Preocupados como estamos en la crisis económica que desangra España con su componente de corrupción que tiene sobre ella mucha más culpa de la que nadie pueda sospechar –las cifras empiezan a tener entidad de verdadero presupuesto estatal, a lo que añadir el efecto entorpecedor que sobre la economía tiene un fenómeno tan tóxico como la corrupción- pasamos por alto sin prestarle la menor atención la otra crisis que asuela al país, de efectos mucho devastadores a medio y largo plazo: una crisis social sin precedentes auspiciada, a su vez, por una terrible crisis de valores. Algo que es así debido a otro de los graves problemas por los que atraviesa el país: el
cortoplacismo, instalado como único método de análisis en una sociedad incapaz de mirar más allá de sus narices, y ello a pesar de disponer de las generaciones con mejor formación de toda su historia.
Aunque no es nada nuevo (
pinche Vd. aquí si desea conocer lo que ya decía en 2010), las últimas proyecciones de población publicadas por el Instituto Nacional de Estadística arrojan conclusiones verdaderamente “estremecedoras”.
De seguir las cosas en la tendencia que llevan, el INE prevé que España perderá entre 2014 y 2064… ¡¡¡ cinco millones seiscientos mil habitantes!!! Descenso que aún sería peor y alcanzaría los diez millones de no ser por la llegada neta de inmigrantes extranjeros que se estima en dos millones cuatrocientos mil y sus respectivos hijos, entre uno y dos millones. Añada Vd. a eso que en plazo similar Africa puede estar albergando, según otras encuestas, casi la mitad de la población mundial, y trate de imaginarse entonces las fronteras de Ceuta, de Melilla, de Gibraltar... ¡van a entrar hasta por La Coruña!
A partir de 2015, -para esto no hay que esperar demasiado, 2015 es, como sabe todo el mundo, el año que viene- se producirán en España más muertes que nacimientos (y eso sin contar las muertes por aborto, en cuyo caso la cifra es espeluznantemente superior a favor de los muertos), lo cual “ya sucede desde hace varios años con los españoles autóctonos”, aunque hasta ahora se ha venido compensando con los inmigrantes.
Siempre según el INE, el número de nacimientos se reducirá entre 2013 y 2063, es decir en el plazo de medio siglo, a casi la mitad. El ya decrépito índice actual de hijos por mujer, que apenas alcanza un 1,27, continuará descendiendo hasta el 1,24 en 2029 y el 1,22 en 2063.
La edad media de la maternidad, 31,7 años en la actualidad, aumentará hasta acercarse a los 33, y el número de mujeres en edad fértil descenderá en 4,3 millones, es decir, un 39,2%.
Mientras, la esperanza de vida de los hombres superará los 91 años y la de las mujeres los 95 en 2064, unos diez años más que en la actualidad, como consecuencia de lo cual, la edad media de los residentes en España subirá de los 43 años de hoy hasta los 47 en 2030, los 50 en 2040, y los 54 años en 2060.
De aquí a 2064, las personas con más de 65 años pasarán del 18% de la población al 39%; las personas con más de 80, del 6% al 21%; y los nonagenarios y centenarios, del 0,9% al 8,4%.
El número de personas en edad activa por cada persona en edad de retiro, pasará del 3,6 actual a la mitad, es decir, a 1,8 activos por jubilado, a lo que añadir parados, de lo que sólo cabe esperar una conclusión posible que a nadie se le oculta: la quiebra total del sistema de pensiones.
Y bien, llegados a este punto: ¿cuánto se imagina Vd. que vamos a tardar en empezar a “matar viejos”? No nos lo dirán así, naturalmente: una de las cosas maravillosas de este siglo XXI es lo bonito que nos presentan las mayores atrocidades: después de todo, la ciencia de la propaganda tal vez sea la que más le debe al siglo XX. El proceso se parecerá mucho al que ya se ha empleado para matar niños: primero nos hablarán del derecho a morir dignamente, que es la parte de él que ya estamos conociendo. Luego trasladarán la decisión sobre ese derecho a personas distintas del propio afectado. Luego nos hablarán de una despenalización de la eliminación de viejos basada en un sistema de supuestos. Luego nos hablarán de la irresponsabilidad e insolidaridad de ciertas personas que se empeñan en consumir ese bien escaso y caro que empezará a ser “la vida”. Y por fin se implementará el “derecho a eliminar viejos”, por cierto, con una ley que se llamará algo así como “ley de protección de la ancianidad” (
pinche aquí si desea conocer como defendió el abogado del estado la Ley Aído que establecía el derecho de la mujer a eliminar a su hijo dentro de su propio vientre, y entenderá de lo que le hablo).
A Vd. lo que le cuento le puede parecer ciencia ficción. Pero mucho más hace medio siglo lo parecía que las factorías de la muerte repartidas por toda la geografía nacional estuvieran practicando hoy 120.000 abortos cada año, y no digamos ese espectáculo surrealista y bochornoso de unas mujeres con las tetas al aire gritando desaforadas que “el aborto es sagrado” con el paluso de toda la progresía internacional.
Siento ser portador de tan malas noticias, lo que no es óbice para que como todos los días, les desee a Vds. que hagan mucho bien y que no reciban menos, esperando volver a verles por aquí mañana mismo.
©L.A.
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