Enrique Cerezo no enmarca el crimen de un aficionado del Depor a manos de seguidores de su equipo en el ámbito cosas del fútbol, pero lo cierto que los empleados de Bankia y la Caixa no quedan  ningún sábado en la Gran Vía para pegarse. Aunque el presidente del Atleti se escuda en que la batalla campal tuvo lugar lejos del Vicente Calderón, eso es como decir que no hay guerra en Siria so pretexto de que las bombas de racimo no caen aún sobre Damasco. 
Junto a Cerezo, la práctica totalidad de los dirigentes de este deporte ha desvinculado el término violencia del concepto fútbol, lo que resulta un empeño inútil si se tiene en cuenta que no es la entrada a destiempo, sino la vida misma, la que origina la mala baba de un respetable que se desfoga en el campo o en sus alrededores.  Si a esto se añade que es un deporte de hombres muy hombres y de periodistas también muy hombres habría resultado más acertado que el presidente, en vez de eludir la catarsis, responsabilizara de los hechos a Fuenteovejuna.