Así era y es la parroquia del Salvador de Baeza. A ella llegó como párroco en septiembre de 1968 don Francisco Jiménez Moya, procedente de la localidad de Villardompardo.

Este sacerdote era natural de Jaén, estudió en el Seminario Diocesano, siendo ordenado en la misma Capilla Mayor de la casa.

Al llegar a Baeza, la iglesia del Salvador estaba amenazada de ruina inminente. Don Francisco junto Roma con Santiago se plantó a reconstruir, reparar, adecentar el inmenso arte que alberga el edificio eclesial. Lo consiguió y lo terminó en el año 1974. El dinero salió de la Dirección General de Bellas Artes. El arquitecto era un granadino de buena ley que hizo buena amistad con aquel cura trabajador por su parroquia, donde levantó, también, una casa parroquial para él y su madre.



Así está el interior del templo baezano del Salvador, una de las iglesias más bellas de la provincia de Jaén, tras las enormes obras que hubo que realizar.

Aquel cura, don Francisco, reconstructor y amante del arte, lo consiguió para gloria de la historia del arte local y diocesano.

Descanse en paz don Francisco, buen cura y excelente amigo de sus amigos.

Tomás de la Torre Lendínez