I. QUMRAN
Qumrán, cuyo nombre completo es Wadi Qumran, es un valle del desierto de Judea en la costa occidental del Mar Muerto, cerca del actual kibutz o asentamiento de Kalia, en Israel. La importancia de ese uadi, o cauce seco, es la presencia de las ruinas de Qumrán y de las cuevas descubiertas en 1947, las cuales contenían un valioso tesoro arqueológico y bíblico. El sitio fue construido durante el reinado de Juan Hircano alrededor del año 134 a.C. y tuvo diferentes etapas de ocupación, hasta la caída de Jerusalén en el año 70 d.C., cuando Tito y la Legio X Fretensis destruyeron ese asentamiento ocupado por los esenios.
Qumrán está situado en una terraza a dos kilómetros del Mar Muerto, a 13 kms. Al sur de Jericó, sobre los acantilados que se hallan tras la estrecha franja costera, cerca del oasis de Ayín Feshjá, a 375 metros bajo el nivel del Mar Mediterráneo.
Cerca de esas ruinas, entre los riscos al occidente, se encuentra un conjunto de cuevas donde en 1947 unos pastores beduinos descubrieron casualmente unos rollos o pergaminos con textos religiosos. Excavaciones arqueológicas posteriores en once de las cuevas y en las ruinas han permitido encontrar diversos manuscritos sobre la historia, estatutos y reglamentos de la comunidad esenia que habitó en aquel lugar, así como manuscritos apócrifos y algunas versiones de libros de la Biblia, en hebreo y en arameo.
La construcción original de Qumrán data del siglo VIII a.C. y estuvo abandonada durante varios siglos antes de ser reutilizada por los esenios. Era una pequeña fortaleza, con algunas habitaciones en el interior y una cisterna circular para el abastecimiento de agua. Lo que quedaba en pie empezó a ser ocupado por la comunidad esenia alrededor del año 170 a.C., quienes añadieron dos cisternas rectangulares, una red de acequias y dos hornos para alfarería. Los escritos de la comunidad esenia se refirieron desde entonces al lugar como Damasco para así quedar disimulados y fuera de la atención directa de sus enemigos.
Se encontró en Qumrán un ostracón (fragmento de cerámica) con varias líneas en escritura hebrea. Es un contrato por el que un hombre llamado Honi dona sus posesiones, incluido un edificio, un olivar y un huerto de higueras, a un grupo denominado yahad, que en hebreo significa comunidad. Este mismo texto aparece en otros manuscritos esenios. Qumrán fue destruida por los romanos entre los años 68 y 70 d.C. y ellos mismos mantuvieron ahí por corto tiempo un destacamento militar.
II. LOS MANUSCRITOS DEL MAR MUERTO
En 1945 Jum’a, un pastor beduino de la tribu ta’amireh se dio cuenta de que se le había extraviado una oveja mientras pastaba en el desierto de Judea, cerca del Mar Muerto. Intranquilo, Jum’a empezó a buscarla junto con su primo Mohammed ed-Dhib y así llegaron a una de las cuevas de Qumrán. Allí descubrieron varios recipientes de cerámica con pergaminos en su interior y Jum’a utilizó algunos de los rollos encontrados para hacer una hoguera en la cual calentarse. Jum’a pensó entonces que su hallazgo podría tener algún valor monetario y el resto de los rollos los vendió a un anticuario en el mercado local, aunque previamente los había troceado para aumentar su precio. Con el tiempo algunos de los rollos fueron a parar a Egipto y otros a Estados Unidos. Posteriormente se publicaron copias de los rollos, causando gran interés en arqueólogos bíblicos, cuyo fruto fue el hallazgo de otros 600 pergaminos y cientos de fragmentos, algunos en perfecto estado de conservación.
Lo más importante de ese hallazgo es su antigüedad, lo cual permite estudiar importantes fuentes teológicas y organizativas del judaísmo y del cristianismo primitivo. La mayoría de los textos más antiguos de que se dispone están redactados en lengua hebrea y pertenecen al Tanaj o Antiguo Testamento bíblico.
