por Steven D. Greydanus
El 17 de marzo de 1995, casi exactamente 10 años antes de su fallecimiento, el Papa Juan Pablo II se dirigió a la asamblea plenaria del Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales, el que ese año observaba otro aniversario de particular importancia relacionado con la misión para la que fue establecido, celebración también cercana al corazón del Santo Padre: el centenario del cine.
“Desde que la primera audiencia pública en París viera las imágenes en movimiento preparadas por los hermanos Lumière en diciembre de 1895,” dijo el Papa, “la industria cinematográfica se ha convertido en un medio universal que ejerce una profunda influencia en el desarrollo de las actitudes y opciones de la gente, poseyendo una notable habilidad para influenciar a la opinión pública y a la cultura a través de todas las fronteras, tanto sociales como políticas.”
Las observaciones del Papa fueron tanto visiones hacia el futuro, hablando sobre el potencial del cine para convertirse en “un factor cada vez más positivo en el desarrollo de los individuos y en un estímulo para la conciencia de la sociedad como un todo,” cuanto también de mentalidad histórica, hablando positivamente de las contribuciones loables de “muchas producciones que valen la pena durante los cien años de la existencia [del cine].”
Más adelante, ese mismo año, la comisión pontificia entregó un importante punto de referencia para los Católicos interesados en evaluar las “muchas producciones que valen la pena realizadas durante los primeros cien años de la existencia” del cine: una lista con 45 películas, posteriormente conocida como la Lista de Películas del Vaticano.
Aunque suele ser caracterizada, algo erradamente, como “las mejores películas del Vaticano,” la lista no tiene como objeto el establecer de forma definitiva o magistral una lista de las “mejores quince” ni tampoco establecer en particular estas películas como que valieran definitivamente más la pena que otras películas que no fueron incluidas en ella. Titulada simplemente como “Algunas Películas Importantes,” la lista contiene una selección cruzada de películas sobresalientes, elegidas por un comité de doce académicos del cine internacionales nombrados por la cabeza de la comisión pontificia, el Arzobispo John Foley. El Arzobispo Foley ha dicho que esta lista no pretende canonizar las películas que contiene; y, al entregar la lista, la comisión reconoció, “No todas las que merecen mención han sido incluidas.”
La lista contiene tres categorías, “Religión,” “Valores,” y “Arte,” con 15 películas en cada una de ellas. Algunas son favoritas de la mayoría (e.j., It’s a Wonderful Life; The Wizard of Oz). Otras tienen una extraordinaria significación moral o espiritual (e.j., A Man for All Seasons; Schindler’s List). Es más, hay algunas desafiantes/exigentes de “cine arte” que requieren de estudio crítico avanzado (el misticismo austero de Andrei Rublev y The Sacrifice del director Tarkovski; el grotesco exótico de La Strada y 8½ del director Fellini).
La lista incluye comedia (The Lavender Hill Mob), terror (Nosferatu), ciencia ficción (2001: A Space Odyssey; Metropolis), animación (Fantasia), deporte (Chariots of Fire), melodrama familiar (Little Women), numerosas películas de guerra, y varias películas mudas e incluso una de vaqueros (Stagecoach).
Esta apertura al cine en todas sus formas refleja la visión articulada por el discurso del Santo Padre a la comisión pontificia. “El juicio general de la Iglesia con respecto a esta forma del arte, tal como con todo arte genuino, es positivo y esperanzador,” declaró Juan Pablo II. “Hemos visto que las obras maestras de este arte del cinematógrafo pueden ser emotivos retos al espíritu humano, capaces de lidiar con temas profundos de gran significación e importancia desde un punto de vista ético y espiritual.”
Al mismo tiempo, el Papa dejó advertencias: “Desafortunadamente, debemos decirlo, algunas producciones cinematográficas merecen críticas y desaprobación, incluso con severidad. Este es el caso cuando una película distorsiona la verdad, oprime la genuina libertad, o muestran escenas de sexo y violencia ofensivas a la dignidad humana.”
