Todo estrategia de redes sociales para hacer conciencia sobre la importancia de aportar tiempo, dinero y esfuerzo a favor de los más necesitados es bien recibida; sin embargo, cuando el que ayuda monta prácticamente un escenario en medio de la selva para hacer de su labor un ejemplo de narcicismo, pierde credibilidad. Entonces, ¿tiene algo de malo tomarse una selfie con alguien necesitado? Depende de la intención con que se haga. Lo cierto es que hay que tener cuidado de no jugar con la imagen del que sufre para aparentar bondad.

 Cuando te encuentras con un niño que no sabe leer ni escribir o una señora diabética que carece de lo necesario para poder solventar su tratamiento, lo último que se te debería de ocurrir es sacar el celular (móvil) para tomarte una fotografía con alguien que lo está pasando tan mal que posiblemente no tenga fuerzas para sonreír. ¿Será que nos importa más el escenario que la historia real? Todas estas preguntas nos ayudan a entender mejor cómo vivir de una manera profunda, realmente sensible a las dificultades por las que atraviesan muchas personas alrededor del mundo. Cuando le llevaban un moribundo a la M. Teresa de Calcuta, no les decía: “¡Espera!, dame dos minutos en lo que voy por la cámara”. En el fondo, lo que nos falta es sentido común. Por esta razón, vale la pena hacer conciencia y, desde ahí, darnos cuenta que los pobres, la gente que pasa por alguna situación dolorosa, no son para tomarlos como cartel de “¡qué buenos somos!”. Al contrario, se trata de atenderlos, escucharlos y hacer lo que esté en nuestras manos por revindicar su dignidad, pero sin buscar premios o aplausos. De lo contrario, caemos en las palabras y en los gestos vacíos, superficiales.

 ¿Selfie al ayudar? Mejor invertir ese tiempo para despertar y tomar acciones concretas a favor de la realidad social sin ideologías o slogans meramente publicitarios. Si, después de conocer a la persona, te dice: “vamos a tomarnos una fotografía del recuerdo”, la cosa cambia, adquiere un nuevo significado y lo que capte la cámara será la memoria de un día especial y no una forma de lavarse la conciencia ¡con agua sucia! Vale la pena ir cambiando el enfoque de nuestras acciones. El momento es ahora.