En el Evangelio no se nos dice “Marta o María”, sino “Marta y María”.

¿Salvan almas los sermones? Probablemente. ¿Salvan almas las oraciones ocultas que no conoce el destinatario? Sin duda.

Los sufrimientos, llevados en Cristo y ofrecidos, evangelizan, redimen, liberan almas, llevan al Cielo a los pecadores.

Oración y misión. Pero no olvidemos que una monja de clausura como Santa Teresita es patrona de las misiones.

¿Cuánto debemos a esos rosarios diarios, en la penumbra de una parroquia de barrio? ¿Cuánto, a los ancianos y viudas que los rezan?

Silencio y propaganda. Pero no olvidemos que en esta sociedad no hay grito más sonoro ni alabanza más alta que el silencio de un claustro o de una adoración ante el Sagrario solitario.

Y así, en estos tiempos tan superficiales, creo que es mejor rezar que hacer.

Nos faltan vocaciones porque faltan cristianos que oren mucho y las pidan.

Paz y Bien.