Ha bastado un gol de Oyarzabal para llevarse por delante casi 50 años de imposición afrancesada, masónica, ilustrada y antihispánica en este glorioso Reino de España.
Un gol ha derribado la dictadura del euskera y del catalán, de la estelada y la ikurriña, de la banderita arcoíris y la locura trans.
Un gol ha barrido todas las mentiras y manipulaciones de la Historia de España de esos mismos ilustrados: escritores, banqueros, políticos, periodistas y catedráticos.
Un gol ha bastado para barrer de la escena mediática a los comunistas caviar, a los pactistas de la derecha nacida, ay, con la UCD y a los sicarios de La Sexta.
Un gol. Si hubiera sido la victoria en Pavía o San Quintín, ni les cuento. Carvajal con una espada toma la torre de Londres y aún le sobra espada.
Han sido casi 50 de años de adoctrinamiento, crimen, chantaje y soborno. De engaños al pueblo español cargándole con culpas anglosajonas y francesas: genocidios indígenas, racismo, esclavismo legal -y solapado hasta hoy-. Aquí, y a base de sano fornicio, inventamos el mestizaje, esa encarnación amorosa de la variedad, que en yanqui colonial llaman "diversidad" e "inclusión". Que le cuenten esta milonga al Inca Garcilaso De la Vega, a la Malinche o a los mestizos y a los indios que derrotaron a Vernon en Cartagena de Indias, bajo las órdenes de Blas de Lezo.
Pues eso, miles de millones de pesetas y euros gastados en ingeniería social y llega un gol y barre a los ingenieros y su obra miserable. Un gol. Con esto ni contaban en Langley, ni lo imaginó Kissinger... Un gol.
Y un católico: Luis De La Fuente. Con todas las mayúsculas, sin complejo alguno. Orgulloso de su Fe. Y es que, como siempre desde el siglo VI, España solo es grande cuando los que mandan son católicos. Duela a quien duela, caballeros. Es lo que hay y es lo que habrá como sigan provocando a los españoles.
Masones: asuman que el pueblo español no los quiere. Y lárguense a Londres, por ejemplo. Como el funesto y traidor Mendizábal, esa némesis patética y deicida del gran Oyarzabal.