Sacramentos y folklore

Juan García Inza

            Cuando llegan las fechas de las primeras Comuniones, allá por mayo, nos lamentamos más de uno de la parafernalia que se organiza en torno a este acontecimiento tan importante. Mucha fiesta, invitados como si fuera una boda. Buenos trajes, regalos, dinero, restaurantes de primera, música, fotos, muchas fotos, niños aturdidos vestidos de gala, niñas como novias por un día… Solamente hay Alguien que suele pasar desapercibido: Jesucristo Sacramentado. Las catequesis casi no han servido de nada, un trámite para que aprueben al niño o la niña. Todos son sonrisas ese día. Palabra de gratitud para catequistas y sacerdotes que han hecho posible que el hijo/a se luzca. Al domingo siguiente ya no aparece casi nadie por Misa. Suelen decir: “Ya hemos salido de esta, ahora los domingos son nuestros”. Naturalmente que hay excepciones, gracias a Dios. Pero la sensación de frustración, cuando tenías puestas tus esperanzas en aquellos niños, no te la quita nadie.

 

            Están comenzando las catequesis. Es el momento de repensar esta faceta tan importante de la pastoral. ¿Lo dejamos todo como está y seguimos hinchando la bola? ¿Qué se podría hacer? No lo sé. Aunque si lo sabemos, pero nadie se atreve, nos llevaría muy lejos, saldríamos en todos los medios, en los mismos que critican la situación cuando llega mayo.

            El Papa Francisco clama por la autenticidad en la vida cristiana. Critica duramente el fariseísmo, la hipocresía… Pero el panorama no cambia, y seguimos conformándonos con la teatralidad litúrgica.

Para nosotros, cristianos, este mandamiento es el llamado a recordarnos que somos bautizados "en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo"... para vivir nuestras acciones diarias en comunión sentida y real con Dios, es decir, en su amor

Y sobre esto, una vez más dirijo a una invitación y un llamamiento: enseñar a los niños a hacer la señal de la cruz, esta es una tarea que les doy a todos ustedes, ¿comprenden?

Uno puede preguntarse: ¿es posible asumir el nombre de Dios hipócritamente, como una formalidad, en un vacío? La respuesta es desafortunadamente positiva. Uno puede vivir una relación falsa con Dios

Esta Palabra del Decálogo es precisamente la invitación a una relación con Dios sin hipocresía, a una relación en la que nos confiamos a Él con todo lo que somos

Este es el cristianismo que toca los corazones. ¿Por qué los santos son tan capaces de tocar el corazón? Porque en los santos vemos lo que nuestro corazón desea profundamente: autenticidad, relaciones verdaderas, radicalidad

Y esto también se ve en los "santos de al lado" que son, por ejemplo, padres que les dan a sus hijos el ejemplo de una vida coherente, sencilla, honesta y generosa

Si los cristianos se multiplican adoptando el nombre de Dios sin falsedad, practicando así la primera pregunta del Padrenuestro, "sea santificado tu nombre", la proclamación de la Iglesia se escucha más y es más creíble.

            La doctrina está clara, pero cuesta llegar a los corazones de esos padres que parece que se conforman con la emoción y las lágrimas en un día tan esperado. Todo esto causa dolor y sensación de indefensión ante la marabunta de padres que exigen los Sacramentos sin saber lo que son, y son capaces de llevar al cura a los tribunales si se les niega con justa causa. Catequesis, formación de adultos, pero sobre todo autenticidad, responsabilidad, fe viva en alguien que reclama para sus hijos nada menos que a Dios.

            Ahora estamos a tiempo de que los Sres. Obispos hablen, y no dejen a los sacerdotes y agentes laicos de la pastoral infantil debatirse en soledad ante un problema que ya se ha hecho endémico. No estaría mal una carta pastoral conjunta, sencilla, breve, pero clara para que el Pueblo de Dios piense un poco y trate de buscar la Verdad.  

            Y lo que digo de la primera Comunión aplíquese a la Confirmación y las bodas.