Nadie en su sano juicio pide intercalar un concurso de petanca en la última jugada de la Super Bowl o debatir la ponencia marco de Unión Progreso y Democracia en la asamblea del círculo Podemos Anchuelo. Sin embargo, descristianizar lo más sagrado le parece a muchos de lo más normal. A quien así lo crea de buena fe habrá que informarle de que si la Iglesia deja que suene Beyoncé terminan los amigos del novio cortándole las ligas a la chica en pleno presbiterio. Si el laicismo convierte el templo en franquicia de Pachá lo siguiente será impartir a los Seises cursos de lambada para que amenicen con más ritmo el enlace. O, si uno de los contrayentes es griego, pedir que las arras salgan del euro.