En la ciudad de Jaén, en su prolongación hacia el norte, existe una calle en cuyas esquinas aparece el rótulo que reza así:
Calle Manuel Caballero Venzalá
La gente pasa y no sabe. Quien vive en esa calle tampoco se preocupa. ¿Quien es el titular de esa calle?
Es un sacerdote diocesano, natural de Martos; cuando acabó sus estudios de bachiller se fue a la universidad de Granada, donde alcanzó el grado de abogado, presentándose, más tarde, a juez. Aquel joven era miembro de la Acción Católica de los años cuarenta del siglo pasado. En el interior del movimiento laical encontró que el Señor le llamaba a ser sacerdote.
Se marchó al Seminario de vocaciones tardías de Salamanca, donde acabó licenciandose en Sagrada Teología. Fue ordenado sacerdote en el año 1960.
Lo conocí como profesor de Lengua, Literatura Española e Historia del Arte. Era un maestro inigualable; sabía despertar la vocación por el mundo de las letras a varios seminaristas. Fuí uno de ellos.
Gracias a don Manuel Caballero Venzalá y su pozo de sabiduría, hoy escribo estas letras de agradecimiento a lo mucho que me enseñó y para perpetuo recuerdo de los vecinos y paseantes que el consistorio municipal le colocó a una calle del Jaén que busca su extensión por el llano hacia el norte.
Tomás de la Torre Lendínez