Actualmente nos cuesta mucho creer que Cristo es Pastor y Puerta. Gracias a Cristo encontramos la Verdad. Gracias a Cristo, somos guiados en cada momento de nuestra vida. Por eso nuestra Esperanza sólo puede ser Cristo, sólo puede ser Quien entregó su vida por la redención de todos nosotros.
En las cosas humanas hay más diferencia entre un pastor y una puerta, que entre un portero y una puerta, y sin embargo, el Señor se llama a sí mismo Pastor y Puerta. ¿Por qué no hemos de ver en El al portero? El que se manifiesta a sí mismo, es el mismo que se abre. Si buscas que otro sea el portero, puedes reconocer, sin duda, bajo este nombre al Espíritu Santo, de quien el Señor dice: "El mismo os enseñará toda la verdad" ( Jn 16,13). La puerta es Cristo, que es la Verdad. ¿Quién abre la puerta sino el que enseña la verdad? (San Agustín, in Joanem tract 46)
El mundo en el que vivimos está lleno de ficciones, reclamos y de espectáculos. Está lleno de agentes que cuentan la realidad a base de noticias. Historias que nos predisponen a pensar como ellos desean. La sociedad ha ido incorporando herramientas de propaganda que ocultan a Cristo detrás de anuncios, líderes, segundos salvadores y proclamadores de mentirosas realidades. No es raro que estemos más interesados por todas estas estéticas que por la Verdad que es Cristo mismo que vive entre nosotros. No es raro que nos enfrentemos porque confundimos los simulacros son la Verdad.
“... la Luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas.” (Jn 3, 19). Amamos más los simulacros que nos hacen sentir importantes, que la Verdad que nos llena de sentido y Esperanza. Deberíamos seguir a Quien es Camino, Verdad y Vida, pero preferimos seguir lo focos de quienes se ofrecen como Prometeos postmodernos. ¿Quien es Luz y el Fuego? Sólo Cristo. Todos los que se ofrecen como salvadores alternativos, sólo actúan para su bien personal y material.
Los tiempos son diversos, no la fe; la misma fe une a los unos y a los otros, a aquellos que creyeron que vendría, y a los que creen que vino. Luego todos los que vinieron sin El fueron ladrones y salteadores; esto es, vinieron para robar y para matar. "Pero no los oyeron las ovejas", esto es, aquellos de quienes se ha dicho ( 2Tim 2,19): "El Señor conoce los que son de El". Las ovejas no oyeron a aquellos en quienes no estaba la voz de Cristo; a los que andan errando, a los mentirosos, a los seductores de infelices. (San Agustín, in Joanem tract 45)
San Agustín señala algo que normalmente olvidamos: Los tiempos cambian, pero la fe es la misma. Las estéticas cambian, pero la Belleza permanece constante. El saber cambia, pero la Verdad es una y eterna. No nos vale de nada coger una estética antigua y proclamar como la belleza atemporal. Tampoco es lógico coger un saber humano y proclamar que es la Verdad eterna. Tampoco nos lleva a nada imaginar nuevas estéticas, saberes y temporalidades. De nada sirve proclamar primaveras revolucionarias, cuando estas nunca llegan.
Lo que antes se consideraba saltar las barreras, hoy se llaman puertas. Hay tantas puertas utilizadas por tantos salteadores, que nos olvidamos de Cristo. Cristo que nos espera y ofrece su mano sin focos, luces ni anuncios. No es una mano de conveniencia, poder, popularidad o poder terrenal. Es una mano que transforma y cura nuestra naturaleza herida.
Mientras tanto, poco podemos hacer que no pase por proclamar que Cristo es Puerta y Pastor. Seguir fieles a Él y tratar con caridad a nuestros hermanos. Intentar ayudar en lo que podamos, mediante lo dones que Dios nos ha regalado. No desesperemos. Dios sabe de cada uno de nosotros y nos cuida. No dejemos que nos hagan creer que Dios nos hace sufrir y nos engaña. Dios es Caridad, Belleza y Verdad, en verdadera unidad. Cuando trabajamos para separar, nuestra obra no está cimentada en Dios, sino en el enemigo.