Hola amigo. ¿Cómo te van las fiestas, mis fiestas? Ya te decía en otra carta que muchos han celebrado la Navidad sin saber lo que realmente celebraban. Han derrochado dinero, comida, adornos, risas, energías… Pero la verdad es que no se han acordado de Mí. Bueno, lo siento, pero ya estoy acostumbrado al vacío espiritual de mis amigos los hombres, de mis hermanos cristianos. Me da pena por ellos mismos, porque pierden el tiempo en cosas y acciones sin contenido. No sé como te habrá ido a ti. El caso es que la gente en el fondo no es mala. Algo de corazón ponen en lo que hacen estos días. Es cierto que hay más relaciones humanas y familiares. La Navidad es, al menos, un baño de buenos sentimientos. Y todo esto hace bien. Lo malo es que al pasar estos días los sentimientos vuelen y ya no se vean obligados a seguir cuidando los valores cristianos . Siento que se acabe este bonito tiempo y guarden las figuras de mi Belén, y con ellas al niño que todos deben llevar dentro. Es como el que quita el decorado cuando acaba una función, y resulta que todo fue una farsa, un puro teatro. Pero, ¿sabes qué te digo? Pues que si se han sentido felices algunos por un tiempo a mi costa, lo doy por bueno. Para eso he venido al mundo y estoy en él. Pero me gustaría que ese empeño fuera en serio y durara más.
Comenzáis en la tierra, y Yo con vosotros, un NUEVO AÑO. Desde la eternidad el tiempo es relativo. Es un fracaso si no es una oportunidad para hacer el camino que lleva definitivamente al Reino de los Cielos. Para la humanidad el tiempo tiene una gran importancia, pero no se ve desde la eternidad. Para unos los años son ocasión simplemente de vivir al día lo mejor que se pueda. Para otros el principio de una aventura que no sabe como acabará. Para los mayores una llegada cada vez más rápida a la meta. Para no pocos una triste pérdida de ocasiones de hacer el bien.
Yo te invito a que en estos días pienses en el tiempo. Es un DON que te damos para que lo disfrutes en la tierra llenando cada instante de deberes cumplidos, y de descansos merecidos. El nuevo año no es un simple cambio de almanaque, o de planes, presupuestos, y proyectos comerciales. No es un salto rutinario a una nueva fecha impresa en tu agenda o en la pantalla de tu aparato electrónico. Es un REGALO que te ofrecemos, una OPORTUNIDAD NUEVA para que sigas viviendo, y puedas rectificar todos esos fallos que has acumulado en el año que se fue. El gran negocio del hombre debe ser la santificación. Y esto no llega como si fuera un regalo de Reyes, sino que hay que conquistarla personalmente, con Nuestra ayuda, en el tiempo que te ofrecemos para vivir en la tierra. El tiempo es el espacio que une el cero con la eternidad. Cada uno tiene su tiempo, y de lo que hagas con él y en él se te va a juzgar. Y lo que hay que hacer en el tiempo es amar mucho a Dios y al hombre. Por eso, cuando se acaba el tiempo, se te juzgará de cómo has amado en él.
Te sugiero que te pares un poco a pensar en los años que llevas de vida, en este año que se ha terminado, y te preguntes cómo lo has aprovechado. Sé sincero y agradecido. Pide perdón y ayuda. Márcate unas metas concretas para el nuevo periodo de tiempo que empieza para ti. Y tómate en serio el gran negocio de tu alma. Hay amigos míos que son prácticos y sugieren planes muy concretos. Me ha gustado este que aparece escrito en las páginas de un libro y alguien ha tenido el acierto de divulgarlo. Se trata de proponerse vivir una virtud o actitud cada mes. Puede serte muy útil, por eso hago mío la oferta y te ofrezco ESTE PROGRAMA PARA QUE VIVAS EL NUEVO AÑO MES A MES:
Enero AMOR
Febrero OBEDIENCIA
Marzo HUMILDAD
Abril JUSTICIA
Mayo MISERICORDIA
Junio FIDELIDAD
Julio INTEGRIDAD
Agosto PERDÓN
Septiembre SERVICIO
Octubre SABIDURÍA
Noviembre DOMINIO PROPIO
Diciembre GOZO
Recuerda Que es una sugerencia que puedes vivir con visión sobrenatural. Para ello cuentas con la oración y los demás medios sobrenaturales que tienes a tu alcance.
También te facilito esta plegaria de fin de año que alguien ofrece con acierto:
Oración de Fin de Año de un joven y un Anciano
Gracias, Padre, por haberme quitado todo lo que me sobraba para caminar hacia Ti.
Gracias por aquel enemigo que me hizo tanto mal, porque por él aprendí a perdonar.
Gracias por las enfermedades que me hicieron paciente, fuerte y humilde al reconocer mis límites, cualidades, defectos y virtudes.
Gracias por los errores que me hicieron enriquecer mi experiencia.
Gracias por las piedras del camino que me hicieron dar un paso más largo.
Gracias por las decepciones que me hicieron no descansar hasta encontrarte.
Gracias por mis planes frustrados que me llevaron al descubrimiento del proyecto de vida que tenías para mí.
Gracias por el dolor y el sufrimiento que me purificaron, me dieron temple y me enseñaron para siempre que la felicidad no consiste en no sufrir, sino en aprender a hacerlo por aquellos que amamos.
Gracias por las quiebras y los despojos, por las pérdidas y las carencias, pues éstas me hicieron libre para anhelar los bienes mayores que perduran...”
Y el joven rezó así:
Padre, todos te piden salud, dinero, triunfo, fama... Tantos te lo piden...
Yo quiero pedirte lo siguiente: Dame una cumbre que yo pueda ascender, con mi esfuerzo, trabajo y tu ayuda.
Dame la capacidad de perdonar y saber pedir perdón a quienes haya ofendido.
Yo sé, Señor, que nadie te pide tu cruz. Esa la tienes que llevar Tú solo, aquí están mis brazos y mis hombros para que descanses un poco de su peso.
Dame en el próximo año y en lo sucesivo la alegría de recibir lo que me concedas y poder compartirlo entre los más necesitados”.
Estas fueron dos oraciones distintas: la gratitud del anciano y la petición del joven. Uno agradeció lo ya vivido; el otro suplicó para el futuro. Ambos dijeron lo que muchos de nosotros callamos al hablar con Dios nuestro Padre.
Pues ahí tienes el regalo de un nuevo espacio de tiempo. ¿Qué piensas hacer con él? Cada noche nos encontraremos para examinar juntos tu día. Y al final del año que empieza de nuevo te preguntaré: AMIGO MÍO, ¿QUE HAS HECHO CON EL TIEMPO QUE TE REGALAMOS?
Feliz Año Nuevo...Jesús
Juan García Inza
(De mi libro "Cartas de Jesús a tí")