Entre los manuscritos hallados se encuentran los siguientes: Los Libros del Tanaj o del Antiguo Testamento, incluida una versión más extensa del Libro primero de Samuel, con la excepción de Ester, así como deuterocanónicos como Sirácides y el Libro de Tobías. Estudio sobre cada Libro de las Escrituras, desde el punto de vista esenio. Los manuales, reglamentos y oraciones propias de la comunidad esenia que habitó el sitio, entre los cuales destaca el Documento de Damasco. Un rollo de cobre con cuestiones contables y relativas a la localización de determinados tesoros. Diversos textos religiosos, tales como:
o El Libro de Enoc
o El Testamento de los Doce Patriarcas
o El Libro de los Jubileos
Los manuscritos del Mar Muerto o de Qumrán son la clave para una comprensión más clara de cómo se desarrollaron el cristianismo y el judaísmo. Evidencian un judaísmo distinto al oficial de entonces y de hoy y establecen una temática que sería fundamental en el origen del cristianismo.
Diferentes escritos hallados en Qumrán enfatizan temas clave que fueron resaltados posteriormente por Jesús y los Apóstoles. A modo de ejemplo se detallan seguidamente algunos de ellos:
01 La Nueva Alianza (Documento de Damasco VI)
02 La venida del Hijo del Hombre como Hijo de Dios, llamado Hijo del Altísimo (4Q246)
03 El Mesías engendrado por Dios (1Q28a)
04 El Espíritu Santo (1QHa XX)
05 El Pozo de agua viva (1QHa XVI)
06 Bautismo y tiempo en el desierto después de la conversión (4Q414)
07 Cena Sagrada con pan y vino (1Q28a y 1QS VI)
08 El Sacerdocio de Melquisedec y su identificación con Jesús (11Q13)
09 Justificación por la fe y salvación por la gracia (1QHV)
10 Humildad y pobreza de espíritu (1Q33 XIV)
11 Bienaventurados los humildes (11Q5 y 1QHa VI)
12 Caridad y amor (4Q259 III y 4Q267 18 III)
13 Rechazo a la venganza humana (4Q269 19,21)
14 Perdón para quien se convierte (Regla de la Comunidad X:20)
15 Corrección mutua fraterna (1QS V y 5Q12)
16 La Nueva Jerusalén (2Q24 y 5Q15)
17 La comunidad de amor (1QS II)
18 Rechazo al repudio a la esposa (Documento de Damasco IV:21)
19 Denuncia de la hipocresía de los fariseos (1QHa XII)
Nota: Las siglas y números que aparecen entre paréntesis después de cada tema corresponden a la identificación de cada manuscrito de Qumrán.
Muchas son las similitudes y coincidencias temáticas con algunas de las enseñanzas de Jesús, teniendo en cuenta de que los textos esenios fueron escritos muchos años antes del nacimiento de Cristo. Por ello los textos descubiertos en Qumrán podrían entonces mostrar algunos antecedentes inmediatos del Evangelio.
El descubrimiento inicial de los rollos fue seguido de una exploración científica de los mismos y de las cuevas vecinas bajo el patrocinio del Departamento de Antigüedades de Jordania, la École Biblique et Archéologique dominicana de Jerusalén (católica) y el Museo Arqueológico de Palestina (hoy Museo Rockefeller). Todos los manuscritos o rollos encontrados han sido traducidos y puestos a la disposición de aquellas personas que deseen conocerlos e investigar sobre ellos. Sin embargo hay que hacer la salvedad de que 300 de los manuscritos encontrados se hallan en poder del Archivo Secreto del Vaticano y no está permitida su consulta para nadie. Por ello se desconoce el contenido de dichos rollos.
III. SECTAS EN LOS TIEMPOS DE JESUS
Para poder entender mejor la Biblia y su entorno debemos empezar primero por conocer el marco histórico de cada época, para así poder centrarnos en ella a fin de que la comprensión de situaciones y de personajes tenga mayor realce, ya que muchas de sus reacciones vendrán dadas por su propio entorno.
En aquella época existían diversas sectas en Jerusalén y en el resto de lo que ahora conocemos como Israel. Ninguna de ellas excluía a la otra como practicante de la Ley y de los Mandamientos en general; sus discrepancias radicaban en la forma de llevarlas a cabo. Es decir, sus discusiones eran con respecto a la forma de aplicar la Halajá a sus vidas, o sea, la práctica de la Ley.
