Todos sabemos…, quien fue la persona que hace ya más 2000 años, pronunció estas palabras en la orilla del Jordán, fue San Juan Bautista. Sobre este punto del bautismo del Señor, San Juan evangelista y San Mateo, nos dicen que: “13 Vino Jesús de Galilea al Jordán y se presentó a Juan para ser bautizado por él. 14 Juan se oponía, diciendo: Soy yo quien debe ser por ti bautizado, ¿vienes tú a mí? 15 Pero Jesús le respondió: Déjame hacer ahora, pues conviene que cumplamos toda justicia. Entonces Juan se lo permitió. 16 Bautizado Jesús, salió luego del agua; y vio al Espíritu de Dios descender como paloma y venir sobre el, 17 mientras una voz del cielo decía: “Este es mi hijo amado, en quien tengo mis complacencias". (Mt 3,13-17). Esta fue la primera vez que en el mundo, que se oyó la Palabra de Dios Padre. La segunda vez fue en el monte Thabor, después de pasaje de la Transfiguración.
San Juan al ver al Señor sabía perfectamente quién era Él. Aparte del hecho de que humanamente ambos eran primos, circunstancia esta que ninguno de los cuatro evangelistas, la menciona; pero si mencionan que la Virgen María madre del Señor era prima de Santa Isabel madre de San Juan Bautista. Pero además de esta circunstancia, San Juan Bautista tuvo una visión que nos relata San Juan evangelista cuando nos dice que: “29 Al día siguiente vio venir a Jesús y dijo: He aquí el cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. 30 Este es aquel de quien yo dije: detrás de mí viene uno que es antes de mí, porque era primero que yo. 31 Yo no le conocía; más para que El fuese manifestado a Israel he venido yo, y bautizo en agua, 32 Y Juan dio testimonio diciendo: Yo he visto al Espíritu descender del cielo como paloma y posarse sobre El. 33 Yo no le conocía, pero el que me envió a bautizar en agua me dijo: Sobre quien vieres descender el Espíritu y posarse sobre El, ese es el que bautiza en el Espíritu Santo. 34 Y yo vi., y doy testimonio de que este es el Hijo de Dios”. (Jn 1, 29-34).
Al decir San Juan Bautista, que él no conocía al Señor, lógicamente es de suponer que no le conocía en persona, aunque si sabía de su existencia. Pero si nos está haciendo un reconocimiento de la condición divina del Señor, al principio de este parágrafo, cuando nos dice que: He aquí el cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Entre los israelitas todo el mundo sabía que los pecados solo pueden ser perdonados por Dios y varias fueron las veces que ellos los israelitas se decían entre sí; 48 Y a ella le dijo: Tus pecados te son perdonados. 49 Comenzaron los convidados a decir entre sí: ¿Quién es éste para perdonar los pecados? 50 Y dijo a la mujer: Tu fe te ha salvado, vete en paz”. (Lc 7,48-50).
Pero el reconocimiento definitivo por San Juan Bautista, de la condición divina del Señor, fue cuando hablando con sus discípulos en alabanza al Señor dijo: “28 Ustedes mismos son testigos de que he dicho: Yo no soy el Mesías, pero he sido enviado delante de él". 29 En las bodas, el que se casa es el esposo; pero el amigo del esposo, que está allí y lo escucha, se llena de alegría al oír su voz. Por eso mi gozo es ahora perfecto. 30 Es necesario que él crezca y que yo disminuya. 31 El que viene de lo alto está por encima de todos. El que es de la tierra pertenece a la tierra y habla de la tierra. El que vino del cielo. 32 da testimonio de lo que ha visto y oído, pero nadie recibe su testimonio. 33 El que recibe su testimonio certifica que Dios es veraz”. (Jn 3,28-33)
La frase esencial de este parágrafo es la que dijo de que: Es necesario que él crezca y que yo disminuya. Es esta frase una más de las que debió pronunciar San Juan Bautista y que se recoge en el evangelio de San Juan evangelista, en la que reconoce al Señor, marcando la diferencia que media entre su grandeza y su nimiedad. Es la humildad que aflora en las palabras de San Juan Bautista, pues no podía ser de otra forma, ya que a humildad es totalmente apreciada por Dios. El orgullo que como sabemos es la antítesis de la humildad, nunca ha soportado este vicio, cualquier hombre de Dios, sea del A.T. o del N.T. y lógicamente San Juan Bautista no iba a ser una excepción
Nos dice Santiago apóstol en su encíclica: “Dios, da su gracia a los humildes y resiste a los soberbios”. (St 4,6). Y el A.T. también podemos leer: “La oración del humilde traspasa las nubes y no descansa hasta que llega a su destino ni se retira hasta que el Altísimo fija en ella su mirada”. (Eclo 35,21).En cuanto a los ejemplos de humildad que nos dio el Señor, San Pablo nos dice: “Cristo Jesús, a pesar de su condición divina, no se aferró a su categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo pasando por uno de tantos. Y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó a sí mismo”. (Flp 2,6-8).
La humildad es el conocimiento y voluntario reconocimiento de nuestra miseria frente a la grandeza de Dios. Es por ello que San Juan Bautista no dudo en manifestar: Es necesario que él crezca y que yo disminuya. Porque para San Juan Bautista, para él su humildad le llevo entre otras varias sentencias a contestarles a los que fueron a preguntarles, quién era él asegurar que: “19 Y este fue el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron donde él desde Jerusalén sacerdotes y levitas a preguntarle: ¿Quién eres tú? 20 El confesó, y no negó; confesó: Yo no soy el Cristo. 21 Y le preguntaron: ¿Qué, pues? ¿Eres tú Elías? El dijo: No lo soy. ¿Eres tú el profeta? Respondió: No. 22 Entonces le dijeron: ¿Quién eres, pues, para que demos respuesta a los que nos han enviado? ¿Qué dices de ti mismo? 23 Dijo él: Yo soy voz del que clama en el desierto: Rectificad el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías. 24 Los enviados eran fariseos. 25 Y le preguntaron: ¿Por qué, pues, bautizas, si no eres tú el Cristo ni Elías ni el profeta? 26 Juan les respondió: Yo bautizo con agua, pero en medio de vosotros está uno a quien no conocéis, 27 que viene detrás de mí, a quien yo no soy digno de desatarle la correa de su sandalia. 28 Esto ocurrió en Betania, al otro lado del Jordán, donde estaba Juan bautizando”. (Jn 1,19-28).
También San Juan Bautista envió a sus discípulos a preguntarle al Señor y Él les contestó. Haciendo un elogio de San Juan Batista, que fue elogiado por el Señor, en estos términos: “¿Qué habéis salido a ver al desierto? ¿Una caña agitada por el viento? 25 ¿Qué salisteis a ver? ¿Un hombre vestido con molicie? Los que visten suntuosamente y viven con regalo están en los palacios de los reyes. 26 ¿Qué salisteis pues, a ver? ¿Un profeta? Sí, yo os digo, y más que profeta. 27 Este es aquel de quien está escrito: “He aquí que yo envié delante de tu faz a mi mensajero, que preparará tu camino delante de ti”. 28 Yo os digo; no hay entre los nacidos de mujer profeta más grande que Juan; pero el más pequeño en el reino de Dios es mayor que él. 29 Todo el pueblo que escuchó y los publicanos conocieron la justicia de Dios, recibiendo el bautismo de Juan, 30 pero los fariseos y los doctores de la Ley anularon el consejo divino respecto de ellos no haciéndose bautizar por él.”. (Lc 7, 24-30).
Mi más cordial saludo lector y el deseo de que Dios te bendiga.
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