Esta advertencia moral también puede verse utilizada en las elecciones reflejadas por la lista de películas del Vaticano. Por ejemplo, el pionero del cine mudo, D. W. Griffith, honrado en esta lista con su ambiciosa épica Intolerance, puede ser mejor conocido por su importante, y profundamente controversial película The Birth of a Nation, una épica de la Guerra Civil estadounidense que contiene una marcada imaginería racista.
Aunque sin dudas Birth of a Nation es una “película importante,” también “merece críticas y desaprobación,” para usar las palabras del Papa, por “distorsionar la verdad” e incluso “oprimir la genuina libertad.” Tales consideraciones pudieron haber jugado un rol a la hora de honrar Intolerance en lugar de Birth of a Nation en la lista.
De la misma forma, la representante de la comedia en la lista, la película del Estudio Ealing The Lavender Hill Mob, puede haber sido incluida por sobre otra película de Ealing del mismo período, tal vez más popular, Kind Hearts and Coronets, por razones morales.
Ambas películas encarnan el humor negro sofisticado, jocoso y subversivo que era la marca registrada de Ealing. The Lavender Hill Mob protagonizada por Alec Guinness y Stanley Holloway como un par de ladrones de oro; Kind Hearts and Coronets protagonizada por Dennis Price como un contrariado y distante heredero de un título que metódicamente asesina a todos sus parientes (todos interpretados por Guinness) que se interponen entre él y el título. ¿Se consideró que el asesino en serie de la comedia negra Kind Hearts and Coronets fuera menos apropiado para la lista del Vaticano que la modesta comedia negra de estafa The Lavender Hill Mob?
Aunque la lista honra películas que muestran recato en torno a la violencia y sexualidad, no se confina a aquellas que evaden totalmente estos temas — como el patrocinio de la Iglesia en otras artes, históricamente, no ha huido de representaciones de violencia y desnudez. De tal forma que podrán ser encontrados en esta lista de películas: desnudez, contenido sexual, lenguaje profano y obsceno, y violencia explícita.
Pero todas demuestran un nivel de restricción que las distinguen de las producciones que son moralmente indignas. Al reconocer películas que tratan contenidos potencialmente perturbadores la lista vuelve a reflejar el pensamiento de Juan Pablo II, quien escribió en su Carta a los Artistas, “Incluso cuando exploran las profundidades más oscuras del alma o los aspectos más inquietantes de la maldad, los artistas de alguna manera dan voz al deseo universal de redención.”
Al reconocer los méritos de estas películas en particular el consejo no respaldó todo lo que contenían las mismas, o les dio algún tipo de imprimatur o sello de aprobación eclesiástico. Las películas, como cualquier otra obra cultural, son rara vez, si es que alguna, perfectas. Incluso con algunas buenas o importantes, el espectador debe ser capaz de pensar críticamente y separar lo bueno de lo malo.
De tal manera, las películas que aparecen, por ejemplo, en la categorías de “Valores” poseen una valor moral especial, pero eso no quiere decir que sean perfectas incluso en consideración a su contenido moral — y ciertamente no con respecto a su importancia religiosa o artística. Así también, no hay un patrocinio de las ideas religiosas o morales en la categoría “Arte”; estas películas fueron incluidas por haber sido emblemáticas en el arte de la cinematografía, no por sus valores religiosos o morales.
A modo de ejemplo, 2001: A Space Odyssey es justamente reconocida como un extraordinario logro cinematográfico, pero su mitología no teísta sobre la ascensión del hombre es una reflexión de una cosmovisión secular que los cristianos no pueden aceptar. Es posible, a pesar de ello, apreciar el logro de la película sin aceptar su cosmovisión, tal como uno puede apreciar La Iliada sin creer en los dioses griegos. El consejo pontificio también reconoció la importancia religiosa de El Evangelio Según San Mateo del director Pier Paolo Pasolini a pesar de que Paolini mismo era un marxista.
