“Dios es espíritu, y los que le adoran deben adorarle en espíritu y en verdad”

(Juan 4:24)

 PRESENTACION

Todos los cristianos reconocemos adorar a un solo Dios; nuestro Padre. Las palabras del Apóstol Juan en la cita que encabeza el presente estudio ya nos confirman la existencia de Dios, a pesar de que siendo espíritu no podamos verle ni tocarle. Para nuestros sentidos humanos Dios es invisible para nosotros por su naturaleza. Sin embargo, por el simple hecho de aceptar y de creer en Jesús, tácitamente estamos también aceptando a Dios, de quien tanto nos habló Cristo.

Pero esta aceptación y creencia en Dios debemos efectuarla desde una fe razonada ya que sin ella es imposible agradarle, pues el que se acerca a Dios ha de creer que existe y que recompensa a los que le buscan (Hebreos 11:6). Además, por lo invisible de Dios, desde la creación del mundo se deja ver a la inteligencia a través de sus obras, su poder eterno y su divinidad, de forma que son inexcusables (Romanos 1:20).

Sin embargo, a pesar de estas confirmaciones bíblicas y las del propio Jesús, hay personas que niegan la existencia espiritual de Dios, y muchas otras que dudan de la misma. El motivo del presente estudio es precisamente el de conocer estos grupos y su filosofía, a modo de saber identificarlos y diferenciar unos de otros.

Para ello empezaremos diciendo que existen tres actitudes claramente diferenciadas entre sí en cuanto a aceptar, dudar o negar la existencia de Dios. A continuación describiremos de manera sencilla para que sea entendible para todos, las filosofías que en un sentido o en otro difieren sobre el mismo tema.

GNOSTICISMO

El término gnosticismo proviene del griego gnostikismós, y la palabra gnosis significa conocimiento. El gnosticismo, pagano en sus raíces, parece ser anterior al nacimiento de Jesús y se mezcló en el siglo I d.C. con el cristianismo, convirtiéndose entonces en gnosticismo cristiano.

La enorme variedad de doctrinas hace que sea difícil hablar de un solo gnosticismo. Al principio el gnosticismo cristiano tenía un carácter iniciático, por el cual ciertas doctrinas de Cristo estaban destinadas por entonces para ser reveladas únicamente a una serie de iniciados. De esta forma, los gnósticos cristianos se consideraban testigos especiales de Cristo, con acceso directo al conocimiento de los divino a través de la gnosis como forma suprema de conocimiento, lo cual estaba solamente al alcance de los iniciados.

Para ellos el conocimiento de las verdades trascendentes producía la salvación, mientras que la importancia de practicar una adecuada vida cristiana se convertía en algo secundario. El ser humano únicamente podía acceder a la salvación a través de la pequeña chispa de divinidad, que era el espíritu. Por lo tanto esta experimentación de lo divino sólo podía provenir de una experiencia interna del espíritu.

Para los gnósticos no es concebible que Jesucristo pudiera ser una ser divino y, a la vez, asociarse a un cuerpo material, puesto que la materia es contaminante. Para ellos cristo no pudo venir en carne, sino que vino en espíritu mostrando a los hombres un cuerpo aparentemente material; es la filosofía del docetismo. También existe otra filosofía gnóstica, el adopcionismo, que sostiene que Jesús fue un hombre normal, de carne y hueso, que en la época de su ministerio en la tierra fue adoptado por una fuerza divina.

Según los gnósticos, en la cumbre de los seres existe un Dios, un ser perfecto e inmaterial, cuya propia perfección hace que no tenga relación alguna con el resto de seres imperfectos; es un Dios inmutable e inaccesible, inalcanzable para los seres humanos.

En definitiva, la gnosis es una doctrina según la cual los iniciados en la fe no lo son gracias al sacrificio de Cristo, sino mediante la gnosis o conocimiento interior de lo divino que, según ellos, es superior a la fe. Es una creencia dualista: el bien frente al mal, el espíritu frente a la materia, el Ser Supremo frente al diablo, a quien ellos denominan Demiurgo.

