La Pascua, en origen, no es sino una fiesta judía muy concreta sobre la que no me voy a extender más pues si le interesa a Vd. el tema, puede conocerlo todo sobre él sin más que pinchar aquí.
Con ocasión de la crucifixión y posterior resurrección de Jesús precisamente en las fechas de la Pascua judía, la fiesta se traslada al cristianismo, aunque, bien es verdad, no haya de transcurrir mucho tiempo para que la Pascua cristiana se independice de la judía, y hasta pase a celebrarse en fechas diferentes, en un proceso al que dedicaremos algunas líneas en su momento.
Ahora bien, esa Pascua cristiana se refiere a la conmemoración de la pasión y crucifixión de Jesucristo, y tiene lugar todos los años en algún momento entre el 22 de marzo -en 2012 cayó el 23, cosa que ya había ocurrido en 1905, y que no volverá a ocurrir hasta 2079- y el 25 de abril. Pero no, en modo alguno en las fechas navideñas. Razón que es causa de que hoy me formule precisamente la pregunta que da título a esta entrada, a saber, ¿es correcto felicitar la pascua en navidad, según vemos hacer con frecuencia?
Lo primero que se ha de decir es que esa felicitación navideña tan española adquiere una morfología muy particular, pues no se felicita “la pascua”, sino “las pascuas”, como si en una suerte de especial sortilegio asimiláramos la palabra “pascua” a “fiesta”, y en consecuencia, la palabra “pascuas” a “fiestas”.
Dado que sobre los iniciales orígenes de la extraña costumbre –que por cierto me parece privativa de la lengua española y en todo caso de las más cercanas a ella- es poco lo que de momento puedo aportar a Vds., no estará de más que enfoquemos la cuestión desde un punto de vista meramente semántico, para lo cual nuestra fuente no puede ser otra que ésa a la que con tanta frecuencia recurrimos en esta columna, a saber, el Diccionario de la Real Academia Española. Pues bien, en él nos encontramos con estas acepciones de la palabra “Pascua” (por cierto, en mayúscula, según indica debe hacerse el Diccionario):
“1. f. Fiesta la más solemne de los hebreos, que celebraban a la mitad de la luna de marzo, en memoria de la libertad del cautiverio de Egipto.
2. f. En la Iglesia católica, fiesta solemne de la Resurrección del Señor, que se celebra el domingo siguiente al plenilunio posterior al 20 de marzo. Oscila entre el 22 de marzo y el 25 de abril.
3. f. Cada una de las solemnidades del nacimiento de Cristo, del reconocimiento y adoración de los Reyes Magos y de la venida del Espíritu Santo sobre el Colegio Apostólico.
4. f. pl. Tiempo desde la Natividad de Nuestro Señor Jesucristo hasta el día de Reyes inclusive.”
Definición que nos depara no pocas sorpresas. La primera, el extraño orden de sus acepciones, que hace pasar la solemnidad judía por delante de la solemnidad cristiana, cosa que no puede obedecer a una cuestión de uso en un país donde el casi 100% de su población es, -cuanto menos, culturalmente hablando-, cristiana, y el número de judíos, por usar terminología matemática, “tiende a cero”. Y sí a un criterio histórico de antigüedad del uso, que, sin embargo, no vemos respetar al Diccionario en el caso de otras entradas (pinche aquí si desea conocer una muy allegada al tema que tocamos hoy).
La segunda sorpresa es que tanto es la Pascua un período de tiempo entre el 25 de diciembre y el 6 de enero (4ª acepción), como concretamente las dos fiestas que enmarcan dicho período, a saber, el nacimiento de Cristo y la adoración de los Reyes Magos (3ª acepción). Lo que, por lo menos, da explicación a parte de la cuestión que nos planteamos, a saber, el porqué de que digamos “felices pascuas” y no simplemente “feliz pascua”.
Y la tercera es que a tanta fiesta –“la resurrección del Señor”, “el nacimiento de Cristo”, “el reconocimiento y adoración de los Reyes Magos”, según las llama el Diccionario- aún se añada una cuarta, “la venida del Espíritu Santo sobre el Colegio Apostólico”, Pentecostés en definitiva, que tampoco es propiamente la Pascua, ni la cristiana ni la judía.
Una indicación de los usos recogida por el propio Diccionario en la misma entrada es la de “dar las Pascuas”, que define así:
“1. loc. verb. Felicitar a alguien en ellas”
Aunque no explique en este caso a qué Pascua de todas las que hemos visto, se refiere.
Todo esto dicho, lo cierto es que la asimilación en la lengua española de la navidad con la pascua o con “las pascuas” está muy presente en muchísimos ámbitos de la lengua y de las costumbres.
Así, esa entrañable festividad de los ejércitos españoles, probablemente la más importante en ese ámbito, cual es la de la Pascua Militar. Así también, esa hermosa planta cuyas preciosas hojas rojas sólo lucen en navidad y tanto se regala en esa fechas, a la que nadie conoce por su nombre original, “ponsetia”, sino más bien como “pascuero” o “flor de Pascua”.
En Chile, la identificación entre navidad y pascua es especialmente intensa a nivel de lenguaje, de lo que es buena prueba, aunque no la única, la hermosa costumbre de los chilenos “Viejito Pascuero” que es el que trae los juguetes a los niños la noche del 24 de diciembre.
Y hasta hubo una preciosa película dirigida en el año1954 por el luego comunista Juan Antonio Bardem y en cuyo reparto figuraban nombres tan míticos de la cinematografía española como Manuel Alexandre, José Luis López Vázquez o la también comunista Julia Martínez, y llamada precisamente así, “Felices Pascuas”, la cual narraba la historia de un matrimonio en precaria situación económica que gana un corderito en una rifa y lo que ocurre para cuando el día que toca zampárselo, en nochebuena, precisamente en nochebuena, constatan el encariñamiento en el que para con el animalito han incurrido los hijos.
Y bien queridos amigos, no mucho más por hoy salvo desearles, como siempre, que hagan Vds. mucho bien y que no reciban menos. Y claro está, y como no podía ser de otra manera cuando se viene de titular un artículo en el modo en el que he titulado éste y de concluir que, efectivamente, sí es correcto deseárselo en estos términos… ¡¡¡que tengan Vds. unas muy felices pascuas!!!
©L.A.
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