El feminismo vincula la elección de un juguete u otro a un entorno cultural machista que propicia que el niño, por lo general, se líe a balonazos, y a la niña, por lo común, compre trapitos para la Nancy. El departamento de igualdad tendría que explicar por qué considera machista que el niño remate de chilena. Y qué hay de malo en que la niña le haga la manicura a Barriguitas. Nada, claro, pero el despropósito se entiende mejor si se tiene en cuenta que este departamento recomienda también acabar con el amor romántico porque entiende que en él se incuba la violencia contra la mujer. De lo que se deduce que en Canarias hacer ojitos es cultivar las miradas que matan.