Sin duda, los libros de JRR Tolkien tienen muchas frases y pensamientos interesantes para comprender los signos de los tiempos (Lc 12,54-59). Por ejemplo tomemos este fragmento de diálogo entre Frodo y Gandalf. Frodo, tras ver todo lo que ha ido sucediendo, se siente aplastado por la responsabilidad. Esto le hace perder la esperanza. La esperanza es la vela encendida que nos permite ver y ser vistos , por el Señor. En la Parábola de las diez vírgenes, vemos qué sucede a las que no tenían aceite para que la luz de la esperanza no se apagará (Mt 25,1-13). Sin esperanza, la fe y la caridad desaparecen. Esto le lleva a decir a Frodo:
¡Ojalá el anillo nunca hubiera llegado a mí! ¡Ojalá nada de esto hubiera ocurrido!
Gandalf le responde de forma certera:
Eso desean los que viven estos tiempos, pero no les toca a ellos decidir. Lo único que podemos decidir es qué hacer con el tiempo que se nos ha dado. Hay otras fuerzas en este mundo, Frodo, además de la voluntad del mal. Bilbo estaba destinado a encontrar el anillo y, como consecuencia, tú estabas destinado a tenerlo. Y eso es un pensamiento alentador.
La esperanza surge en la espera, dándole objetivo y sentido. No nos quita los problemas ni los hace más pequeños. No nos evade de las responsabilidades ni nos permite desentendernos de lo que sucede. La esperanza nos permite encontrar las fuerzas necesarias para dar cada paso adelante.
A partir del mensaje de JRR Tolkien, podemos preguntarnos: ¿Qué es lo que deseamos en los tiempos que vivimos? Creo que en estos tiempos lo que deseamos es olvidarnos de todo y vivir la vida. La humanidad anda desconcertada y perdida. Estamos saturados de información y comunicación. La inmediatez de la comunicación es una herramienta maravillosa y al mismo tiempo, un afilado cuchillo que hay que saber utilizar. Podemos ver cómo se ha utilizado la comunicación en los Juegos Olímpicos de París. También podemos seguir el rastro que traza la descomposición de una comunidad de religiosas en Burgos (Belorado). No nos toca a nosotros decidir los tiempos que nos ha tocado vivir, pero sí tenemos una responsabilidad: ¿Qué hacemos con el tiempo que Dios nos ha concedido de vida? Estas preguntas deben ser contestadas por cada uno de nosotros. No tienen una respuesta que podamos adquirir por un "módico precio".
Como indica Tolkien, es muy importante que no nos centremos en el mal. Aunque las noticias y las redes intenten llenarnos el ánimo de sombras y destruir la esperanza, "hay otra fuerzas en este mundo". Fuerzas que tendemos a olvidar cegados por la gran cantidad de maldad que llega a nosotros por todos los medios sociales. Maldad que nos induce a quedarnos en la depresiva zona de confort del "no hacer" y "olvidar". Lo sencillo siempre es adoptar una postura quietista: encogernos de hombros y dejar que pase lo que tenga que pasar. En el otro extremo tampoco encontraremos refugio. El activismo pelagiano nos tienta a despreciar que la Voluntad de Dios es la que da sentido a nuestras acciones.
Tolkien nos dice: "Lo único que podemos decidir es qué hacer con el tiempo que se nos ha dado". ¿Cómo decidir? Sin duda la oración es esencial, así como la contemplación y la meditación. Esto es esencial porque es el aceite que nos permite esperar sin desesperar. Pero, además, hay que estar despiertos para que el "Novio" no pase sin que nos demos cuenta. Esto conlleva acción. Acción que a nuestra sociedad le repugna. ¿Por qué? Porque evidencia las mentiras sobre las que se asienta lo "políticamente correcto" que nos induce a aceptar sin cuestionarlo. Los "signos de los tiempos" que vivimos, olvidan a Dios. ¿Por qué no lo hacemos presente con nuestra vida? Aunque esto incomode a muchas personas y nos traiga problemas en todos lo ámbitos de la vida.