A todo bien nacido le ha conmocionado la muerte de los hermanos de San Juan de Dios, Miguel y Manuel, enfermos de ébola. Descansen en paz estos hijos de la orden de los hospitalarios. Con el fundador de la orden nacieron los hospitales modernos a favor de la salud de los enfermos.
Hace unas fechas la Diputación de Granada hizo entrega del primer hospital concebido para hacer una buena medicina, a sus legítimos propietarios: la orden de San Juan de Dios. El hospital fue trazado como luego hicieron los hermanos el resto de centros sanitarios que sembraron por toda España: un patio central con dos alturas, donde se encontraban las grandes y ventiladas salas para las camas de los enfermos. Cuando hubo que ampliar se adosó un segundo o un tercer patio porticado para las estancias en invierno y en verano para el trato de los enfermos.
Los hermanos de San Juan de Dios fueron extendiéndose desde la segunda mitad del siglo XVI por toda Andalucia. En la provincia de Jaén abrieron casa en la ciudad y en el pueblo de Martos. De esta forma la Iglesia Católica era la administradora de la salud corporal y espiritual de los enfermos ingresados en sus hospitales. La masonería en su afán destructor pegó el hachazo.
Llegada la desamortización organizada por el masón ministro Mendizábal, durante la década los años treinta del siglo XIX, los hospitales en manos de la orden de San Juan de Dios fueron desamortizados, los frailes exclaustrados y toda la sanidad pasó a manos de la beneficencia, término acuñado en las logias masónicas de los creadores de las Diputaciones pronvinciales en los últimos años de la guerra de la independencia.
Como no tenían personal para atender a los enfermos ingresados, trajeron a las Hijas de la Caridad, creadas por Vicente de Paúl, quienes se hicieron cargo desde 1845, de la estructura sanitaria y de la ayuda espiritual, apoyada por capellanes costeados con el dinero de la Diputación.
En la segunda mitad del siglo pasado, se construyeron los modernos hospitales que están en manos de la Sanidad pública, quienes fueron amortizando las plazas de las Hijas de la Caridad. Hasta hoy que solamente existen los capellanes para la atención espiritual de los enfermos.
La desamortización ocurrió en Granada, excepto en la basílica donde está enterrado San Juan de Dios y en el hospital de San Rafael que la orden hospitalaria construyó pegado a la misma posteriormente. Ahora la misma Diputación ha entregado el viejo edificio hospitalario a la orden, con el fin de ubicar en su interior el museo de la provincia granadina, otro punto atrayente de cultura para la capital de los cármenes.
Descansen en paz los hermanos Miguel Pajares, y Manuel García Viejo, hijos de San Juan de Dios, han muerto por servir a los enfermos cayendo en la misma dolencia. Dios se lo premiará.
Tomás de la Torre Lendínez