La discrepancia en estos asuntos se refleja en el Nuevo Testamento, donde la aguda crítica de Jesús revela la forma exterior de la práctica de los fariseos y las creencias morales de los saduceos, acciones que precipitan la salida de Jerusalén de los esenios, conduciéndoles a una vida de retiro y purificación en comunidad.
Las sectas mayoritarias en activo en aquella época histórica eran las siguientes: Fariseos Saduceos Zelotes Esenios
Antes de entrar a conocer la vida de los esenios, que es el objetivo de este trabajo, haremos una breve descripción de las demás sectas para así poder analizar su interrelación.
Fariseos
Fue una de las sectas más antiguas en el judaísmo. Eran los Maestros de la Ley de Moisés, encargados de enseñar e interpretar las Escrituras y la Ley Oral al Pueblo. Los fariseos ya habían formado sus ideas básicas sobre la Ley y mostrado su adhesión a las Tradiciones de los Padres, que es conocida también como Ley Oral por haber sido transmitida a lo largo de los siglos, de maestro a maestro.
Estimaban tanto la Escritura como la Tradición Oral, aunque se inclinaban más por la Tradición pues ésta explicaba la Ley escrita. Gracias a sus tradiciones los maestros conservaban sus ritos y la Toráh quedaba intacta posibles interpretaciones desviadas por parte de los gentiles.
Los fariseos eran de clase popular: un partido del pueblo. Sin embargo despreciaban la ignorancia religiosa del pueblo, al que denominaban las gentes del país o en hebreo, amme-ha-arets. No eran de origen sacerdotal o levítico, sino que eran generalmente pequeños comerciantes que vivían de su trabajo. Su piedad era muy estimada por la gente, quienes llamaban respetuosamente Rabí a los más instruidos.
Consideraban el Templo como una institución clave en su vida y su fe. Insistían en la oración ritual, en el ayuno y en el pago de diezmo. Todo lo religioso dependía de su propia interpretación y creían en la resurrección, en la existencia de los ángeles y en la inmortalidad del alma, además de guardar devota y meticulosamente el día sábado.
Sin embargo sus creencias no estaban de acuerdo con su conducta e incluso el propio Jesús se lo recriminó públicamente cuando les dijo a sus discípulos: guardaos de la levadura de los fariseos, que es la hipocresía (Lucas 12:1).
Saduceos
Tenían funciones hereditarias y representaban el grupo sacerdotal que controlaba el Sumo Sacerdote, que era uno de ellos. Originalmente los saduceos habían sido sacerdotes piadosos, deseosos de servir a Dios en su Templo de acuerdo a sus tradiciones y reglas. Existieron remanentes de saduceos piadosos hasta la destrucción del Templo en el año 70 d.C.
Los sacerdotes saduceos representaban a los que preferían al gobierno romano, y generalmente su religiosidad encubría ambiciones personales e intereses, así como ambiciones políticas.
Afirmaban que la interpretación de las Escrituras era por medio de la forma escrita, sin dependencia de la Tradición Oral, propia de los fariseos. Los saduceos eran seguidores innatos del Pentateuco, o sea, de los cinco primeros Libros de la Biblia. También consideraban el Templo como una institución clave para su vida y su fe.
Los saduceos no creían en la resurrección y esto les diferenciaba en mucho de los fariseos. Estaban convencidos de que las almas se desvanecen al mismo tiempo que los cuerpos, y no se preocupaban en observar nada más que la Ley. Ellos sólo se preocupaban por su bienestar temporal ya que creían que la retribución divina no era futura y ultraterrena, sino inmediata y material. Los saduceos poseían riquezas, y eso era la prueba de que Dios les bendecía puesto que ellos eran justos.
Zelotes
Este movimiento nació antes del final del reinado de Herodes en el año 4 d.C. Su fundador había sido Judas de Gamala, llamado Judas Galileo quien, unido al fariseo Sadok, había fundado el partido de los Zelotes, el cual se caracterizaba por su celo en defensa de la libertad y por su aceptación única de la soberanía divina. Manifestaban que era vergonzoso el pago de tributos a Roma y el tener que soportar a unos dueños mortales; los romanos (Josefo: Guerra de los judíos II:18).
