Revista “LINARES” nº 19; enero 1953
Por “Historia” no se entiende en esta ocasión el conjunto de hechos que destacan de un pasado más o menos glorioso, sino la obra material que recopila el relato crítico-literario de tales hechos.
Así las cosas, no será difícil convenir en que Linares, pese a su vida secular, no tiene aún editado el libro que dé una visión exacta de su historia. ¿Causas? Múltiples y desconcertantes, todas enlazadas por el aglutinante común de una apatía genérica, de un desinterés hereditario que dejó varadas las naves de las más fértiles ilusiones.
A espaldas de toda lógica, no han sido estudiosos que modelaran su historia los que han faltado a Linares. Hay un hombre, D. Federico Ramírez, sobre el que más tarde hablaremos, que por sí solo basta para vindicar el nombre de los historiadores propios.
Por el contrario, el abandono y la incultura precedentes derrumbaron los escasos testimonios históricos que existían, al par que cegaban nuestros veneros de investigación. Ahí están, para probarlo, Cástulo, que con su presencia desolada da testimonio de una riqueza arquitectónica despilfarrada; la Fuente del Pisar y escudos de la ciudad, en trances definitivos de liquidación; las herejías artísticas de Santa María; los archivos parroquiales y municipales desaparecidos o esquilmados, con el natural entorpecimiento, entre otras cosas, de la coronación canónica de la Patrona, y tantas y tantas devastaciones, dolorosas de enumerar.
Del penoso calvario que hoy supone satisfacer incluso una curiosidad sumaria, podrán dar fe quienes, sintiendo afición por estas cuestiones, intentaron bucear en las fuentes de la localidad.
Lo penoso es que, estas circunstancias se reiteren, amenazando con tomar carta de naturaleza. Linares no ha atravesado nunca –y menos ahora- una situación de suficiencia como para prescindir de su experimentación anterior. Si la frase, ya tópico, de “la Historia, maestra de la vida” encierra una verdad indiscutible y la solución de muchos problemas insolubles, no vemos razón para que Linares no tenga hoy un espejo histórico en el que apoyarse para una proyección futura. Citaremos un caso concreto.
Padecemos actualmente que las aguas del Pisar se extingan progresivamente. Hay en ello algo aparentemente fatal. Y, sin embargo, lo más probable es que el hecho tenga alguna derivación quizá extremadamente sencilla. Bastaría volver sobre la Historia para ver que en las idénticas circunstancias de 1874 unas simples exploraciones dejaron expedito el curso de las aguas, situaron el origen de los manantiales en Linares y dieron pie a la teoría de que estas corrientes tenían suficiente caudal como para abastecer a la famosa Fuente Cabalina de Cástulo.
Si el ejemplo lo ampliásemos a otras esferas, tendríamos un encuadre real del momento, y, con él, la urgencia de acabar con este caballo de Troya de los avances inmediatos. Es verdad que ya no nos es posible retroceder en un pasado que tiene solidez inamovible; pero también lo es que estamos ante una coyuntura, al timón de un destino sobre cuyo rumbo se nos ha de pedir cuentas en fecha inmediata, y que esta coyuntura es de análoga gravedad a las precedentes.
¿Solución? Del dominio público es que existe inédita una “Historia de Linares” –“Apuntes” la llama su autor- que llenaría con holgura el vacío que lamentamos. Nos referimos a la que en 1890 escribiera el culto historiador local don Federico Ramírez, por varios motivos no publicada, y que por su acierto llegue a bordear los límites de lo exhaustivo. En distintos momentos, cuantas veces hemos releído sus páginas, quedamos gratamente impresionados por el detalladísimo y acertado estudio y el gigantesco esfuerzo de investigación que representa. En todas las ocasiones, sobre la lectura quedaron gravitando dos convicciones: 1ª La de que todos esos abundantes y entonces asequibles documentos que D. Federico Ramírez utiliza como lugar de partida de su tarea, han desaparecido en la totalidad; hasta el punto de que su “Historia” quedó como certificación exclusiva para cuantos estudios se intentaran en lo sucesivo. 2ª La de que nuestros medios culturales debían sentir escalofrío ante una obra sin precedentes ni posible improvisación, a punto de desaparecer.
En 1890 data el año en que fue redactado el libro de referencia. ¡63 años –largos años- en los que sin duda no se ha presionado, o no se hizo la suficiente presión sobre el autor y familiares, para que consintieran en la publicación! ¿Tan avasalladoras eran las tareas de café de nuestros hombres cultos, como para incurrir en este imperdonable y elemental descuido?
A veces nos sorprendemos preguntando: A la vuelta de unos años, cuando desaparezcan los familiares que atesoran el manuscrito, ¿pondrán los menos allegados el amor que ahora derrochan los actuales en su conservación? Se nos argumentará que el Sr. Ramírez dejó expresada su voluntad de que el original permaneciera inédito. Contestamos: ¿habrá en esta decisión algo más que una invencible modestia de autor o un deseo de permanecer innominado? Si don Federico Ramírez hubiera conocido las dificultades actuales, ¿hubiera permitido que su trabajo continuara en el anonimato? Afirmamos que no, y él mismo hubiera salido al paso del peligro. Por eso nuestra insistencia en la publicación de la “Historia” y en la terrible gravedad en que, de no hacerlo, se incurre.
Sugerimos que la empresa se acometa sin demora por especialistas de la localidad, bajo el mecenazgo del Municipio. Sería éste un triunfo que honraría el nombre de quienes lo llevaran a cabo, y el mejor servicio a la ciudad querida. Tengan la seguridad, quienes inicien el camino, que las dificultades que sobre ellos lloverán quedarían minimizadas por la irrebatible fuerza del ideal emprendido. A una de ellas quisiéramos ya salir al paso: la de la laguna existente desde la conclusión del libro hasta nuestros días.
No vemos la razón para que ello dificulte la salida de la “Historia”, máxime cuando Linares posee escritores capaces de suplir ese paréntesis. Como muestra, ahí van los nombres de D. Mariano de la Paz, por su plenitud científica, y D. Juan Sánchez Caballero, por su capacidad y juventud. A ambos brindamos la realización de esta idea, quizá la más apropiada para el homenaje que Linares debe al historiador D. Federico Ramírez.