En Solo ante el peligro el verdadero protagonista no es Gary Cooper, aunque borda el titubeo, sino el reloj de pared, cuyo minutero le roba el plano al actor hasta el punto de que desazona más que la mirada del sheriff. Esto es así porque las manecillas interpretan a la vez el papel de Frank Miller y el del miedo del pueblo, condensado en la nuez de Cooper, cierto, pero sobre todo en la llegada del mediodía.
Desde esta película el reloj es una obvia metáfora de la muerte, sea la de un hombre, sea la de una época. Lo ha dejado Pablo Iglesias, el líder de Podemos, en su reciente mitin de Valencia, al utilizar el tictac como onomatopeya final, como canto del cisne de Rajoy, al que ha aclarado que, tras el triunfo de Syriza en Grecia, llega a España un tiempo nuevo, que es otro modo de anunciar que en España empieza a amanecer.
¿Dónde he oído yo esto antes? Puede que en la OJE. No sé. Lo que sí sé es que el tictac de Iglesias no sonó a bomba de relojería, pero sí a advertencia. Más que nada por el tono escogido, un tono de ahora verás, y por la cara escogida, una cara, no ya de pocos amigos, sino de Capuleto contra Montesco, con España en el papel de Julieta.
Es una lástima que Lorenzo Milá, enviado especial a Atenas, no vea en Grecia lo que yo veo en España. Milá eludió adjetivar a Syriza cuando explicó que por primera vez había ganado en la Unión Europea un partido extremista. Aunque a Tsipras sólo le ha faltado prometer pagar la luna de miel a las familias monoparentales, el hermano de Mercedes no utilizó el termino populista para definirle. Ni tampoco radical o ultra, adjetivos que encajan con la formación. En esto siguió el guión del buen periodista de progreso, que establece que si el matón es de izquierdas hay que llamarlo combatiente.