En los próximos días celebraremos la festividad de todos los santos. Esta fiesta se basa en la enseñanza paulina de la comunión de los Santos 1Cor 12, la Iglesia no solo es la que se encuentra en la Tierra, que llamaremos peregrina, sino también la triunfante del cielo y la purgante del purgatorio. Pues bien entre los miembros de esta santa Iglesia existe comunión, de forma que pueden orar e interceder unos por otros, esto es lo que se conoce como la "comunión de los Santos". Pero podemos preguntarnos, ¿Desde cuando los cristianos creen en que los santos pueden interceder por nosotros los que vivimos aquí en la Tierra? La respuesta a esta pregunta la daremos en el presente artículo. Desde los orígenes del cristianismo ya se creían que tenemos santos, mártires, que oran por nosotros a Dios, que interceden por sus hermanos en Cristo que aun están caminando en este mundo.

 ¿Qué enseñaron los santos padres de la Iglesia sobre la Intercesión de los Santos?

SAN IGNACIO DE ANTIOQUIA (AÑO 106 D.C):

El amor de los esmirneanos y los efesios os saluda. Recordad en vuestras oraciones a la iglesia que está en Siria; de la cual [además] no soy digno de ser llamado miembro, siendo el último de ellos. Pasadlo bien en Jesucristo, sometiéndoos al obispo como al mandamiento, y del mismo modo al presbiterio; y cada uno de vosotros ame al otro con corazón indiviso. Mi espíritu es ofrecido por vosotros, no sólo ahora, sino también cuando llegue a Dios. ( San Ignacio de Antioquia Epistola  a los Tralianos XIII).

SAN CLEMENTE DE ALEJANDRIA (AÑO 215 DC):

Y también reza con los ángeles, como si ya fuera "igual a los ángeles" (Lc 20,36), y nunca se encuentra fuera de su santa vigilancia; y . aunque rece solo, tiene el coro asociado de los santos( San Clemente de Alejandria Stromata Libro VII, cap 12).

ORÍGENES DE ALEJANDRIA (250 DC):

El sumo Sacerdote ora con los que oran de corazón. Y también "los ángeles en el cielo se alegran por un pecador que se convierte más que por noventa y nueve justos que no tienen necesidad de conversión" (Lc 15,7; Mt 18,13). Asimismo, las almas de los santos que ya descansaron. Esto se prueba con el pasaje de Rafael ofreciendo al Señor un sacrificio espiritual por Tobías y Sara. Después que ambos oraron, dice la Escritura: "Fue oída en aquel instante en la gloria de Dios la plegaria de ambos y fue enviado Rafael a curar a los dos" (Tob. 3,16-17). El mismo Rafael, al dar a conocer lo que había hecho por ellos como ángel a las órdenes de Dios dice: "Cuando tú y Sara hacíais oración, era yo el que presentaba y leía ante la gloria del Señor el memorial de vuestras peticiones". Y un poco más adelante: "Yo soy Rafael, uno de los siete ángeles que están siempre presentes y tienen entrada en la gloria del Señor" (Tob. 12,12. 15). Por tanto, conforme a las palabras de Rafael, "buena es la oración con ayuno, limosna y justicia" (Tob. 12,8). (Origenes tratado sobre la oración 11)

No está fuera de razón dirigir peticiones, súplicas y acción de gracias a los santos. Súplicas y acción de gracias no sólo a los santos sino también a los hombres. Peticiones, sin embargo, únicamente a los santos, si se halla algún Pablo o Pedro que nos ayude a merecer los frutos del poder que ellos tienen para perdonar los pecados (Mt 9,6; Jn 20,23). Pero también, si injuriamos a alguno que no sea santo, al caer en cuenta de que le hemos ofendido, le pedimos perdón. Si se presentan estas súplicas al Señor, ¿con cuánta mayor razón podrán dirigirse a Cristo, quien, por voluntad del Padre, tantos beneficios nos concede? Hay que suplicarle como hizo Esteban diciendo: "Señor, no les tengas en cuenta este pecado" (Hech 7,59). A ejemplo del padre del lunático diremos: "Señor, ten piedad de mi hijo" (Mt 17,15; Lc 9,38). (Oraciones 14,6-Origenes).

SAN EFREN DE SIRIA ( 340 D.C)

 “ Ustedes mártires victoriosos que sufrieron tormentos voluntariamente por el amor de Dios y Salvador, ustedes que tienen el valor de hablar al Señor mismo, ustedes santos, intercedan por nosotros, que somos hombres tímidos y pecadores, llenos de pereza, que la gracia de Cristo puede venir sobre nosotros e iluminar el corazón de todos nosotros para que podamos amarlo. ” (Comentario sobre Marcos).