Su nombre hebreo era ganaim, que provenía del término celar (celo por Yahvé). Josefo describió al movimiento como la cuarta filosofía, después de los fariseos, los saduceos y los esenios. Sus adeptos estaban de acuerdo en muchos aspectos con el pensamiento fariseo, pero sentían un deseo desenfrenado por la libertad y la independencia porque creían que sólo Yahvé era el auténtico dueño y Señor. Les importaba muy poco padecer cualquier tipo de castigo o de muerte, siempre que ello fuera en defensa de la libertad. Su objetivo era el de no dar nunca el título de Señor a ningún ser humano.
En sus comienzos ese radical partido no tuvo gran éxito; la revuelta contra Roma en los años 66 y 67 d.C. fracasó y Judas perdió la vida (Hechos 5:37). Sus hijos continuaron la lucha y otro descendiente, su hijo Menahem junto con Eleazar ben Yair, comandó la defensa de la fortaleza de Masada, donde se habían refugiado ante el asedio de las fuerzas romanas, el cual finalizó con el suicidio colectivo de 960 zelotes, sobreviviendo únicamente dos mujeres y cinco niños a principios de año 73 d.C.
IV LOS ESENIOS
Los esenios eran una secta judía cuyo origen se remonta al hijo adoptivo de Moisés y nieto de Aarón, llamado Esén, aproximadamente 1,500 años a.C. Sobre el origen de la palabra esenios se han aportado distintas hipótesis, algunas de las cuales detallamos a continuación:
Nombre Significado Idioma
ossa los santos griego
hesé los piadosos arameo
osén hacedores de la Ley hebreo
El Talmud les llamó bautistas matinales (tovilé shahrit) y algunos escritos árabes se refieren a ellos como magaritas, que significa de las cuevas.
Antiguamente han sido conocidos por medio de los escritos de diversos autores, tales como Plinio el Viejo (62-113), Flavio Josefo (38-101), Filón de Alejandría (15 a.C. – 50 d.C.), Dion Crisóstomo (40-120), Hipólito de Ostia (170-235) y Epífano de Salamina (315-403). Su existencia histórica ha sido confirmada por los hallazgos de los rollos o manuscritos de Qumrán en 1945. Todos los autores mencionados elogiaban tanto su Regla como su forma de vida. Plinio decía que eran gente solitaria y muy superior al resto de la humanidad. A Filón le inspiraron para escribir su Tratado, donde probaba que todo hombre bueno también es libre. Flavio Josefo, en el capítulo II de su libro Guerra de los judíos, nos decía que los esenios constituyen una hermandad similar a los pitagóricos y que habían renunciado al placer y a las riquezas de la vida. Arnauld de Saint-Jacques, en su obra Los Templarios y el Evangelio de San Juan, manifestaba que la fuente de Moisés fue Egipto y que los iniciados esenios aprendían de esa misma fuente, aparte de recoger la tradición hebrea en toda su pureza.
Su origen
El origen de la comunidad esenia se remonta alrededor del año 170 a.C. cuando un grupo de judíos huyeron al desierto de Judea, a orillas del Mar Muerto, donde establecieron el primer asentamiento que posteriormente ampliaron con casas sencillas de piedra, una plaza, un comedor comunitario, depósitos para áridos y agua potable, así como una biblioteca con algunos textos sagrados que habían logrado sacar de Jerusalén.
Esa primera emigración hacia Qumrán se originó debido a que el rey de Siria, Antíoco Epífanes, de la dinastía seléucida, al ingresar a Jerusalén buscando el exterminio tanto de los judíos como de su religión, profanó el altar del Templo vertiendo sangre de cerdo sobre el altar. El cerdo era un animal impuro para los israelitas y no era apto ni para el sacrificio ritual ni para el consumo humano.
Pero el establecimiento definitivo de la comunidad esenia tuvo lugar en el transcurso de la segunda emigración, ocurrida alrededor del año 160 a.C., después de la revuelta macabea, cuyos resultados no apoyaron los esenios de Jerusalén. Los Macabeos o hasmoneos liberaron a Judea de la hegemonía griega, pero usurparon el cargo de Sumo Sacerdote y ello ocasionó que un grupo de personas fueran a incorporarse a la comunidad esenia ya existente en Qumrán, y así preparar el camino del Señor bajo el mando de un nuevo líder: el Maestro de Justicia.
