A esto le llama inquisición laica el secretario general de la Conferencia Episcopal, Gil Tamayo, quien se queja de la leyenda negra que asocia el catolicismo la bronca, como si la Salve se rezara acompañada de la banda sonora de María la Portuguesa. Nada más lejos de la realidad. De las misas dominicales no salen los fieles con ganas de conquistar los Países bajos, pero la inquisición laica debe de creer que los sermones son arengas envueltas en el papel celofán de la piedad. Debe de creer también que si Jesús eligiera con más acierto a sus pastores tendría mejor prensa entre el laicismo. En lo que se nota que el laicismo desconoce que los apóstoles no eran sus asesores de imagen ni Pedro su jefe de gabinete.