Willem Holtrop, dibujante de
Charlie Hebdo, al que la providencia, -que se llame Dios, que se llame ángel de la guarda, que se llame fortuna, que se llame destino -, salvó de la escabechina del pasado miércoles por no hallarse en la redacción en el momento en el que entraron los
hidepú de los
hermanitos Kouachi, ha declarado que
“vomita sobre toda esta gente que ahora dice que son nuestros amigos”, citando a algunos en concreto pero refiriéndose, sin duda, a todos cuantos expresando nuestra solidaridad sin fisuras con las víctimas de la tragedia hasta el extremo de hacer nuestro el lema
“Yo soy Charlie” por las razones que expliqué ayer -
pinche aquí si desea conocerlas-, no por ello dejamos de desaprobar algunas de las realizaciones producidas desde el medio al que pertenece el
Sr. Holtrop.
Alguno de los comentaristas del artículo que colgué ayer –a todos los cuales por cierto estoy muy agradecido porque todos se expresaron con gran honestidad y con mucha brillantez- pensó que la afirmación de
M. Holtrop invalidaba todo lo afirmado en el mismo.
En modo alguno: ninguna de las razones que me impulsaron a afirmar ayer que
“yo también soy Charlie”, –le invito a releerlas para comprobarlo- tiene nada que ver con que a los supervivientes de
Charlie les guste o no verse apoyados por un tipo como yo o como cualquier otro, y no pretenden ganarse ni su benevolencia, ni su complicidad, ni su cariño, y por eso mismo, incluso después de lo afirmado por
M. Holtrop, todas ellas me permiten reafirmarme una vez más hoy en que
“yo también soy Charlie”.
Porque tienen que ver con el modo en que me he sentido agredido, atacado yo mismo, por los canallas que masacraron a los periodistas de Charlie Hebdo, y no soy tan necio como para cerrar los ojos a la penosa realidad de que los trabajadores del semanario francés fueron y son simplemente una excusa, un medio, para amedrentarnos a todos, también a los que no se sienten Charlie, en lo que constituye un intento que no es el primero (ni seguramente será el último, por desgracia) de dinamitar la sociedad libre producto de la sabia evolución del humanismo cristiano en la que yo creo, y por la que desde mi pequeño cuarto a la luz del sol, trabajo cada día como hacen también tantos de Vds..
Como quiera que sea, desde hoy me cuelgo una nueva escarapela (a este paso no me van a quedar ojales en la chaqueta):
“A mí también me vomitó Holtrop”. Pero no se engañe Vd.,
Monsieur Holtrop, que por mucho que no le agraden determinadas personas entre las cuales me honro en militar, y le guste a Vd. o no le guste, en las presentes circunstancias
“yo sigo siendo Charlie”.
Y sin más por hoy, queridos amigos, me despido una vez más deseándoles a todos que hagan mucho bien y que no reciban menos. También al desagradable, y lo que es peor, desagradecido,
Sr. Holtrop.
©L.A.
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