Sí señores, ha saltado a los medios que se alquila la Capilla Sixtina y no son pocos los que se han llevado las manos a la cabeza, ¡qué barbaridad, se alquila la Capilla Sixtina! No puedo sino imaginarme un cartel enorme negro y rojo en las puertas y los anuncios en Segunda Mano y en Idealista:
 
            “Fantástico espacio de 520 metros cuadrados (40 x 13). Pleno centro Roma. Portal muy representativo. Singular. Muy bonito y muy amplio. Techos altos (más de 20 metros). Muy luminoso. Decoración de época. Con capacidad para 600 personas cómodamente sentadas. Carece de aire acondicionado o calefacción central. Se alquila vacío. Acreditada idoneidad para eventos (se han celebrado cónclaves). Contrato por días. Nómina o documento similar. Imprescindible aval. Preguntar por Francisco”.
 
            La clase de noticias que gustan en este mundo a menudo aburrido y trivial. A unos les parecerá escandaloso, un lugar sagrado expuesto al expolio. A otros les parecerá una señal más de los nuevos tiempos que corren en la Iglesia.
 
            Una noticia llamativa desde luego, buena prueba de lo cual que aquí me tienen a mí tratando de atraer la atención de Vds. con ella. Pero en realidad, fútil, poco trascendente, sin excesiva relevancia real y verdadera. Algo que la Iglesia, en calidad de propietaria que es del espacio se halla, en mi opinión, en perfecto derecho de hacer y que a lo que parece, no ha hecho hasta ahora, pero puede empezar a hacer cuando le plazca. ¿Qué además se dedican las rentas a la caridad? Miel sobre hojuelas. ¡Qué rica la miel sobre hojuelas! ¿no?
 
            Y una cosa les digo: mis medios, sin duda, no me lo permitirán, pero presenciar un Requiem de Mozart, de Verdi o de Brahms, un Mesías de Händel, no digamos aquel Miserere de Allegri del que un día les hablaré en esta columna, en la Capilla Sixtina, tiene que representar un verdadero subidón para el alma, una manera de tocar el Cielo con las manos, sin necesidad de abandonar este mundo para siempre ¿o no? Y al que le sea dado cantarlos ¡¡¡ni digamos!!!
 
            No, verdaderamente no veo ni la piedra de escándalo ni los nuevos tiempos. No veo nada. Sólo pienso en Wolfgang Amadeus Mozart y en Miguel Angel Buonarotti, en Giuseppe Verdi y en Rafael Di Sanzio, en Georg Friedrich Händel y en Sandro Boticelli. Y el que pueda permitírselo, que se lo permita. Y a Vds., que hagan mucho bien y que no reciban menos. Mañana más.
 
 
            ©L.A.
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