La
Virgen María es, como vamos a ver, un personaje muy bienquisto al
Corán, sobre el que, podríamos decir sin temor a equivocarnos, éste derrocha cariño.
María es mencionada en el
Corán hasta en treinta y tres ocasiones diferentes, nueve veces más que su propio hijo
Jesús (
pinche aquí para conocer mejor el tema). A mayor abundamiento, su nombre da título en el Corán a una azora, la número 19, lo que ni siquiera ocurre con
Jesús. Muchas veces, estas treinta y tres, si las comparamos con las que la figura de la madre de
Jesús es mencionada por su nombre en los evangelios, a saber, doce en el de
Lucas, cuatro en el de
Mateo, y sólo una en el de
Marcos. Esto por lo que respecta a los Sinópticos. El caso del
Evangelio de Juan es singular. Juan, el más original de los evangelistas, contiene dos referencias a la madre de Jesús que ningún otro evangelista recoge: las bodas de Caná y su presencia al pie de la cruz cuando su hijo agoniza. Pues bien, este
Juan que parece haber estado tan cerca de la madre de
Jesús, tan cerca que, en los estertores de su propia muerte,
Jesús lo convierte en hijo de su propia madre, y de tal guisa en guardián y protector de ella, (cfr. Jn. 19, 27), no la menciona en todo su evangelio ni una sola vez por su nombre, sino que se refiere siempre a ella como
“la madre de Jesús”. En resumen, si el nombre de
María es citado en el
Corán treinta y tres veces y en los cuatro evangelios sólo diecisiete (doce veces Lucas, cuatro Mateo y una Marcos), quiere ello decir que
María es citada por su nombre dieciséis veces más, el doble prácticamente, en el Corán que en todos los evangelios juntos.
Tan significativa presencia de
María ha de ser, sin embargo, matizada.
María, como personaje con vida propia, es nombrada “sólo” once veces en el libro santo de los musulmanes. Las otras veintidós ocasiones en las que su nombre se suscita en el
Corán, lo es en calidad de apellido de su hijo, al que las más de las veces se llama
“Jesús, hijo de María”, -ello ocurre en quince ocasiones-, o simplemente
“el hijo de María”, -en siete ocasiones más-. De estas siete, en dos
Jesús es simplemente caracterizado como
“el hijo de María”, sin ni siquiera citarse su nombre, y en cinco como
“el Ungido, hijo de María” (cfr. C.3, 45; C. 4, 157; C. 4, 171; C. 5, 17; C. 5, 72-75;).
En cuanto al apelativo en cuestión, “el hijo de María”, merece, cuanto menos, unos minutos de nuestra atención. En el mundo islámico, igual que en la práctica totalidad de las civilizaciones, incluídas las occidentales contemporáneas, lo normal es conocer a la persona por el nombre de su padre, patronímico, nunca por el de su madre, matronímico. Sólo en casos muy excepcionales, se registra en el mundo árabe, o en cualquier otro, la denominación matronímica, y se refiere siempre a mujeres de altísima dignidad: excepción pues, ésta que se hace con
María en el
Corán, que nos da idea de la egregia condición a la que el texto aludido eleva a la madre de
Jesús.
Curiosamente, un evangelista,
Marcos, también llama a Jesús
“el hijo de María” (cfr. Mc. 6,3). Es el único que lo hace, por cierto, y eso que es, entre los evangelistas, el más frío y distante hacia la figura de
María, hasta tal punto que la citada, es casi (
Marcos recoge como los otros dos Sinópticos el episodio de “el verdadero parentesco de Jesús”), la única ocasión en la que
Marcos se refiere a la madre del fundador del cristianismo, ya por su nombre, ya de cualquier otra manera.
Y sin más por hoy, que hagan Vds. mucho bien y que no reciban menos, como siempre. Tengan Vds. un feliz fin de semana.
©L.A.
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