La lista ni es infalible ni autoritaria. Los católicos, razonablemente, podría tener problemas con algunos de los títulos incluidos. Tengo mi propia disputa con la lista, la que en mi opinión incluye tanto la mejor película sobre San Francisco de Asís, dirigida por Rossellini, The Flowers of St. Francis, y la peor película, dirigida por Liliana Cavani, Francesco.
Hay algunos títulos ausentes que yo agregaría con gusto, por sobre todos Journal d´un curé de campagne de Robert Bresson. La adorable película polaca Faustyna también habría tenido méritos para ser considerada, si tan solo hubiese sido estrenada algunos años antes de la aparición de la lista en lugar del mismo año 1995. Tal vez sea incluida cuando se celebren los próximos 100 años del cine.
¿Qué otras películas de los últimos diez años podrían justificar una inclusión a una lista continuadora? Muchas películas celebradas hoy, tales como Million Dollar Baby y Sideways, parecieran improbables de generar mucho interés en una década más. Por otra parte parece probable que The Passion of the Christ tenga, con el pasar del tiempo, un impacto duradero, indicando que sería una obvia candidata. El Arzobispo Foley ha defendido The Passion frente a sus críticos, argumentando que “si son críticos de la película, entonces deben ser críticos del Evangelio.” Juan Pablo II, que puede, o no, haber dicho “Es como fue,” posiblemente habría estado de acuerdo.
Steven D. Greydanus es el autor y creador del sitio The Decent Films Guide (DecentFilms.com) y aparece regularmente en medios católicos. Junto a su esposa Suzanne tiene siete hijos.
@DecentFilms
Copyright © [2005] Steven D. Greydanus. All rights reserved by author. Used by permission. Author is not responsible for translation. Artículo original The Vatican Film List
Todos los derechos reservados. Usar solo previa autorización del autor. El Autor no se hace responsable por la traducción.
Traducido por Alfred Capra con la autorización de Steven D. Greydanus.
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El 17 de marzo de 1995, casi exactamente 10 años antes de su fallecimiento, el Papa Juan Pablo II se dirigió a la asamblea plenaria del Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales, el que ese año observaba otro aniversario de particular importancia relacionado con la misión para la que fue establecido, celebración también cercana al corazón del Santo Padre: el centenario del cine.
“Desde que la primera audiencia pública en París viera las imágenes en movimiento preparadas por los hermanos Lumière en diciembre de 1895,” dijo el Papa, “la industria cinematográfica se ha convertido en un medio universal que ejerce una profunda influencia en el desarrollo de las actitudes y opciones de la gente, poseyendo una notable habilidad para influenciar a la opinión pública y a la cultura a través de todas las fronteras, tanto sociales como políticas.”
Las observaciones del Papa fueron tanto visiones hacia el futuro, hablando sobre el potencial del cine para convertirse en “un factor cada vez más positivo en el desarrollo de los individuos y en un estímulo para la conciencia de la sociedad como un todo,” cuanto también de mentalidad histórica, hablando positivamente de las contribuciones loables de “muchas producciones que valen la pena durante los cien años de la existencia [del cine].”
Más adelante, ese mismo año, la comisión pontificia entregó un importante punto de referencia para los Católicos interesados en evaluar las “muchas producciones que valen la pena realizadas durante los primeros cien años de la existencia” del cine: una lista con 45 películas, posteriormente conocida como la Lista de Películas del Vaticano.
Aunque suele ser caracterizada, algo erradamente, como “las mejores películas del Vaticano,” la lista no tiene como objeto el establecer de forma definitiva o magistral una lista de las “mejores quince” ni tampoco establecer en particular estas películas como que valieran definitivamente más la pena que otras películas que no fueron incluidas en ella. Titulada simplemente como “Algunas Películas Importantes,” la lista contiene una selección cruzada de películas sobresalientes, elegidas por un comité de doce académicos del cine internacionales nombrados por la cabeza de la comisión pontificia, el Arzobispo John Foley. El Arzobispo Foley ha dicho que esta lista no pretende canonizar las películas que contiene; y, al entregar la lista, la comisión reconoció, “No todas las que merecen mención han sido incluidas.”