El Maestro de Justicia
El Maestro de Justicia o More Tzadek fue una persona religiosa y destacada en la comunidad judía de Jerusalén, quien se opuso al Sumo Sacerdote Jonatán, hermano de Judas Macabeo, al considerar que éste había abandonado la fidelidad a Yahvé. Dicho Maestro de Justicia organizó e impulsó la comunidad esenia, pero no se le podía considerar como Sumo Sacerdote por razones de genealogía. Sin embargo él era quien efectuaba la preparación de los discípulos, la enseñanza de los iniciados y la administración de la Ley mesiánica, la Halajá esenia.
El ingreso del Maestro de Justicia a la comunidad esenia fue trascendental ya que sus propios discípulos consideraban que antes de su llegada la comunidad había caminado a tientas, mientras que cuando se hizo presente la figura del Maestro de Justicia apareció la luz en la comunidad. Los manuscritos de Qumrán revelan que el documento conocido como Regla de la Comunidad procede sin duda de la inspiración personal del Maestro de Justicia, así como los Himnos o los Hodayot, que nos permiten acceder hasta la raíz de su subjetividad espiritual.
La tarea de identificar históricamente la figura del Maestro de Justicia ha sido objeto de diversas especulaciones desde el mismo descubrimiento de los rollos de Qumrán. Sin embargo la tesis que lo compara con Jesús es totalmente nula e imposible de sostener ya que el Maestro de Justicia vivió mucho antes del nacimiento de Cristo.
Sin embargo hay una tesis no demostrada, pero tampoco exenta de posibilidad, de que uno de sus sucesores haya sido Santiago, conocido como el hermano de Jesús. Esta hipótesis tiene visos de realidad si leemos detenidamente la vida de Saulo de Tarso, de quien haremos mención al final de este estudio.
Iniciación y forma de vida
Las Reglas de Vida y la estricta disciplina que éstas implicaban no constituían un freno para los esenios, sino una libre aceptación de un medio para forjar el carácter y desarrollar la parte más elevada de su ser.
Por ello si alguien deseaba ser miembro de la comunidad esenia debía ser aceptado, ser instruido durante un año y luego pasar un período de prueba de otros dos años antes de ingresar definitivamente en la comunidad. Después de la aceptación inicial, el candidato tenía que practicar una especie de meditación en la cual, en completa calma, examinaba su vida pasada para poder hacer un recuento objetivo y sincero de la misma. Tenía que discernir entre los mandatos celestiales que había recibido desde su infancia y analizar la forma en que había respondido a los mismos
Después de su aceptación y luego de haber hecho el juramento, el recién ingresado recibía, junto con sus blancas ropas de lino, una misión que debía desempeñar durante el resto de su vida. La misión tenía un propósito, una orientación que nunca debería abandonarle y que era una forma de unirle a Yahvé y de hacerlo útil para su comunidad. Nunca debía separarse del hilo conductor de esa misión. Esto era lo que le daba un significado positivo a su vida y le convertía en un verdadero ser humano.
Se les exigía además una vida dedicada al estudio de la Ley, humildad y disciplina, obligados a decir siempre la verdad. Sus bienes pasaban a ser parte de toda la comunidad y, al igual que los frutos del trabajo personal, se distribuían según las necesidades de cada uno, dejando una parte para auxiliar a pobres, viudas, huérfanos, mujeres solteras, ancianas, desempleados y para aquellos forasteros que sin ser parte de la comunidad, requerían de ayuda temporal.
En su juramento el nuevo esenio se comprometía a respetar la tierra como ser viviente para honrarla y cuidar de su sana evolución, para lo cual él debía tener siempre sus pies en contacto con la tierra, por lo que siempre caminaban descalzos.
Se le imponía la observancia de una estricta disciplina, cuya base era la corrección fraterna mutua. Las mujeres no eran aceptadas dentro de la comunidad esenia y sólo los hombres podían formar parte de la misma. La purificación constante lavándose los pies, las manos y el cuerpo era muy importante para los esenios. Se purificaban física y espiritualmente antes de entrar a alguna casa, como también al comenzar el día e incluso antes de las comidas y de la oración.
