Así estamos muchos católicos últimamente. Nos dedicamos a quejarnos de todo, siempre a la contra. No hay más que abrir cualquier página de información católica (en particular, la nuestra es casi la que menos) para ver un lloro constante. Y mira que nuestro blog también denuncia mucho, pero ya está bien. Lo que tenemos que hacer es dejarnos de tonterías y proclamar que Cristo es el Señor de mi vida, que gracias a Él estoy aquí, y el resto es superfluo. Por supuesto que hay que denunciar al mundo lo que está mal, pero de ahí a poner el grito en el cielo por la publicidad atea en los autobuses, que si el Gobierno o tal partido intenta fastidiarnos, que los medios contrarios se inventan todo,…. ya sabemos todo eso, y nos duele mucho, pero, aunque haya que decirlo, siempre hay que hacerlo desde Cristo y por Cristo. Publicidad de ateos: es una oportunidad perfecta para hablar de Jesucristo. Es Él el que nos lo pone en bandeja: nos dice que los ateos no lo tienen claro y quiere que les demos testimonio, no pataleando precisamente. División de los Obispos: otra oportunidad. Los que formamos la iglesia y la conocemos, sabemos que es todo mentira. Pero no basta con saberlo, también nosotros tenemos que estar unidos con el resto de la Iglesia. Nos intentan desestabilizar porque saben que nosotros somos los primeros que rompemos la comunión muchas veces con la parroquia de al lado o el otro movimiento. Cada momento que pasa, tres católicos menos en España: a mí no me preocupa. Más bien me hace sentir la responsabilidad de hablar más del Señor, de todas las formas posibles que me ponga Cristo en el corazón. Mega-crisis: si está claro que la avaricia ha roto el saco, pero más que atacar a la sociedad, lo que el Señor me está diciendo es que, muchas veces, yo he sido y soy avaricioso, no solo “ellos”. Con esto no quiero decir que no haya que combatir las injusticias con todas nuestras fuerzas; lo que aseguro es que, aparte de esto, el Señor me quiere a mí, y desea que me deje llenar por Él, para proclamar al mundo que CRISTO ES SEÑOR, a tiempo y a destiempo. Como rezábamos en el himno de laudes esta mañana, Tú que diste vista al ciego y a Nicodemo también, filtra en mis secas pupilas dos gotas frescas de fe. Amén. Para que el mundo crea. Eduardo Palanca