Da fe de lo anterior el medio millar de personas que disfrutó de la conferencia que recién ha dado Abadía en la Universidad de Jaén, donde habló sobre la familia de toda la vida, esa institución que como una casa de tablas apuntalada sobre roca sufre, pero resiste, las tarascadas de quienes consideran que el progresismo es anterior al derecho natural. Don Leopoldo defiende lo contrario suavemente, con la sutileza de quien habla maravillas de la ebullición para hacer ver la importancia de no dejar el grifo abierto.
La familia, entendida a su manera, es un ecosistema tanto más feliz cuanta mayor sea su biodiversidad. Lo tiene claro él, a cuyo lado Alberto Closas no es un eunuco, pero casi. Padre de 12 hijos, Abadía destaca la importancia, no del tálamo, sino del amor, que no es la cara amable del sexo, sino el afrodisíaco del matrimonio, lo que, como sabe todo el que está felizmente casado, otorga al beso en la mejilla rango de pasión desatada.