Esta corriente filosófica-religiosa que llegó a relacionarse en cierto modo con el cristianismo primitivo en los dos primeros siglos de nuestra era, se convirtieron en heréticas en el año 180 d.C. cuando el obispo católico Ireneo de Lyon declaró el gnosticismo como herejía, debido al amplio rango de variación moral que había alcanzado.

POSITIVISMO

Es una corriente o escuela filosófica que afirma que el único conocimiento auténtico es el conocimiento científico. El positivismo surgió en Francia a inicios del siglo XIX de la mano del pensador francés Saint-Simón, fue ampliado por Augusto Comte y finalmente, gracias al británico John Stuart Mill, se extendió por el resto de Europa en la segunda mitad de dicho siglo.

Para ellos la existencia de Dios únicamente puede demostrarse por métodos científicos, y si no se logra es porque, según ellos, Dios no existe.

IGNOSTICISMO

Es la posición respecto a la creencia sobre si Dios existe, en la cual primero se cuestiona la definición de Dios. El ignóstico se pregunta: ¿Qué se entiende por Dios? Así, una vez conocida la respuesta, puede comprobar si Dios existe o no.

Esta postura filosófica asumió una considerable importancia sobre el concepto de Dios, antes de argumentar sobre su existencia. El término agnosticismo fue acuñado por el Rabino Sherwin Wine, quien fundó el judaísmo humanista.

Algunos filósofos han visto el Ignosticismo como una variante del agnosticismo o del teísmo.

TEISMO

Etimológicamente la palabra teísmo proviene del griego theós, que significa Dios, y se entiende generalmente como la creencia en deidades o en un Dios creador del Universo, aunque inicialmente los griegos la aplicaron a sus dioses tradicionales del Olimpo.

Según el teísmo existen cuatro filosofías relevantes sobre la existencia y la función de Dios en el mundo:

Deísmo: Uno o más dioses han creado el Universo, pero no interfieren directamente con él.

Panteísmo:      Uno o más dioses han creado el universo, pero no interactúan con él porque Dios y el universo son una misma cosa.

Teísmo propio: Los dioses son parte del universo, pero lo trascienden.

Monoteísmo:  Sólo existe un Dios.

APATEISMO

El término apateísmo proviene de la unión de dos palabras: apatía y teísmo, y es conocido también como agnosticismo apático. Esta postura considera que la posible existencia de uno o más dioses carece de importancia. Su filosofía podría definirse en esta frase: “No sé si existen dioses, y no creo que sea importante saberlo”.

Esta indiferencia respecto a la existencia o no de deidades en ocasiones es debida a la falta de interés de la persona por aspectos sobrenaturales, pero en general es el resultado de una profunda reflexión filosófica que lleva al individuo a la conclusión de que, dada la falta de una existencia verificable de Dios, su existencia o inexistencia es totalmente irrelevante para él.

ESCEPTICISMO

Según el Diccionario de la RAE, el término escepticismo significa recelo o falta de confianza en la verdad o en la eficacia de una cosa. Es una tendencia o doctrina proveniente de la Grecia antigua que considera que la verdad no existe, o que el ser humano no es capaz de conocerla en caso de que exista.

Este es un tipo de escepticismo relativo a la religión que no debe confundirse con el ateísmo, ya que los escépticos cuestionan la autoridad religiosa, desconfiando de la verdad o eficacia de alguna cosa o de varias prácticas religiosas, mientras que los ateos niegan totalmente la existencia de Dios.

A pesar de que muchos escépticos religiosos son teístas, o sea, creen en la existencia de Dios, rechazan la religión organizada.

ATEISMO

Etimológicamente el término ateísmo proviene del adjetivo griego átheos, que significa sin Dios, y la partícula negativa a, que significa sin.

El uso del término ateo en griego antigua iba desde el sentido de no creer en los dioses o abandonado por los dioses, hasta sentidos más metafóricos como malvado, infame e impío, que se entienden en el seno de aquella sociedad profundamente teísta. En la antigua Roma se utilizaba el término ateo para designar a todo aquel que no creyera en los dioses del panteón romano, en especial a los cristianos.

