PRESENTACION
Juan de Jerusalén, cuyo nombre era Jean d’Avallon, nació cerca de Vezelay, Francia, el año 1042 y fue miembro de la Orden de los Caballeros del Temple. Escribió en el año 1118 un libro de profecías al que tituló ‘El Protocolo secreto de las Profecías’ y falleció poco después, en 1119, a la edad de 77 años.
En un manuscrito anónimo descubierto en Zagorsk, cerca de Moscú, y que data del siglo XIV, califica a Juan de Jerusalén de prudente entre los prudentes, santo entre los santos y que sabía leer y escuchar el cielo. También señala que Juan solía retirarse frecuentemente al desierto para rezar y meditar, y que estaba en la frontera entre la Tierra y el cielo.
Estas profecías estuvieron ocultas durante muchos años, hasta que en el transcurso de la 2da Guerra Mundial, en 1941, fueron halladas por la S.S. en una sinagoga de Varsovia; luego de la caída de la Alemania nazi, desaparecieron nuevamente, hasta que fueron descubiertas en años recientes en los archivos secretos de la KG B soviética, según afirman algunos investigadores.
Las profecías parecen escritas específicamente para el fin de un milenio, como si éste fuera el tiempo en que deben darse a conocer. Todas ellas comienzan con la frase: “Cuando empiece el año mil que sigue al año mil...’. A pesar de su descarnada crudeza, son de una gran belleza poética, lo cual las hace diferentes a otros textos proféticos.
LA PROFECIA
Juan de Jerusalén escribió hace casi mil años:
‘Veo y conozco. Mis ojos descubren en el cielo lo que será, y atravieso el tiempo de un solo paso. Una mano me guía hacia lo que ni veis ni conocéis. Veo y conozco lo que será. Soy el escriba’.
Cuando empiece el año mil que sigue al año mil..... El hambre oprime el vientre de tantos hombres y el frío aterirá tantas manos, que estos querrán ver otro mundo. Y vendrán mercaderes de ilusiones que ofrecerán el veneno... Pero este destruirá los cuerpos y pudrirá las almas; y aquellos que hayan mezclado el veneno con su sangre serán como bestias salvajes caídas en una trampa, y matarán, y violarán, y despojarán, y robarán; y la vida será un Apocalipsis cotidiano.
Cuando empiece el año mil que sigue al año mil… El padre buscará el placer en su hija; el hombre en el hombre; el viejo en el niño impúber, y eso será a los ojos de todos... Pero la sangre se hará impura; el mal se extenderá de lecho en lecho, el cuerpo acogerá todas las podredumbres de la tierra, los rostros serán consumidos, los miembros descarnados... el amor será una peligrosa amenaza para aquellos que se conozcan solo por la carne.
Cuando empiece el año mil que sigue al año mil..... Todos sabrán lo que ocurre en todos los lugares de la tierra. Se verá al niño cuyos huesos están marcados en la piel y al que tiene los ojos cubiertos de moscas y al que se da caza como a las ratas. Pero el hombre que lo vea volverá la cabeza, pues no se preocupará sino de sí mismo; dará un puñado de granos como limosna, mientras él dormirá sobre sacos llenos. Y lo que dé con una mano lo recogerá con la otra. Cuando empiece el año mil que sigue al año mil..... El hombre comerciará con todo; todas las cosas tendrán precio; el árbol, el agua y el animal. Nada más será realmente dado, y todo será vendido.
Cuando empiece el año mil que sigue al año mil... Los hombres ya no confiarán en la ley de Dios, sino que querrán guiar su vida como a una montura; querrán elegir a los hijos en el vientre de sus mujeres y matarán a aquellos que no deseen. Pero, ¿qué será de estos hombres que se creen Dios?
Cuando empiece el año mil que sigue al año mil..... El hombre habrá cambiado la faz de la tierra; se proclamará el señor y el soberano de los bosques y las manadas. Habrá surcado el sol y el cielo y trazado caminos en los ríos y en los mares. Pero la tierra estará desnuda y será estéril. El aire quemará y el agua será fétida. La vida se marchitará porque el hombre agotará las riquezas del mundo. Y el hombre estará solo como un lobo, en el odio a sí mismo. Los poderosos se apropiarán de las mejores tierras y las mujeres más bellas; los pobres y los débiles serán ganado, los poblados se convertirán en plazas fuertes; el miedo invadirá los corazones como un veneno.
Cuando empiece el año mil que sigue al año mil….. Las enfermedades del agua, del cielo y de la tierra atacarán al hombre y le amenazarán; querrá hacer renacer lo que ha destruido y proteger su entorno; tendrá miedo de los días futuros. Pero será demasiado tarde; el desierto devorará la tierra y el agua será cada vez más profunda, y en algunos días se desbordará llevándose todo por delante como en un diluvio, y al día siguiente la tierra carecerá de ella y el aire consumirá los cuerpos de los más débiles.
Cuando empiece el año mil que sigue al año mil..... La tierra temblará en muchos lugares y las ciudades se hundirán; todo lo que se haya construido sin escuchar a los sabios será amenazado y destruido; el lodo inundará los pueblos y el suelo se abrirá bajo los palacios. El hombre se obstinará porque el orgullo es su locura; no escuchará las advertencias repetidas de la tierra, pero el incendio destruirá las nuevas Romas y, entre los escombros acumulados, los pobres y los bárbaros, a pesar de las legiones, saquearán las riquezas abandonadas...
Cuando empiece el año mil que sigue al año mil..... El sol quemará la tierra; el aire ya no será el velo que protege del fuego, no será más que una cortina agujereada, y la luz ardiente consumirá las pieles y los ojos. El mar se alzará como agua enfurecida; las ciudades y las riberas quedarán inundadas y continentes enteros desaparecerán; los hombres se refugiarán en las alturas y, olvidando lo ocurrido, iniciarán la reconstrucción.
Llegados plenamente al año mil que sigue al año mil….. El hombre conocerá un segundo nacimiento; el espíritu se apoderará de las gentes, que comulgarán en fraternidad; entonces se anunciará el fin de los tiempos bárbaros. Será el triunfo de un nuevo vigor de la fe; después de los días negros del inicio del año mil que viene después del año mil, empezarán los días felices; el hombre reencontrará el camino de los hombres y la Tierra será ordenada...
CONCLUSION
El año mil que sigue al año 1000 es, lógicamente, el 2000. Algunas de estas profecías dan la impresión de que se empiezan a cumplir. Esperemos que no tarde en producirse la profecía de que la humanidad vivirá feliz en fraternidad.