SAN CIRILO DE JERUSALEN  ( 350 D.C):

 " Entonces, [durante la oración eucarística] recordamos también a los que se durmieron antes que nosotros: primero a los patriarcas, profetas, apóstoles y mártires, para que Dios, a través de sus oraciones y súplicas, se digne recibir las nuestras ". ( Lecturas catequéticas 23, 9 ).

SAN GREGORIO DE NACIANZO ( 360 D.C):

 Orando a San Cipriano, dice: Que desde lo alto nos mires y guíes nuestra palabra y nuestra vida, y pastoreas este sagrado rebaño ... regocijándote en la Santísima Trinidad, ante quien estás ". (Oraciones 17 [24]).

SAN AMBROSIO DE MILAN ( 388 D.C):

Que Pedro, que lloró tan eficazmente por sí mismo, llore por nosotros y vuelva hacia nosotros el rostro benigno de Cristo. (Hexamerón 5:25:90 )

La llevaron, se dice, con mucha fiebre, y le rogaron por ella.   Tú también tienes personas cerca de ti para suplicar por ti. Tienes a los Apóstoles cerca, tienes a los Mártires cerca; si te asocias con los mártires en devoción, te acercas a ellos también por obras de misericordia. Muestra misericordia y estarás cerca de Pedro. No es la relación de sangre, sino la afinidad de la virtud lo que nos acerca, porque no andamos en la carne sino en el  Espiritu . Aprecia, pues, la cercanía de Pedro y la afinidad de Andrés, para que oren por ti y concedan tus deseos.  (Sobre las viudas 54).

SAN JERONIMO ( 390.D.C):

 Dices en tu libro que mientras vivamos, podemos orar unos por otros, pero luego, cuando muramos, la oración de una persona a otra no se puede escuchar [...] Si los Apóstoles y los mártires, mientras están en su carne mortal, y todavía necesitado de cuidados personales, todavía podian orar por los demás, mucho más ahora que ya han recibido la corona de sus victorias y triunfos. Moisés, un hombre, obtuvo el perdón de Dios por 600 mil hombres armados; y Esteban, por sus perseguidores. ¿Serán menos poderosos ahora que reinan con Cristo? São Paulo dice que con sus oraciones salvó la vida de 276 hombres, que lo siguieron en el barco [naufragio en la isla de Malta]. Y después de su muerte, ¿cesará su boca y no hablará una palabra a favor de los que en el mundo, por él, creyeron en el Evangelio? ( Contra la Vigilancia 6 ).

SAN AGUSTIN DE HIPONA ( 420D.C.):

El pueblo cristiano, en cambio, celebra unido en solemnidad religiosa las memorias de los mártires, para estimular su imitación, asociarse a sus méritos, y ayudarse con sus oraciones, de tal modo, sin embargo, que no levantamos altares a ningún mártir, sino al Dios de los mártires, aunque en las memorias de los mártires  ( Agustín Réplica a Fausto el Maniqueo Libro 20 par 21).

Porque lloran en esta muerte, en estas tribulaciones, en su deambular; y porque reconocen que están en esta miseria, y lloran, son bienaventurados. ¿Por qué lloran? El bienaventurado Cipriano se entristeció en su pasión: ahora se consuela con su corona; ahora, aunque reconfortado, estaba triste. Por nuestro Señor Jesucristo todavía intercede por nosotros: todos los mártires que están con él interceden por nosotros. (  Exposición de Agustín sobre el Salmo 86 par 23).

SAN FULGENCIO DE RUSPE ( 520 D.C):

Ahora Pablo se alegra con Esteban, goza con el de la gloria de Cristo, con el desborda de alegría, con el reina. Allí donde entro primero Esteban, aplastado por las piedras de Pablo, entro luego Pablo, ayudado por las oraciones de Esteban (SAN FULGENCIO DE RUSPE, Sermón 3).

SAN JULIAN DE TOLEDO ( 675 D.C.):

Pueden los bienaventurados rezar por la salvación de los vivientes, conforme se lo permita el Señor. Es cierto , efectivamente que ellos se acuerdan de las personas que amaron cuando habitaban en este mundo, pues no han perecido los sentimientos que les unían cuando estaban en vida, antes bien hemos de pensar que se han intensificado una vez que se han liberado del peso del cuerpo. La sagrada Escritura en efecto, dice que el cuerpo corruptible entorpece el alma (Sb 9,15) y por tanto el alma que ya no experimenta el peso del cuerpo, goza de mayor libertar. El alma que ya ha experimentado la muerte conserva el conocimiento íntegro y la plenitud de memoria, y por eso guarda un amable recuerdo de sus seres queridos. Recordando pues, a aquellos que amaba estando en el mundo, los encomienda a Cristo con sus preces, y estas oraciones,  no son otra cosa sino el deseo de tenerlos junto a si. (San Julián de Toledo, Prognosticon II, 26; PL 96,488)