Circula por la red un vídeo de Pablo Iglesias, según parece en estado previo a la resaca, que sus incondicionales intentan que desaparezca y sus adversarios que se haga viral. En el corte, en vez de cantar Paquito el Chocolatero, que es lo lógico, el dirigente de Podemos canta la Internacional, que es lo suyo, pues la Internacional no es la versión definitiva de El emigrante, sino la banda sonora que los seguidores de Lenin yuxtaponen a la película de la opresión. Y que Iglesias entona como si acompañara a Rosendo en vez de con la sobria cadencia obrera del coro de Rodiezmo.
Aún así no entiendo la polémica generada por el vídeo. El cubata es tan consustancial al paisaje español como la cordillera bética. A casi todas las personas con las que he pasado más de una hora las he visto bailar la conga, con eso lo digo todo. De modo que lo que me preocupa no es que Iglesias beba o no, sino que en términos ideológicos pretenda sustituir en España el vino por el vodka. Y no porque yo sea más partidario de la fermentación que del alcohol industrial, que también, sino porque intuyo que lo siguiente que hará Podemos será buscar en la guía el domicilio de los Romanov.