En un sentido amplio, el ateo es la persona que no cree en Dios o en otro tipo de seres sobrenaturales, quienes son inexistentes para él. Hay quien defiende el ateísmo como una doctrina o postura que rechaza el teísmo, que es su forma más general, es la creencia en la existencia de una deidad, como mínimo.

El término ateísmo incluye a aquellas personas que manifiestan la ausencia de creencia en Dios o en cualquier deidad, lo cual no implica necesariamente el no pertenecer a ninguna religión debido a que existen religiones, como el budismo, que niegan la existencia de Dios o no mencionan la existencia de dios alguno y que, por consiguiente, son ateas o más correctamente, no teístas.

Los postulados del ateísmo son contrarios a los que sostienen las creencias religiosas, e implican una clara crítica a la religión.

AGNOSTICISMO

El agnosticismo proviene del término griego gnosis, que significa conocimiento, y puede describirse como sin conocimiento. Es una postura filosófica y personal que considera inaccesible para el ser humano todo conocimiento de lo divino y de lo que trasciende o va más allá de lo experimentable.

En otras palabras, agnosticismo es la posición que limita el conocimiento a la experiencia sensual o empírica verificable, rechazando el conocimiento sobrenatural y, por lo tanto, toda posibilidad de si Dios existe. Agnosticismo no es lo mismo que ateísmo. Su premisa es que no puede saberse ni demostrar la existencia de Dios, mientras que el ateo rechaza definitivamente la existencia divina.

Los agnósticos consideran que la existencia de Dios no puede conocerse por la razón y que por lo tanto la fe es irracional. Ellos no se pronuncian sobre la existencia de Dios manifestando que es imposible probarla, e incluso afirmarla o negarla. En ocasiones el agnosticismo equivale a un ateísmo práctico al decir que no puede creer en Dios debido a que no puede demostrarse su existencia.

A pesar de que el término agnosticismo tiene sus raíces en el pensamiento de filósofo Immanuel Kant (1724-1804), quien realmente inventó esta palabra fue el zoólogo británico Thomas Henry Huxley (1825-1895), quien en 1869 la usó para describir su filosofía personal que rechazaba el gnosticismo, y con ello no solamente a ese grupo de los primeros siglos del cristianismo, sino a todos los grupos que afirmaban poseer un conocimiento oculto o místico.

Thomas Huxley manifestó en su libro Aforismos y reflexiones que el principio del agnosticismo puede ser expresado positivamente: “En asuntos intelectuales, sigue tú la razón tan lejos como te lleve, sin importar ninguna otra consideración.”. Y negativamente así: “En asuntos intelectuales no pretendas que son ciertas las conclusiones que no han sido demostradas, o directamente no son demostrables”. El propio Huxley manifestaba que “el agnosticismo, de hecho, no es un credo sino un método; la esencia en que se sustenta la aplicación rigurosa de un solo principio”.

El agnóstico diferencia entre conocer y creer. Para él una persona religiosa se diferencia de una atea por el hecho de que la religiosa cree que Dios existe, y el ateo cree que Dios no existe. Pero para el agnóstico la existencia de Dios es totalmente desconocida.

Existen diversas variantes dentro del agnosticismo: Agnosticismo fuerte: Es una afirmación categórica sobre el conocimiento de entidades superiores, indicando que éstas no son cognoscibles y que los seres humanos no pueden probar su existencia, como tampoco su inexistencia. Lo resume en esta frase: “Desconozco sobre la existencia de Dios y es imposible llegar a conocerla”.

Agnosticismo débil: Se considera una opción personal que afirma no tener conocimiento sobre una entidad superior. Se resume en esta frase: “Desconozco sobre la existencia de Dios y la posibilidad de conocerla”.

Agnosticismo interesado: Es aquel que considera que el conocimiento de entidades superiores es relevante para el ser humano. Por lo general este interés se justifica argumentando la relevancia que tiene la existencia o inexistencia de Dios en el papel que desempeñan los seres humanos en este mundo. Podríamos resumir con esta frase su posición: “Desconozco sobre la existencia de Dios, pero sería interesante conocerla”.

