Lo que acaba de escribir en First Things sobre el Sínodo de la familia me parece de puro sentido común. Ojalá cundan planteamientos como éste y nos dediquemos a presentar a nuestros contemporáneos el gran tesoro del matrimonio cristiano.
Reproduzco a continuación la traducción del escrito de Weigel:
"El Papa Francisco ha convocado una sesión extraordinaria del Sínodo de los Obispos […] En mi opinión, el Sínodo debería centrarse en dos temas relacionados: la cultura matrimonio está en crisis en todo el mundo; la respuesta a esta crisis es la visión cristiana del matrimonio como un pacto entre un hombre y una mujer en una comunión de amor, fidelidad y fecundidad.
Centrar el debate en otro sitio es ignorar un hecho duro y una gran oportunidad.
El colapso de la cultura del matrimonio en todo el mundo es indiscutible. Cada vez son más los matrimonios que terminan en divorcio, así como el número creciente de parejas que simplemente ignoran el matrimonio, cohabitan y procrean. El esfuerzo por redefinir el "matrimonio" como algo que sabemos que no es, y la voluntad de imponer esa redefinición por el poder coercitivo del Estado han hecho considerables progresos en Occidente. La mentalidad anticonceptiva ha dañado seriamente la cultura del matrimonio, igual que los bienintencionados pero en última instancia imperfectos esfuerzos para hacer más fácil el divorcio. La hipersexualización en Occidente lo han convertido en un lugar donde a los jóvenes les resulta muy difícil comprometerse en una relación de por vida que inevitablemente implica el sacrificio de la propia "autonomía". Y así como la comprensión cristiana del matrimonio está comenzando a ganar fuerza en África, donde se experimenta como una dimensión liberadora del Evangelio, los teólogos europeos de las moribundas iglesias locales están tratando de vaciar el matrimonio de su carácter de pacto, reduciéndolo a otro tipo de contrato.
Roma, tenemos un problema.
El Papa Francisco entiende la crisis de la cultura del matrimonio en sus múltiples dimensiones, del mismo modo que entiende que la familia, que se inicia en el matrimonio, es una institución con problemas en el mundo post-moderno; es por eso que ha convocado dos Sínodos sobre el tema de la familia. Y por eso el Sínodo, plenamente consciente de la gravedad de la situación, debe comenzar, continuar y terminar con una nota positiva, ofreciendo al mundo una perla de gran valor: el conocimiento y la experiencia del matrimonio cristiano.
La discusión del Sínodo, en otras palabras, debería tomar la crisis del matrimonio y la familia como un dato de hecho y después presentar a los matrimonios cristianos, que viven con fe y con frutos como la respuesta a esa crisis. El Sínodo debe comenzar con lo que es bueno, verdadero y bello en el matrimonio cristiano y la vida familiar cristiana, y mostrar, con ejemplos vivos, cómo esa verdad, bondad y belleza responden a las aspiraciones más profundas del corazón humano a la solidaridad, la fidelidad y el amor fecundo.
Es bastante obvio que la Iglesia se enfrenta a desafíos pastorales concretos para hacer frente a los matrimonios rotos y sus resultados. Pero comenzar allí la discusión sobre el matrimonio y la familia en el siglo XXI es empezar por el lado equivocado de las cosas. En efecto, sólo en la verdad sobre el matrimonio, que fue dada a la Iglesia por el mismo Señor, se podrán encontrar soluciones compasivas y verdaderas a esos problemas pastorales.
El Sínodo también haría bien en reflexionar sobre otra buena noticia: la Iglesia tiene muchas más herramientas con las que tratar de ayudar a arreglar lo que está roto en la cultura del matrimonio del siglo XXI de las que tenía hace cuarenta años. La Teología del Cuerpo de Juan Pablo II ha dado al catolicismo la explicación más atractiva del mundo acerca de la sexualidad y su relación con el matrimonio: una visión de la nobleza del amor humano que es mucho más atractiva que cualquier cosa que se ofrece en Playboy o Cosmopolitan, por no hablar de lo que está siendo enseñado sobre el "matrimonio" por los yihadistas. Y la enseñanza de Juan Pablo II está teniendo impacto: es difícil encontrar una universidad o campus universitario hoy en día que no cuente con un grupo de estudio sobre Teología del cuerpo, a menudo organizado por los propios estudiantes.
También hemos recorrido un largo camino desde que "la preparación al matrimonio" implicaba la elección de la música y el pelear con el párroco sobre el arroz que se iba a lanzar en las escaleras de la iglesia. La preparación matrimonial “pareja a pareja” es una mejora importante en las diócesis y parroquias más vivas y una gran expresión de la llamada del Papa Francisco a que todos los católicos se vean a sí mismos como discípulos misioneros.
Así que, mensaje al Sínodo: piensen en positivo.”