San José, el santo silencioso
Poco ruido hace José en la vida de Jesús. Pero fue clave para su entrada en la historia humana. Era un enamorado puro y limpio de María. Trabajador a conciencia. Prudente, silencioso, orante, sacrificado… Si contemplamos la historia del Nacimiento del Señor vemos a José, junto a María, cumplir con sus obligaciones cívicas y religiosas, afrontar el sufrimiento que esto iba a suponer, y hacer todo lo necesario para seguir el plan de Dios. Podemos contemplar con verdadero asombro aquellas largas caminatas por caminos agrestes y desérticos. La huida a Egipto fue una proeza, una verdadera aventura hacia lo desconocido. Pero Dios se lo indicó y el no rechistó. Estaba en juego la vida del Niño, y esto etra demasiado serio como para no perder tiempo pensando en los inconvenientes. Hay que hacerlo, y se hace. Esa debe ser la actitud de un cristiano. Hoy también hay que defender al Señor de todos los detractores, blasfemos y apostatas. Aprendemos de José.
Un santo que amaba mucho a San José fue San Josemaría Escriba de Balaguer. Recogemos aquí algunas citas de sus obras. Nos pueden ayudar para meditar.
Maestro de vida interior, trabajador empeñado en su tarea, servidor fiel de Dios en relación continua con Jesús: éste es José. Ite ad Ioseph. Con San José, el cristiano aprende lo que es ser de Dios y estar plenamente entre los hombres, santificando el mundo. Tratad a José y encontraréis a Jesús. Tratad a José y encontraréis a María, que llenó siempre de paz el amable taller de Nazaret.
Es Cristo que pasa, 56
Fe, amor, esperanza: estos son los ejes de la vida de San José y los de toda vida cristiana. La entrega de San José aparece tejida de ese entrecruzarse de amor fiel, de fe amorosa, de esperanza confiada. Su fiesta es, por eso, un buen momento para que todos renovemos nuestra entrega a la vocación de cristianos, que a cada uno de nosotros ha concedido el Señor.
Es Cristo que pasa, 43
Se merece tu cariño
Quiere mucho a San José, quiérele con toda tu alma, porque es la persona que, con Jesús, más ha amado a Santa María y el que más ha tratado a Dios: el que más le ha amado, después de nuestra Madre.
—Se merece tu cariño, y te conviene tratarle, porque es Maestro de vida interior, y puede mucho ante el Señor y ante la Madre de Dios.
Forja, 554
Mira cuántos motivos para venerar a San José y para aprender de su vida: fue un varón fuerte en la fe...; sacó adelante a su familia —a Jesús y a María—, con su trabajo esforzado...; guardó la pureza de la Virgen, que era su Esposa...; y respetó —¡amó!— la libertad de Dios, que hizo la elección, no sólo de la Virgen como Madre, sino también de él como Esposo de Santa María.
Forja, 552
Padre y Señor
San José es realmente Padre y Señor, que protege y acompaña en su camino terreno a quienes le veneran, como protegió y acompañó a Jesús mientras crecía y se hacía hombre. Tratándole se descubre que el Santo Patriarca es, además, Maestro de vida interior: porque nos enseña a conocer a Jesús, a convivir con El, a sabernos parte de la familia de Dios. San José nos da esas lecciones siendo, como fue, un hombre corriente, un padre de familia, un trabajador que se ganaba la vida con el esfuerzo de sus manos. Y ese hecho tiene también, para nosotros, un significado que es motivo de reflexión y de alegría.
Es Cristo que pasa, 39
San José, Padre de Cristo, es también tu Padre y tu Señor. —Acude a él.
Camino, 559
San José, Padre y Señor nuestro, castísimo, limpísimo, que has merecido llevar a Jesús Niño en tus brazos, y lavarle y abrazarle: enséñanos a tratar a nuestro Dios, a ser limpios, dignos de ser otros Cristos.
Y ayúdanos a hacer y a enseñar, como Cristo, los caminos divinos —ocultos y luminosos—, diciendo a los hombres que pueden, en la tierra, tener de continuo una eficacia espiritual extraordinaria.
Forja, 553