Hoy que tanto se habla del Secretario de Estado del Vaticano, el cardenal Tarcisio Bertone, tomo de Alfa y Omega una entrevista con el cardenal Javier Lozano Barragán, Presidente del Consejo Pontificio para la Pastoral de la Salud. Algo así como el ministro de Sanidad de la Santa Sede: «Sorprende este encarnizamiento contra la Iglesia en España» Mexicano y miembro de la Curia Romana desde 1996, el Presidente del Consejo Pontificio para la Salud tiene una visión privilegiada para analizar las polémicas que sacuden a nuestro país, como el aborto, la eutanasia o los llamados bebés-medicamento El Gobierno español prepara una ley del aborto para hacerlo prácticamente libre. ¿Qué ha de hacer la Iglesia ante tal legislación? El papel de la Iglesia es ser la conciencia de la Humanidad. La conciencia cristiana está forjada por los Diez Mandamientos, y el quinto dice No matarás. Por eso decimos Sí a la vida y No a la muerte. Aquí se trata de matar y decimos No. Con el aborto no hay medias tintas, o se está vivo o se está muerto. El Estado tiene como función garantizar el bien común de todos los seres humanos, y como matar no es el bien común, no tiene competencia para decir que el aborto es libre, como tampoco la tiene para decir que es libre matar al primero que te encuentres por la calle. . Pero hay quien dice que la Iglesia no puede hablar de política... En realidad hay un anticuerpo antieclesial en casi todos los medios de comunicación y en muchas políticas del mundo. Es un prejuicio que se debe a intereses contrarios a la vida. Son pequeños grupos con intereses comerciales y de poder, que gozan a veces de aceptación social, porque hay personas que confunden el bienestar económico con la felicidad. Nosotros seguiremos llamando a las cosas por su nombre, y diciendo Sí a la vida y No a la muerte, porque ahí está la redención. La Iglesia no somos un grupo de fantoches con ropajes especiales, sino testigos de la Resurrección, enviados por nuestro Señor para decir al mundo que la muerte no es lo último, sino la etapa de maduración para la Vida plena. Eso sí, como dice el refrán, el que quiera azul celeste, que le cueste. Y el costo es la fe, la esperanza y el amor. Si estás dispuesto a pagarlo, serás feliz. Si no, es tu decisión. Nosotros, como dice la Escritura, tenemos la obligación de ladrar, porque si no, seremos perros mudos, que no sirven para nada. Un dato curioso: los defensores del aborto han jaleado la existencia de los llamados bebé-medicamento... Conozco lo que ocurrió en España. Imagine que a usted le dicen: Permítame hacerle pedacitos, porque vamos a poner una tienda de repuestos humanos: le sacamos los ojos, la nariz, y así con todo el cuerpo, para ayudar a quien le falte esa pieza. Pues esto es lo mismo. Un bebé-probeta, de por sí, es una anomalía: la vida humana es fruto de una donación amorosa mutua. Si no, no es humana. En el laboratorio se producen objetos, en la familia se engendra personas. Y tratar a una persona como un objeto es hacerle la mayor ofensa posible. Realizar un período de gestación en un laboratorio es quitar, desde el origen, la relación neuronal entre padres e hijo. En México decimos: Árbol que crece torcido, jamás la rama endereza. Y así, estos humanos crecen torcidos y jamás enderezarán la rama. Las propuestas legislativas de España, Chile o Ecuador, ¿son parte de una maniobra internacional contra la vida? Sí, y aunque lo que se hace en España tiene reflejo en toda Hispanoamérica, no es España el origen de esta maniobra, sino la ONU. Allí hay lobbies de grandes corporaciones y ONG que, con la ayuda de países de Europa, compran los votos a los países pobres para aprobar ciertas legislaciones. A los países africanos se los compran literalmente; e incluso a algunos países europeos se les dice: Tú Polonia, tú Lituania, tú Albania, ¿quieres entrar en la UE? Pues tu entrada te cuesta votar a favor del aborto, de la eutanasia, etc.; o si no, no te admitimos. Es un club de la muerte que quiere emplear cada vez más asesinos para sí. Ante semejantes acometidas contra la vida, ¿qué salidas existen? Una visión meramente humana diría que no hay remedio. Pero, con una respuesta cristiana, podemos decir que ahora nos encontramos con capacidad para entender la Redención. ¿Por qué Dios mandó a su Hijo? Porque nosotros no podíamos resolver el problema. Éste que vivimos es el pecado del mundo, y ni tú ni yo lo podemos quitar. Sólo puede hacerlo la omnipotencia de Dios, que se llama Jesucristo. Sólo quien cree en Jesucristo y se une a Él, vence. Nuestra victoria es la fe que vence al mundo: el Señor resucitado. Saquémoslo de la sacristía y pongámoslo en el debate político, en la crisis bursátil, en el laboratorio, en el mapa del genoma... No seamos tontamente vergonzosos de pensar que tenemos un Dios de alfeñique. Tenemos un Dios omnipotente. Si sabemos llevar este mensaje sin vergüenza, con valentía y en la práctica, venceremos. Si no lo hacemos, estamos muertos. ¿Cómo se ve a España desde Roma y desde Hispanoamérica? Conozco bien España, y sé que es un país muy singular, en el que todo el mundo van detrás de los curas: unos con un garrote y otros con una vela y un rosario. Para mí es una sorpresa este encarnizamiento contra la Iglesia. José Antonio Méndez