Agnosticismo modelo: Indica que las preguntas filosóficas o metafísicas no son verificables de manera fehaciente, sino un modelo maleable de pensamiento que debe basarse en la racionalidad. Esta rama del agnosticismo no se enfoca en la existencia de entidades superiores.

De esta forma, el agnóstico no niega la existencia de Dios, pero insiste en que ésta no es demostrable o que no se ajusta a los supuestos establecidos en las diversas religiones oficiales, y que abandonará el agnosticismo cuando se le demuestre fehacientemente la existencia de Dios.

El listado de personas que se han identificado a sí mismas como agnósticas, expresando así su punto de vista de que no es cognoscible la existencia de Dios es considerable, pero citaremos a continuación por orden alfabético algunos de los nombres más conocidos:

Albert Camús (1913-1960): novelista, dramaturgo y filósofo francés.

Albert Einstein (1879-1955): físico alemán.

Arthur Conan Doyle (1859-1930): escritor británico.

Arthur Rubinstein (1887-1982): pianista polaco.

Bertrand Russell (1872-1970): filósofo y escritor británico.

Bill Gates (1955-…): empresario estadounidense.

Bob Hawke (1929-…): Primer Ministro de Australia.

Brad Pitt (1963-…): actor estadounidense.

Carl Sagan (1934-1996): astrónomo y escritor estadounidense.

Charles Darwin (1809-1882): biólogo inglés.

Denis Diderot (1713-1784): escritor y filósofo francés.

Fernando Sabater (1947-…): filósofo español.

François Mitterrand (1916-1996): Presidente francés.

Gustav Mahler (1860-1911): compositor bohemio-austríaco.

Jawaharlal Nehru (1889-1964): Primer Ministro de la India.

John Huston (1906-1987): cineasta estadounidense.

Jorge Luis Borges (1899-1986): escritor argentino.

José Luis Rodríguez-Zapatero (1960-…): Presidente del gobierno español.

José Miguel Insulza (1943-…): abogado chileno, Secretario General de la OEA.

Josep-Lluis Carod-Rovira (1952-…): político independentista catalán.

Julia Roberts (1967-…): actriz estadounidense.

Kurt Cobain (1967-1994): músico estadounidense.

Larry King (1933-…): escritor y periodista estadounidense.

Marie Curie (1867-1934): física y química polaca.

Mario Vargas Llosa (1936-…): escritor y político peruano.

Mark Twain (1835-1910): escritor y humorista estadounidense.

Max Aub (1903-1972): dramaturgo franco-mexicano.

Nikos Kazantzakis (1883-1976): escritor y filósofo griego.

Oscar de la Hoya (1973-…): boxeador mexicano-estadounidense.

Pío Baroja (1872-1956): escritor y novelista español.

Ricardo Lagos (1938-…): abogado y Presidente de Chile.

Robert Bolt (1924-1995): escritor y guionista británico.

Sean Penn (1960-…): actor estadounidense.

Stanley Kubrick (1928-1999): cineasta estadounidense.

Thomas Alba Edison (1847-1931): inventor estadounidense.

Woody Allen (1935-…): cineasta estadounidense.

SOTERIOLOGIA

Este término proviene del griego soterios, que significa salvación, y logos, que es trato o discusión. Por ello podemos definir la palabra soteriología como tratado de la salvación. En efecto, es la rama de la teología religiosa, en especial de la cristiana, que estudia la doctrina de la salvación, centrada en la persona y en la obra de Jesucristo, y de cómo se logra la salvación espiritual en Él.

Sin embargo en algunas iglesias y sectas se tienen diferentes conceptos derivados de la doctrina original, como es el caso de la predestinación y de la salvación únicamente por la fe, como proponen las iglesias protestantes.

En el judaísmo existe una similitud soteriológica con el catolicismo en cuanto a la salvación por medio de la observancia de los Mandamientos de la ley de Dios, y una vida moral y espiritualmente óptimas.

