Si con motivo del III Centenario de nuestra Real Academia Española de la Lengua conocíamos ayer todo lo que concierne a su fundación (pinche aquí si le interesa el tema), primera de una serie de academias creadas durante los reinados de Felipe V y de sus hijos, toca hoy glosar la figura de quien fue su fundador y primer presidente, Juan Manuel Fernández Pacheco.
Juan Manuel Fernández Pacheco y Zúñiga nace un 7 de septiembre del año 1650 en Marcilla (Navarra), y lo hace en una familia de esas que se dan en llamar “de rancio abolengo”, tanto que su nacimiento tiene lugar inoportunamente mientras su padre, Diego López Pacheco y Portugal, Marques de Villena, Duque de Escalona, Conde de San Esteban y Marques de Moya, iba camino de Pamplona para tomar posesión nada menos que como virrey de Navarra. Es su madre Juana de Zúñiga, de linaje no inferior. Todo lo cual no librará a nuestro Juan Manuel de quedar huérfano muy pronto, al perder a su madre a los dos años de edad y a su padre a los tres. Se hace cargo de su tutela y formación su tío Juan Francisco, Obispo de Cuenca, quien lo mantiene hasta que cumple los 14 años de edad. Juan Manuel despunta pronto, recabando fama de sabiduría y exhibiendo gran facilidad para las lenguas tanto clásicas -latín y griego-, como vivas, -italiano y francés-.
Tras una importante carrera militar que le lleva a lejanos escenarios (Hungría, Italia), pronto inicia una no menos relevante carrera política, desempeñando posiciones tan encumbradas como la de virrey de Navarra, de Aragón y de Cataluña, y ya con la nueva dinastía borbónica, de la que se mostró firme partidario, de Sicilia y luego de Nápoles, donde por cierto, será hecho preso de las tropas imperiales en Gaeta.
En 1713, a sus 63 años de edad, recibe del Rey Felipe V, el primer Borbón español, el nombramiento como mayordomo mayor y jefe de su Casa, posición desde la cual, tiene ocasión de dedicarse de nuevo a lo que es su verdadera vocación, los estudios, y desde la cual acomete la que va a ser la gran obra de su vida, la fundación en 1713 de la Real Academia Española, nacida a imitación de otras europeas como la Academia Francesa y la de Florencia. Pacheco es elegido su director provisional el 3 de agosto de 1713, y luego definitivo y perpetuo el 3 de octubre de 1714. Junto a él, primer propietario de la silla “A”, son nombrados hasta veinticuatro académicos, tantos como letras del abecedario.
Amén de todo lo concerniente a la inicial organización de la nueva Academia, Pacheco promueve desde el primer momento la elaboración del primer Diccionario de la lengua española, si bien no llegará a verlo nunca publicado, pues su primera edición, en un único volumen, aún habrá de esperar hasta 1780, sesenta y siete años después de la fundación de la Academia.
Si estuvo cerca de ver publicado el que constituye el precedente inmediato del mismo, el llamado Diccionario de Autoridades, obra monumental en el que las palabras van acompañadas del uso que de ellas hacen los grandes autores de la lengua española, pues el primer volumen de su primera edición en seis volúmenes, sale el año 1726, apenas uno después de morir Pacheco el 29 de junio de 1725. Recogía las palabras iniciadas con la A y la B. El Diccionario de autoridades estuvo saliendo hasta 1739, en que ve la luz el tomo sexto, con todas las palabras que van de la S a la Z.
Tanto su hijo Mercurio Antonio, como sus dos nietos Juan Pablo y Andrés, serán directores perpetuos de la Real Academia Española, lo que quiere decir que entre 1726 y 1751, es decir, los primeros cuarenta años de la RAE estuvieron dirigidos por los componentes de la casa de Villena-Escalona, como si de una dinastía se tratara.
Juan Manuel Fernández Pacheco y Zúñiga había sido Grande de España, VIII Marqués de Villena y VIII Duque de Escalona, así como caballero de la Orden del Toisón de Oro. Un instituto de la Real Academia Española lleva actualmente su nombre
Y sin más por hoy sino reiterar a la Real Academia Española nuestra felicitación En Cuerpo y Alma, me despido de Vds hasta mañana deseándoles como siempre que hagan Vds. mucho bien y que no reciban menos.
©L.A.
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