La respuesta que acostumbra a darse a la sencilla pregunta sobre el porqué de que Australia se llame Australia es casi siempre la misma: por tratarse de una región austral, es decir en el sur, en realidad el continente más austral, más meridional, más al sur vale decir, de los cinco continentes. Al fin y al cabo, “australis-e” es como en latín se dice “del sur”. Y así, Tierra Austral, es como denominaban en efecto los marinos a todo el espacio terrestre existente al sur y colindante al Polo Sur cuando todavía no se conocían ni sus dimensiones, ni sus características, es decir que se trataba de tierra ignota en los tiempos en los que los españoles acometían la labor de la exploración del Pacífico, en los siglos XVI y XVII.
Ahora bien, el primero que le da a Australia el nombre por el que hoy es conocido es el español Pedro Fernández de Quirós, cuando en el año 1606 toma posesión de las Nuevas Hébridas y llama así a los nuevos territorios… ¡pero no por ser australes, sino en honor a la casa de los Austria que reina en España! De hecho, el nombre entonces no es propiamente “Australia”, sino “Austrialia”, y así figura en la portada y en el texto del informe que envía al Rey Felipe III informando de sus descubrimientos. Y ello aun cuando Quirós no llegara a pisar suelo australiano, pero sí a divisarlo.
De hecho, en el año 2006, con motivo del IV Centenario del bautismo del país por Quirós, la embajada española en Australia organiza en el Australian National Maritime Museum de Sidney una exposición dedicada a las expediciones españolas en el Pacífico Sur del s. XVI al s. XVII bajo el lema “Naming Australia”, “dando nombre a Australia”.
El historiador Justo Zaragoza atribuye la transformación de Austrialia al nombre Australia que se ha impuesto hoy día a una errata en una de las copias realizadas del memorial de Quirós. No menos posible es que la “i” se hubiera terminado cayendo ante la dificultad, de pronunciar tres diptongos seguidos en una misma palabra (“aus”, “tria”, “lia”) -en inglés, de hecho y fonéticamente hablando, dos diptongos y un triptongo-, quedando así el término en un mucho más natural Australia.
La gran paradoja del tema es que el nombre Austria del que deriva según lo dicho y visto Australia, deriva, a su vez, del nombre que el país recibe en el propio idioma de los austríacos, el alemán, en el que se llama Österreich, cuyo significado no es otro que el de “reino del este”, o “reino oriental”, como así aparece contemplado desde Alemania, de parecida manera a como la República Oriental del Uruguay, que tal es el nombre oficial completo del país que acostumbramos a llamar Uruguay, se llama oriental en cuanto contemplado desde la Argentina.
Con lo que si por un lado vemos convertido el país del este, Österreich, en el país del sur, Australia, por otro contemplamos así hermanados, por caprichos de la filología, a tres países que poco tienen que ver entre sí y que nada lo habrían esperado, como son Uruguay, Austria y Australia, cuyos nombres, con un parecido origen, significan, sin embargo, cosas bien diferentes.
Y por si todas estas paradojas no fueran suficientes, resulta que uno de los seis estados en los que se divide Australia se llama Australia Meridional, con lo que su nombre, absolutamente redundante, no significa otra cosa que “tierra del sur del sur”.
Y sin más, por hoy les emplazo a Vds. a mañana, no sin desearles, como siempre, que hagan Vds. mucho bien y que no reciban menos.
Dedicado a mi amigo Luis Laorden, con quien tan buenos ratos pasamos hablando de la fabulosa conquista del Pacífico por los navegantes españoles.
©L.A.
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