Se habla mucho últimamente de la Iglesia en Alemania, especialmente a raíz de las intervenciones del cardenal Kasper y a las habituales tomas de posición de muchos obispos alemanes, al filo casi siempre de la heterodoxia, por decirlo suavemente. También es conocida la riqueza de la Iglesia en Alemania. No nos referimos a riqueza espiritual, sino esa otra contante y sonante: recibe 5.500 millones de euros provenientes de lo recaudado por el Estado cada año (difícilmente se le puede aplicar aquello de la "iglesia pobre"), lo que le permite financiar numerosas iniciativas tanto dentro como fuera de sus fronteras (y aquí hay de todo, pero en honor a la verdad, las que he conocido directamente eran todas muy buenas).
Pero la noticia que nos llega ahora es la de una fuerte intensificación en el número de personas que abandonan la Iglesia a causa de un cambio introducido en el impuesto sobre ganancias de capital. Parece ser que a muchos, ante la perspectiva de que el Estado alemán les quite más dinero por este concepto, no les ha temblado el pulso a la hora de apostatar, alcanzándose bajas un 50% superiores a las del año pasado, como por ejemplo en la diócesis de Stuttgart. Muchos de ellos jubilados que dan de este modo un testimonio que ayuda a entender la deriva de la Iglesia en Alemania en los últimos decenios. Todo muy ejemplar y muestra de una fe muy viva.
La información ha sido publicada por Reuters y de ella entresacamos y traducimos los siguientes párrafos:
“Un cambio en el impuesto sobre ganancias alemán ha desencadenado un éxodo en las iglesias católica y protestante este año mientras miles de miembros registrados prefieren abandonar sus parroquias antes que pagar el dinero.
Diócesis en ambas Iglesias han reportado en las últimas semanas que el número de miembros que desertan ha dado un salto respecto al año pasado, a menudo en un 50% o más, al saberse que los bancos eliminarán la exención de las iglesias para las ganancias de capital a partir del próximo 1 de enero.
Las autoridades alemanas recaudan un 8 o 9 % de los impuestos de los fieles y los canalizan para pagar el salario de los clérigos, servicios de caridad y otros gastos. Hay que abandonar oficialmente la Iglesia para dejar de pagar este impuesto”.