Estos últimos días he escuchado un montón de veces a personas afirmando: ¡ojalá la Navidad pase pronto! El motivo: jaleos, cenas, recibir familia, comprar regalos, etc. Las reflexiones que saco de ello me sirven para la homilía de Nochebuena, pero os la voy a adelantar por aquí.

La Navidad se ha convertido para muchos en un enorme jaleo de cosas que hacer, cada año celebraciones más complicadas. Los motivos para que en vez de un tiempo de gozo sea de carga pueden ser muchos, pero hay uno muy clave y claro: se ha perdido el enfoque en lo importante.

No hay que olvidar que lo que se celebra tiene siempre en la raíz un acontecimiento importante de mucha alegria. Celebrar es un modo de expresar nuestro gozo junto a las personas que queremos. En Navidad este acontecimiento es que Dios se ha hecho hombre y está con nosotros.

Es lógico que en una cultura en la que la fe ha pasado a un segundo plano se celebren cosas cuyo sentido ya no se entiende. ¿Qué pasa entonces? Que las personas se queman. Que dicen que están deseando que pasen estas fechas.

Al contrario, cuando hay fe lo que se está deseando es que la celebración llegue y de ella brota la alegría de compartir con otros cenas, regalos y festejos. Hoy se ha perdido el sentido. Lo que quema a la muchos no son las celebraciones sino que no saben ya por qué las celebran.

Un ejemplo que me gusta poner es el de que si va a ser la Boda de un hijo al que se le ve feliz,¿qué pesa más: los líos de los preparativos o el gozo de que los preparativos son por él?, ¿qué se desea más: que pase pronto o que se llegue el día? Pues eso.

La descristianización y la crisis de fe ha traído esto: tradiciones sin sentido que ponen a la gente de mal humor y les angustian. Nuestros estilos de vida nos denuncian y esto es ocasión de anunciar el Evangelio.

El vacío es una oportunidad para decir que Dios está con nosotros. Que Dios te quiere y te quiere salvar. Que aunque seas pobre, despreciable y pequeño, como la ciudad de Belén, Él quiere entrar en tu historia y redimirla.

A quien se ha encontrado con esto le brota celebrar gozoso aunque haya mil preparativos. Enfócate en lo importante.

Como dice Ana Iris Simón, el frío irá llevando cada vez a más gente a encender las hogueras. Mientras tanto mantengamos nosotros vivi ese fuego y trasmitámoselo a los más jóvenes. Hablemos de ello a nuestros amigos y familiares. La vida buena va de eso.

¡Feliz Navidad!

PD: Y si puedes descomplícate y descomplica a otros. En mi caso tengo una madre estupenda y cada Navidad le pido cenar huevos rotos antes de irme a la Misa del Gallo y no veáis que bien sale todo siempre.