DEISMO

Es la enseñanza de que Dios existe y que ha creado el universo y todo lo que éste contiene, pero que dejó de estar involucrado en el Universo y en la vida de las personas después de crear el Universo.

Otra forma de ver el deísmo es diciendo que Dios creó el Universo con todo lo que contiene, pero permite que todo siga su curso natural sin ninguna intervención por su parte.

El deísmo también enseña que no existe ninguna clase de milagros y que la Biblia no es la Palabra inspirada por Dios. El deísmo está centrado en el ser humano debido a que no acepta la revelación de Dios o su voluntad divina, y también niega la persona de Cristo como único medio de redención.

FIDEISMO Y RACIONALISMO

En la teología cristiana fideísmo es cualquiera de los distintos sistemas de creencias que sostienen que la razón es irrelevante a la fe religiosa. Según algunas versiones del fideísmo, la razón es la antítesis de la fe, y de acuerdo a otras versiones la fe es anterior o va más allá de la razón, y por lo tanto ésta es incapaz de aprobarla o de desaprobarla. Más concretamente, el fideísmo es la doctrina por la que a Dios no se puede llegar por la razón, sino sólo por la fe. En un sentido más amplio, el fideísmo esencialmente enseña que los argumentos sobre la existencia de Dios son falaces e irrelevantes, y sólo es válida la fe.

Otras teologías rechazan fuertemente el fideísmo. El catecismo de la Iglesia Católica, mostrando un gran respeto por las enseñanzas de Santo Tomás de Aquino, afirma que la existencia de Dios puede, de hecho, ser demostrada por la razón. Igualmente así se manifestaba San Agustín de Hipona al indicar que el puesto de la razón es el de explicar la fe de una manera más completa. La fórmula de San Agustín era básicamente la de “Fides quarens intellectum”, o sea, “la fe buscando el entendimiento”. Y más exacto y concreto con su respuesta lo fue cuando le acusaron de falta de fe, y él dijo: “Yo tengo fe, pero cuando comprendo aquello en lo cual tengo fe, mi fe es doble”.

La postura oficial del catolicismo romano es la de que, mientras que la existencia de un único Dios puede ser demostrada por la razón, los hombres pueden llegar a los clamores de la razón que demuestran la existencia de Dios. El propio Pablo de Tarso manifestaba que “lo invisible de Dios, desde la creación del mundo, se deja ver a la inteligencia a través de sus obras: su poder eterno y su divinidad, de forma que son inexcusables” (Romanos 1:20).

De modo similar el Catecismo Católico en sus numerales 36 y 37, confirmado por el Papa Pío XII en su Encíclica Humani Generis (DS3875), nos indica:

(36) “La Santa Iglesia, nuestra madre, mantiene y enseña que Dios, principio y fin de todas las cosas, puede ser conocido con certeza mediante la luz natural de la razón humana a partir de las cosas creadas. Sin esta capacidad, el hombre no podría acoger la revelación de Dios. El hombre tiene esta capacidad porque ha sido creado a imagen de Dios”.

(37) “Sin embargo, en las condiciones históricas en que se encuentra, el hombre experimenta muchas dificultades para conocer a Dios con la sola luz de su razón: a pesar de que la razón humana, hablando simplemente, pueda verdaderamente, por sus fuerzas y su luz natural, llegar a un conocimiento verdadero y cierto de un Dios personal, que protege y gobierna el mundo por su providencia, así como de una ley natural puesta por el Creador en nuestras almas, sin embargo hay muchos obstáculos que impiden a esta misma razón usar eficazmente y con fruto su poder natural; porque las verdades que se refieren a Dios y a los hombres sobrepasan absolutamente el orden de las cosas sensibles, y cuando deben traducirse en actos y proyectarse en la vida, exigen que el hombre se entregue y renuncie a sí mismo. El espíritu humano, para adquirir semejantes verdades, padece dificultad por parte de los sentidos y de la imaginación, así como de los malos deseos nacidos del pecado original. De ahí procede que en semejantes materias, los hombres se persuadan fácilmente de la falsedad, o al menos, de la incertidumbre de las cosas que no quisieran que fuesen verdaderas”.

