Estoy un poco depre. Mis dos hijos mayores llevan dos días en su campamento y les echamos de menos. Sus hermanos pequeños porque, aunque peleen con ellos constantemente, se lo pasan muy bien con sus hermanos mayores; y mi mujer y yo queremos, sobre todo, estar con ellos el mayor tiempo posible. En mi caso, además, todo me recuerda a ellos. Hoy, en misa, el sacerdote nos ha recordado que todos somos un poco pastores, y también un poco ovejas. Lo que tenemos que hacer como pastores no es decir a los demás cómo tienen que actuar, sino que tenemos que ir delante, haciendo lo que el Señor quiere de nosotros, para que nos vean los que están a nuestro alrededor. Como ovejas, debemos dejar que el único pastor verdadero, Cristo, nos lleve de la mano. Y al llegar a casa después de la eucaristía, he leído una entrevista a José Barea hablando de la crisis, su desarrollo y posibles soluciones. Iba leyendo cada respuesta y he ido recordando lo que nos había contado Pablo, nuestro nuevo vicario parroquial. Y es que estoy hasta las narices de que parezca que dependemos totalmente de lo que hagan nuestros gobernantes, y que nosotros no podamos hacer nada. ¡Y una mierda! Yo, como católico, como pastor, tengo que ir por delante de ellos y cambiar la crisis. ¿Y cómo? Porque seguro que muchas personas piensan que es imposible, que no hay nada que hacer…… ¡pues sí! Y tenemos una guía perfecta que podemos seguir, la nueva Encíclica, Caritas in veritate. Que nadie piense que es complicada de leer, imposible de seguir, porque no es así. ¿Y por qué he comenzado el post hablando de mis hijos? Pues muy sencillo: el Señor nos los deja un tiempo a nuestro cargo para que les guiemos en el inicio de su vida, para que les ayudemos a desarrollarse como personas. Pero lo más importante que podemos regalarles es ser un poco pastores con ellos para que, viendo cómo actúa el Señor en nosotros, dejen que les guíe también a ellos. Eduardo Palanca