De este modo escribía y firmaba el sacerdote don Rafael Valdivia Castro, quien estudió en el Seminario diocesano y en Granada, siendo ordenado sacerdote durante la década de los años cuarenta.

Anduvo en la parroquia de Baños de la Encina, Porcuna, y San Juan y San Pedro, de Jaén. Cuando se jubiló estuvo como adscrito a la parroquia de San Ildefonso, de la misma ciudad.

En Jaén, dentro del obispado, era el archivero de la curia diocesana. Todo su tiempo libre lo invertía en la poesía, siendo miembro del grupo Claustro Poético, formado por diversos vates locales y provinciales.

El buen amigo don Rafael Valdivia no se daba importancia en el campo de la poesía, pero era un hombre de fina sensibilidad y muy observador; más tarde en la soledad componía sus poemas que eran muy apreciados por amigos y lectores, entre los que siempre me encontré.

El Señor lo llamó un día a su Casa, donde le deseó esté descansando eternamente.

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La Religión de la Comunicación incomunicada en España

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Tomás de la Torre Lendínez