Se lavaban los pies los unos a los otros en señal de amistad y cultivaban la idea que tenían de cuidarse los unos a los otros, así como Yahvé cuidaba de ellos. También se bendecían unos a otros imponiéndose las manos sobre la cabeza, para conservar la unidad y reforzar el amor que fluía entre ellos.
Los esenios ingresaban regularmente a los enfermos en los hospitales y para ello disponían de edificaciones sencillas pero especialmente construidas para ese propósito. La forma en que sanaban a los enfermos es el origen de la existencia de nuestros hospitales modernos. Los esenios aprendían desde muy jóvenes a ver la parte divina de cada persona, ya que así era el propio Yahvé quien visitaba al enfermo en la persona del esenio. Cuidando del individuo, el esenio cuidaba también la parte espiritual que habitaba en el enfermo. Este es el profundo significado de la verdadera medicina y de cada proceso terapéutico. El cuerpo y el alma espiritual de la persona eran, para los esenios, la vestidura del espíritu universal y divino. Sin él no habría verdadera hospitalidad, y lamentablemente en nuestros días el dinero ha reemplazado la visión del Supremo.
A todo esenio se le exigía el respeto a la privacidad ajena. La soledad era considerada sagrada porque cuando una persona está sola consigo misma, se encuentra ante la presencia de Dios. La vida de la pareja también se consideraba sagrada, así como la vida comunitaria. Para los esenios existían tres grados de vida individual: la vida privada, que correspondía al interior del cuerpo físico, nuestro templo; la vida externa, que correspondía a la comunidad; la vida interna, que es la de la pareja. El esenio tenía que observar esos tres niveles de vida y mantenerse siempre honesto, auténtico y moralmente recto y puro.
Los esenios se consideraban guardianes de las enseñanzas divina, las cuales no podían revelar a personas que no estuvieran preparadas para recibirlas. La ley del silencio y el discernimiento se imponía de manera estricta. Así, un esenio nunca trataba de convertir a otra persona a sus creencias, tal como expresa la advertencia de Jesús: No deis lo santo a los perros ni echéis vuestras perlas delante de los cerdos, no sea que las pisoteen, se vuelvan y os despedacen (Mateo 7:6).
La doctrina esenia condenaba fuertemente la esclavitud y cualquier otra forma de servidumbre. Ningún esenio podía tener sirviente; eso era pecado. También lo era el hecho de trabajar para hacer dinero, porque so igualmente se convierte en una forma de esclavitud. Cualquier persona que se afiliara a la comunidad esenia tenía que liberar a sus esclavos y también abstenerse de comer carne. Para ellos la esclavitud también estaba vinculada al aspecto carnívoro, porque aquel que no puede dejar de comer carne animal no puede controlar las pasiones de su naturaleza animal y, por lo tanto, no puede pensar con claridad y queda reducido a la esclavitud por su propia naturaleza.
Los esenios se consideraban guardianes de las divinas enseñanzas. Poseían un gran número de manuscritos muy antiguos, algunos de los cuales databan del inicio de los tiempos. Una parte de la comunidad esenia se dedicaba de lleno a descifrar los códigos de los manuscritos, traduciéndolos y reproduciéndolos para perpetuar y preservar ese avanzado conocimiento.
El movimiento esenio no se limitó únicamente a Qumrán y alrededores, como tampoco todos vivían en grutas o cuevas, sino que una parte residía en sencillas construcciones. Se sabe que en el siglo I a.C. había un barrio esenio en Jerusalén. Según Flavio Josefo, unos cuatro mil esenios vivían en las ciudades, aunque seguían y practicaban la forma de vida de los esenios que estaban en Qumrán.