También el Papa Juan Pablo II en su Encíclica “Fides et Ratio” (Fe y Razón), afirma que la existencia de Dios es un hecho demostrable por la razón y alerta sobre el fideísmo en cuanto a la posibilidad misma de creer en la existencia de Dios.

Pero la verdad sobre la existencia de Dios no es una cuestión de la razón como fuente de conocimiento cierto en aquellas cuestiones que no son experimentables, ni tampoco es una cuestión de fe en el sentido propio de la palabra, en cuanto a aceptar algo que nos dicen con garantías de veracidad, porque cuando se sabe que algo es verdadero, no es necesario créelo por obligación, sino por convencimiento propio.

Tal vez la mejor manera de saber hasta dónde puede llegar la razón es siguiendo la famosa exhortación de Horacio, el conocido poeta lírico romano (65 a.C. al 8 a.C.), quien manifestaba: “¡Sapere aude!“, que significa “¡atrévete a saber!”. Decidámonos a pensar, a tener el valor de emplear la razón y a liberarnos de los prejuicios que desautorizan a la razón para alcanzar la verdad. Pero debemos ser conscientes de que la razón sola no basta para ver con claridad, ya que si no estamos dispuestos a reconocer la existencia de Dios, será muy difícil que lo encontremos. En efecto, en el acceso a la verdad sobre la existencia de Dios, las disposiciones de la voluntad son especialmente importantes porque se trata a la vez de una cuestión especulativa y práctica al mismo tiempo. El camino hacia la sabiduría no es un proceso exclusivamente intelectual, sino principalmente personal y moral, donde debemos aplicar toda nuestra mejor voluntad.

No debemos buscar a Dios solo con la razón, sino también con el corazón. Pero para que la voluntad mande al entendimiento a indagar sobre la verdad, es necesario que esté rectamente inclinada hacia el bien. Por esto San Agustín afirmaba que el principio de la sabiduría es la buena y recta voluntad. Y tanto más inclinada hacia el bien la voluntad estará cuanto más arraigadas estén en ella las virtudes.

CONCLUSION

Algunos cristianos toman una posición que parte de los mismo principios del agnosticismo. Como los agnósticos, creen que la existencia de Dios no se puede conocer por la razón, y que por ello la fe es irracional. Pero deciden dar un total salto en fe, lo cual es también irracional. Por esto mismo rechazan la apologética, o sea, el uso de argumentos razonables para explicar y defender la fe. Pretenden creer por la fe sola, sin ninguna asistencia de la razón. Para ellos la razón es más bien un obstáculo a la fe.

El Concilio Vaticano I (1869-1870) reafirmó la posición católica al afirmar que la existencia de Dios se puede conocer por el uso de la misma razón natural, la cual es un don natural de Dios, y por el cual Él nos ayuda a conocer su existencia. La búsqueda y el conocimiento de la existencia de Dios descubierta por la razón nos disponen a recibir la Revelación divina, necesaria para conocer la esencia de Dios.

 

“Si tú me dices: muéstrame a tu Dios, yo te diré a mi vez: muéstrame tú a tu hombre y yo te mostraré a mi Dios. Muéstrame, por tanto, si los ojos de tu mente ven y si oyen los oídos de tu corazón. Porque a Dios le ven los que son capaces de mirarle porque tienen abiertos los ojos del espíritu. Porque aunque todo el mundo tiene ojos, algunos los tienen oscurecidos y no ven la luz del sol. Y no porque los ciegos no vean ha de decirse que el sol ha dejado de lucir, sino que esto hay que atribuírselo a sí mismo y a sus propios ojos. De la misma manera tienes tú los ojos del alma oscurecidos a causa de tus pecados y malas acciones. El alma del hombre tiene que ser pura, como un espejo brillante. Cuando en el espejo se produce el orín, no se puede ver el rostro de la persona; de la misma manera, cuando el pecado está en el hombre, el hombre ya no puede contemplar a Dios”.

San Teófilo, Obispo de Antioquía (siglo II d.C.)