Ellos ya han conocido ese mundo invisible que nos espera y lo más importante, que es el eterno amor que emana del Rostro de Dios, y también la luz de Dios que es la que alumbrará los ojos de nuestra alma y ya está alumbrando los ojos de todas las almas, que los que allí nos esperan, para ser eternamente felices, sin dolores, enfermedades problemas o angustia alguna que nos amarguen, nuestra futura vida. Por supuesto que quienes entrarán en este mundo invisible serán nuestras almas, porque nuestros cuerpos materiales se quedarán en este mundo. Y no tengamos pena por esto, porque se nos dará otro cuerpo glorioso como el del Señor en su Resurrección. Este es el Reino de Dios en el cielo, que ya existe para los que abandonaron este mundo aceptando el amor que Dios les ofrecía y del cual ahora disfrutan.
Nosotros ahora estamos aquí anclados, en este mundo material que es el mundo de nuestros cuerpos, que a diferencia del mundo invisible de nuestras almas que son eternas, el mundo material de nuestros cuerpos, tarde o temprano fenecerá en su totalidad. Y también fenecerá, este mundo tan bello que tanto amamos y nos apegamos a él. Este mundo nosotros lo abandonaremos, cuando termine nuestra prueba de amor, para la que hemos venido a él, el cual también desaparecerá como toda materia desaparece siempre, por descomposición de sus partes. Solo lo referido al orden espiritual nunca desaparece es eterno porque carece de partes. Dios es la simplicidad absoluta
Nosotros ahora mientras estamos en este mundo, nos resulta difícil aceptar la existencia de un desconocido mundo del espíritu. que en esencia es el Amor de su Creador, porque todo lo que existe y por supuesto el orden inferior de la materia, ha sido creado por Dios. Entender y aceptar todo esto, es muy duro y difícil, para el hombre, porque los ojos de nuestro cuerpo iluminado por la luz material del sol y por la luz del reflejo de este, sobre los astros, esencialmente sobre la luna, iluminado también por el fuego o del ingenio humano cual es la electricidad, es de lo único que ahora tenemos para ver y todo lo que estos ojos materiales de nuestra cara, no ven lo llamamos invisible.
Pero lo invisible, no lo es tanto como se pueda suponer. El Señor en los evangelios nos dejó una frase mágica, para cuando no veamos. Refiriéndose a los falsos profetas nos dijo: “Guardaos de los falsos profetas: se acercan con piel de oveja, pero por dentro son lobos rapaces, por sus frutos los conoceréis”. (Mt 7,15-20). También en otros pasajes, para cuando veamos se nos recomienda ver los frutos que produce lo desconocido.
Pues bien no me voy a extender mucho, dando ejemplos de la cantidad de frutos que sabemos que existen y son producto de ese mundo invisible, que muchos quieren ignorar su existencia y si fuera posible borrarlo del mapa. Pero la realidad está ahí y no se puede negar, sabemos que tenemos un alma, y los frutos de nuestra alma, no pertenecen al mundo material. Por ejemplo, ningún animal sabe que va a morir, ni le inquieta ese pensamiento, sin embargo el hombre vive obsesionado por saber cuándo será su muerte y la teme tremendamente. Ningún animal de la creación en este mundo, se ha planteado esa serie de preguntas transcendentes, que a lo largo de su vida más de una vez se plante el hombre.
En la encíclica “Veritatis splendor” Juan Pablo II hace alusión a las preguntas transcendentes que acucian al hombre al decir que: “Por otra parte, son elementos de los cuales depende la «respuesta a los enigmas recónditos de la condición humana que, hoy como ayer, conmueven íntimamente los corazones: ¿Qué es el hombre?, ¿cuál es el sentido y el fin de nuestra vida?, ¿qué es el bien y qué el pecado?, ¿cuál es el origen y el fin del dolor?, ¿cuál es el camino para conseguir la verdadera felicidad?, ¿qué es la muerte, el juicio y la retribución después de la muerte?, ¿cuál es, finalmente, ese misterio último e inefable que abarca nuestra existencia, del que procedemos y hacia el que nos dirigimos?”.
En nuestra vida humana en este mundo material, unos sin darse cuenta y otros tomando nota de ella, esta vida trascurre, en una continua tensión, entre la materia de nuestro cuerpo y la espiritualidad de nuestra alma, cada parte de nuestro ser personal, quiere vivir su vida. A nuestro cuerpo no le interesa en dada las restricciones que le quiere imponer el alma, a la satisfacción de sus deseos materiales, él nuestro cuerpo sabe que irremisiblemente va a desaparecer, de hecho nota día a día como va perdiendo facultades y las enfermedades le van mermando sus capacidades. Raro es el hombre o la mujer, que cuando ya hayan dejado la adolescencia y haya llegado a la madurez, no se lamente de no poder ya más volver a tener 15 o 18 años. Y no digamos nada de los lamentos del cuerpo cuando llega a la senectud y el miedo a la muerte va aumentando día a día, aunque existen almas que a esas alturas ya tienen muy sujeto al cuerpo y sus reacciones son distintas.
En nuestra alma las cosas son distintas. Nuestra alma pertenece al orden del espíritu, que es orden mismo de Dios que es espíritu puro. Dios fue creador absoluto de todo, Él creó el orden de la materia que conforme al principio antrópico, fue creado para y por razón del ser humano. El orden material es inferior al orden espiritual. Lo lógico es que el orden superior gobierne al inferior, para que todo funcione en el orden, porque si es el orden inferior el que domina, lo que sucede es que se produce el caos.
Desgraciadamente y por razón de la dichosa concupiscencia fruto del pecado original, en nosotros gobierna nuestro cuerpo sobre nuestra alma. Esta es la lucha a la que estamos sometidos, pero en la medida en que nuestro cuerpo mortal se va derrumbado y debilitando, nuestra alma inmortal va levantado cabeza y tomando las riendas del camino que desea llevar para alcanzar a Dios. Prueba de todo esto es que en la senectud el hombre es más piadoso y se acerca más al amor de Dios.
Mi más cordial saludo lector y el deseo de que Dios te bendiga.
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- Libro. SANTIDAD EN EL PONTIFICADO.- www.readontime.com/isbn=9788461266357
- Libro. ASEVERACIONES DEL SEÑOR.- http://www.readontime.com/ROT/dagosola/aseveraciones-del-senor_9788461557097.html
- Libro. VIDA DE NUESTRA ALMA.- http://www.readontime.com/ISBN=9788461266364
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