Madrid está llena de vallas en las que Cristiano proclama
el título de este post. Falso, totalmente falso, por lo menos en mi caso. Lo afirmo sin conocer ninguna de sus expectativas. Aún así, estoy seguro que mis expectativas son, como mínimo, similares a las suyas. Lo siento por
Nike. Según el diccionario, expectativa significa “esperanza o posibilidad de conseguir una cosa”. Cristiano tiene esperanza de conseguir muchas cosas que yo nunca alcanzaré ni en pintura: podrá jugar al fútbol (soy demasiado malo), en el Real Madrid (yo tendría que hacerlo en el equipo de veteranos, y de otro deporte), ganará más euros en un año que yo en toda mi vida (a no ser que me toque la loto), y un innumerable cúmulo de expectativas. Todo esto es cierto, pero más cierto es que mis esperanzas son Esperanza, que es mucho mayor que cualquier expectativa. Yo espero la vida eterna y eso es la expectativa más alta que pueda tener cualquier persona. Sin nuestra Esperanza, es verdad que las expectativas de Cristiano serían mayores que las mías en muchos casos; si yo solo pretendiera ser famoso, jugar al deporte rey, que todo el mundo me aplaudiera y ganar pasta, odiaría ese anuncio que me diría una verdad de las que duelen. Pero la Esperanza que el Señor me regala me hace tener claro que el anuncio no se cumple, y que si alguien se siente mal al leerlo (sentirse mal = pensar “pero qué borde y chulo es; del Madrid tenía que ser”), solo tiene que acercarse a Cristo para ser realmente feliz. Si nos encontramos con Cristo y le decimos SÍ, seremos como
el guerrero Guinomai al que canta Dani Pajuelo. Tendremos verdadera Esperanza de ser hijos de Dios.
Eduardo Palanca