hasta los ateos, bastante inseguros de lo que “descreen”, necesitan llevar a la calle sus inquietudes. ¿Y qué hacemos nosotros? Solo he citado unos cuantos ecos que he leído durante el día de hoy en nuestro amplio espectro periodístico español. Y reitero: ¿y nosotros qué? Pues lo que observo últimamente es un número creciente de católicos comprometidos con el Señor en la evangelización del mundo. Y esto me hace pensar lo maravillosos que son los medios de comunicación, intentando hurgar en las supuestas heridas de la Iglesia. El Señor lo utiliza todo para bien de sus hijos. Si hemos pasado una próspera y desidiosa época en la que nuestro catolicismo rumiaba aburrimiento y una falta de compromiso casi total con nuestro motivo de existencia, desde hace escasas fechas nos implicamos en seguir a Cristo, en imitarle como hacían los primeros cristianos. Esta tarde me ha leído mi mujer una frase, que creo imprescindible para nuestro caminar cristiano: “
colaborando el Señor con ellos y confirmando la Palabra con signos que la acompañaban”. Cristo resucitó y está aquí, a mi lado, escribiendo este post. Y si no fuera así, yo no tendría la fuerza suficiente para hacerlo. Las personas que no conocen a Cristo necesitan que se lo presentemos, y para eso no hay nada mejor que tener a Jesús de Nazaret a mi lado. Luego, ya veremos sus signos, que no nuestros. Los católicos ya disfrutamos, un ratito cada día, de lo que Cristo nos habló durante toda su vida. Cada vez que celebramos la Eucaristía vivimos “
el Cielo en la tierra”. ¿Nos lo vamos a callar? Ha habido muchos momentos en mi vida en los que salía de misa sin ninguna transformación, pero eso no es así. El Señor quiere que me deje transformar por Él para que proclame a mi mujer y mis hijos que Dios es Amor, que dé testimonio en la oficina, en las situaciones y ante las personas que Él pone en mi vida. He leído unas palabras de un presunto humorista español que dicen “
cuando mienten en …… les condena Dios …… y les perdona Rouco Varela”. Cuando se hacen estas afirmaciones, normalmente es por falta de un encuentro personal con Cristo. Los supuestos ateos piensan en un Dios castigador y no hay nada menos cierto. Cuando miento me condeno yo solo, no viene Dios a decirme nada. Y el que borra mi culpa es Dios, no el sacerdote con el que recibo el Sacramento del Perdón. La persona referida no lo sabe, pero quiere encontrarse con Cristo. Y a lo mejor soy yo el que me cruzo con él, el que puedo dar testimonio ante él.
Solo tengo que dejarme llenar por el Señor, y estar atento al mundo.
Eduardo Palanca