La lista contiene tres categorías, “Religión,” “Valores,” y “Arte,” con 15 películas en cada una de ellas. Algunas son favoritas de la mayoría (e.j., It’s a Wonderful Life; The Wizard of Oz). Otras tienen una extraordinaria significación moral o espiritual (e.j., A Man for All Seasons; Schindler’s List). Es más, hay algunas desafiantes/exigentes de “cine arte” que requieren de estudio crítico avanzado (el misticismo austero de Andrei Rublev y The Sacrifice del director Tarkovski; el grotesco exótico de La Strada y 8½ del director Fellini).
La lista incluye comedia (The Lavender Hill Mob), terror (Nosferatu), ciencia ficción (2001: A Space Odyssey; Metropolis), animación (Fantasia), deporte (Chariots of Fire), melodrama familiar (Little Women), numerosas películas de guerra, y varias películas mudas e incluso una de vaqueros (Stagecoach).
Esta apertura al cine en todas sus formas refleja la visión articulada por el discurso del Santo Padre a la comisión pontificia. “El juicio general de la Iglesia con respecto a esta forma del arte, tal como con todo arte genuino, es positivo y esperanzador,” declaró Juan Pablo II. “Hemos visto que las obras maestras de este arte del cinematógrafo pueden ser emotivos retos al espíritu humano, capaces de lidiar con temas profundos de gran significación e importancia desde un punto de vista ético y espiritual.”
Al mismo tiempo, el Papa dejó advertencias: “Desafortunadamente, debemos decirlo, algunas producciones cinematográficas merecen críticas y desaprobación, incluso con severidad. Este es el caso cuando una película distorsiona la verdad, oprime la genuina libertad, o muestran escenas de sexo y violencia ofensivas a la dignidad humana.”
Esta advertencia moral también puede verse utilizada en las elecciones reflejadas por la lista de películas del Vaticano. Por ejemplo, el pionero del cine mudo, D. W. Griffith, honrado en esta lista con su ambiciosa épica Intolerance, puede ser mejor conocido por su importante, y profundamente controversial película The Birth of a Nation, una épica de la Guerra Civil estadounidense que contiene una marcada imaginería racista.
Aunque sin dudas Birth of a Nation es una “película importante,” también “merece críticas y desaprobación,” para usar las palabras del Papa, por “distorsionar la verdad” e incluso “oprimir la genuina libertad.” Tales consideraciones pudieron haber jugado un rol a la hora de honrar Intolerance en lugar de Birth of a Nation en la lista.
De la misma forma, la representante de la comedia en la lista, la película del Estudio Ealing The Lavender Hill Mob, puede haber sido incluida por sobre otra película de Ealing del mismo período, tal vez más popular, Kind Hearts and Coronets, por razones morales.
Ambas películas encarnan el humor negro sofisticado, jocoso y subversivo que era la marca registrada de Ealing. The Lavender Hill Mob protagonizada por Alec Guinness y Stanley Holloway como un par de ladrones de oro; Kind Hearts and Coronets protagonizada por Dennis Price como un contrariado y distante heredero de un título que metódicamente asesina a todos sus parientes (todos interpretados por Guinness) que se interponen entre él y el título. ¿Se consideró que el asesino en serie de la comedia negra Kind Hearts and Coronets fuera menos apropiado para la lista del Vaticano que la modesta comedia negra de estafa The Lavender Hill Mob?
Aunque la lista honra películas que muestran recato en torno a la violencia y sexualidad, no se confina a aquellas que evaden totalmente estos temas — como el patrocinio de la Iglesia en otras artes, históricamente, no ha huido de representaciones de violencia y desnudez. De tal forma que podrán ser encontrados en esta lista de películas: desnudez, contenido sexual, lenguaje profano y obsceno, y violencia explícita.