Algunas consideraciones esenias
La fuente en que se basa este tema son los rollos o manuscritos hallados en Qumrán y, especialmente, aquellos que contienen lo que los esenios denominaban El Manual de Disciplina y el Himnario o Salmos de acción de gracias. La creencia de que por causa de la usurpación del cargo de Sumo Sacerdote en tiempos de los Macabeos el rito del templo era impuro e inválido, es la que da cabida a todas las posturas teológicas esenias. De acuerdo a ello, las siguientes son las convicciones propias de aquella comunidad:
Los esenios se creían parte de la verdadera Congregación de Israel, fieles al Pacto con Yahvé. Se consideraban los sucesores de los israelitas del Éxodo de los tiempos de Moisés, ya que los esenios fueron al desierto y allí se establecieron. Ellos creyeron que por medio de esa salida al desierto seguían ritualmente puros y que allí esperarían al Mesías prometido, que se manifestaría entre ellos debido precisamente a esa pureza de vida. Los esenios se denominaban a sí mismos como los justos escogidos, refiriéndose a la elección de Israel en el Monte Sinaí. Se conocían también como Hijos de Zadoc por asimilación a la familia de Zadoc, el fiel sacerdote del rey David (Samuel 8:17), considerándose a sí mismos como casta de sacerdotes de Ezequiel.
Con el paso del tiempo algunos esenios desistieron de la espera del Nuevo Pacto y se consideraron como verdaderos poseedores de la verdadera Ley o la Toráh. Pero otros esenios se volvieron a la fe por Jesús, el Mesías.
Los esenios y el cristianismo
El profundo estudio del contenido y del significado de los manuscritos hallados en el Mar Muerto y posteriormente en Nag-Hammadi ratifica en profundidad el estrecho vínculo que existía entre los esenios y los primitivos cristianos, aún cuando no podemos ni debemos confundir a estos últimos con los esenios autores de los manuscritos.
La corriente espiritual y el testimonio de vida de los esenios fueron una fuente del cristianismo primitivo y una preparación del camino de Jesús. La propia vida de Juan Bautista en las cercanías de Qumrán podría llegar a interpretarse como un elemento que preparó el camino para el mensaje de Cristo Jesús.
Por la interpretación mesiánica de las Escrituras, los esenios creían que un Ungido o Mesías llegaría para liberar a Israel de sus aflicciones, y aún cuando nunca se ha podido demostrar explícita ni históricamente la pertenencia de Juan Bautista ni de Jesús a los esenios, la evidencia en el Nuevo Testamento indica una conexión ideológica muy cercana. Basta con decir que los Apóstoles esperaron hasta el último momento que Jesús se declarara el Mesías liberador de los opresores romanos, y no el Mesías que realmente resultó ser.
Una cosa sí está clara, y es que cada vez se hace más evidente la aportación de los esenios al cristianismo primitivo.
El final de los esenios
Tal era la importancia que habían adquirido los esenios que ya en el año 152 a.C. el Gran Sacerdote de Jerusalén, Jonatán Macabeo, organizó una violenta expedición contra Qumrán, en donde asesinaron al Ministro de Justicia mientras éste oficiaba una ceremonia.
Pero la comunidad esenia siguió unida a pesar de esa acción, e incluso se afianzó más en sus convicciones. Por ello la comunidad esenia fue destruida durante la represión encabezada por Tito en el año 68 d.C. Qumrán fue arrasada y muchos esenios asesinados. Los que pudieron escapar se refugiaron en otras comunidades esenias alejadas de Qumrán.
Tan viva era la fe de los esenios que no temían a la muerte, lo cual causó la admiración de los propios romanos cuando atacaron Qumrán. El historiador Josefo contó textualmente en el libro II, capítulo VII de su escrito Guerra de los judíos, al referirse a los esenios en el momento del ataque de los romanos:
“Menosprecian los peligros, triunfan del dolor por la elevación de su alma y consideran la muerte, cuando se presenta con gloria, como preferible a una vida mortal. La guerra romana ha probado su fuerza de carácter en toda circunstancia: los miembros apaleados, torturados, quemados y sometidos a todos los instrumentos de martirio, con el fin de arrancarles alguna blasfemia contra el Legislador romano o para hacerles comer alimentos por ellos prohibidos. Pero no ha podido obligarles ni a lo uno ni a lo otro; ni siquiera sus torturadores han podido alardear de haberles hecho derramar una sola lágrima. Sonrientes durante los suplicios y burlándose de sus verdugos, expiraban con alegría como si de pronto volvieran a revivir”.