Pero todas demuestran un nivel de restricción que las distinguen de las producciones que son moralmente indignas. Al reconocer películas que tratan contenidos potencialmente perturbadores la lista vuelve a reflejar el pensamiento de Juan Pablo II, quien escribió en su Carta a los Artistas, “Incluso cuando exploran las profundidades más oscuras del alma o los aspectos más inquietantes de la maldad, los artistas de alguna manera dan voz al deseo universal de redención.”
Al reconocer los méritos de estas películas en particular el consejo no respaldó todo lo que contenían las mismas, o les dio algún tipo de imprimatur o sello de aprobación eclesiástico. Las películas, como cualquier otra obra cultural, son rara vez, si es que alguna, perfectas. Incluso con algunas buenas o importantes, el espectador debe ser capaz de pensar críticamente y separar lo bueno de lo malo.
De tal manera, las películas que aparecen, por ejemplo, en la categorías de “Valores” poseen una valor moral especial, pero eso no quiere decir que sean perfectas incluso en consideración a su contenido moral — y ciertamente no con respecto a su importancia religiosa o artística. Así también, no hay un patrocinio de las ideas religiosas o morales en la categoría “Arte”; estas películas fueron incluidas por haber sido emblemáticas en el arte de la cinematografía, no por sus valores religiosos o morales.
A modo de ejemplo, 2001: A Space Odyssey es justamente reconocida como un extraordinario logro cinematográfico, pero su mitología no teísta sobre la ascensión del hombre es una reflexión de una cosmovisión secular que los cristianos no pueden aceptar. Es posible, a pesar de ello, apreciar el logro de la película sin aceptar su cosmovisión, tal como uno puede apreciar La Iliada sin creer en los dioses griegos. El consejo pontificio también reconoció la importancia religiosa de El Evangelio Según San Mateo del director Pier Paolo Pasolini a pesar de que Paolini mismo era un marxista.
La lista ni es infalible ni autoritaria. Los católicos, razonablemente, podría tener problemas con algunos de los títulos incluidos. Tengo mi propia disputa con la lista, la que en mi opinión incluye tanto la mejor película sobre San Francisco de Asís, dirigida por Rossellini, The Flowers of St. Francis, y la peor película, dirigida por Liliana Cavani, Francesco.
Hay algunos títulos ausentes que yo agregaría con gusto, por sobre todos Journal d´un curé de campagne de Robert Bresson. La adorable película polaca Faustyna también habría tenido méritos para ser considerada, si tan solo hubiese sido estrenada algunos años antes de la aparición de la lista en lugar del mismo año 1995. Tal vez sea incluida cuando se celebren los próximos 100 años del cine.
¿Qué otras películas de los últimos diez años podrían justificar una inclusión a una lista continuadora? Muchas películas celebradas hoy, tales como Million Dollar Baby y Sideways, parecieran improbables de generar mucho interés en una década más. Por otra parte parece probable que The Passion of the Christ tenga, con el pasar del tiempo, un impacto duradero, indicando que sería una obvia candidata. El Arzobispo Foley ha defendido The Passion frente a sus críticos, argumentando que “si son críticos de la película, entonces deben ser críticos del Evangelio.” Juan Pablo II, que puede, o no, haber dicho “Es como fue,” posiblemente habría estado de acuerdo.
Steven D. Greydanus es el autor y creador del sitio The Decent Films Guide (DecentFilms.com) y aparece regularmente en medios católicos. Junto a su esposa Suzanne tiene siete hijos.
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Copyright © [2005] Steven D. Greydanus. All rights reserved by author. Used by permission. Author is not responsible for translation. Artículo original The Vatican Film List
Todos los derechos reservados. Usar solo previa autorización del autor. El Autor no se hace responsable por la traducción.
Traducido por Alfred Capra con la autorización de Steven D. Greydanus.
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