Sí señores, el papa que hace el noveno si cuentan Vds. desde el actual hacia atrás, anterior en consecuencia a Francisco, Benedicto XVI, Juan Pablo II, Juan Pablo I, Pablo VI, Juan XXIII, Pío XII y Pío XI.
Giacomo della Chiesa, premonitorio nombre que significa Santiago de la Iglesia, nace en Pegli (Génova) el 21 de noviembre de 1854 en una familia aristocrática, tercero como era de los cinco hijos del Marqués Giuseppe della Chiesa y de su esposa Giovanna, perteneciente a la familia de los Marqueses de Migliatori.
Estudia derecho y se doctora en derecho civil en 1875, realizando estudios teológicos en la Universidad Gregoriana, en Roma. Tras ordenarse con 24 años de edad en 1878, ingresa en la escuela diplomática del Vaticano, la llamada Accademia dei Nobili Ecclesiastici, donde se forjará el que probablmente será aspecto más importante de su personalidad, la diplomacia.
Enviado como nuncio a España, en nuestro país desempeñará un papel importantísimo en el arbitraje con la Prusia del Canciller Bismarck, que ambicionaba las españolas Islas Carolinas, en el Pacífico. La relación hispano-prusiana llegó a ser tan tensa y se estuvo tan cerca de la guerra, que el Gobierno español incluso preparó una flota al mando del Almirante Antequera, exministro de Marina. Finalmente, el arbitraje en el que tanto había trabajado Della Chiesa, firmado por el Papa León XIII en 1885, fue aceptado por Bismarck, aún a pesar de no serle excesivamente favorable, por lo que salvarle de toda una guerra -y no cualquier guerra sino una contra la principal potencia de la época- es, por lo menos, lo que a Benedicto XV le debe España.
De vuelta en Roma, en 1901 es nombrado Subsecretario de Estado, en 1907 Pío X lo nombra Arzobispo de Bolonia, y siete años después, el mismo Papa lo crea cardenal, como si estuviera nombrando en realidad a su sucesor, pues apenas tres meses después, el 3 de septiembre de 1914, Mons. della Chiesa era elegido para ocupar la silla de Pedro, pontificado que desempeñará como Benedicto XV.
Europa se debate en la más cruel de las guerras acontecidas hasta la fecha en su suelo (pinche aquí para conocer el ambiente en el que se desarrolla el pontificado del Papa della Chiesa). Una guerra que ocupará dos terceras partes del entero pontificado de Benedicto. El Papa declara la absoluta neutralidad de la Iglesia en el conflicto y trabaja en todo momento por lograr el fin de las hostilidades, realizando hasta nueve llamamientos a la paz y presentando su famoso plan de paz de 1917, no bien comprendido por todos. Trabaja también por conseguir la neutralidad de Italia, que sin embargo, entrará en guerra en 1915. Amén de ello, realiza una reconocida labor humanitaria entre los combatientes, y de protección a las minorías agredidas, en un trabajo que se puede considerar pionero junto al que ya desarrollaba la Cruz Roja.
Benedicto XV promulgará el Código de Derecho de Canónico de 1917, año en el que crea también la Congregación para las Iglesias Orientales. El Papa diplomático abre relaciones diplomáticas con Inglaterra y con Francia (1921); avanza en la reconciliación con Italia después de las guerras que suponen el fin de los Estados Pontificios (pinche aquí si desea conocer sobre el tema), una reconciliación que permitirá en 1929, ya bajo el pontificado de Pío XI, la firma de los Pactos de Letrán, que amén del mutuo reconocimiento internacional entre Santa Sede e Italia, marcan el definitivo status del estado del Vaticano como sujeto de derecho internacional, y pone los pilares del nuevo papel del pontificado en el mundo desde la posición de un soberano sin territorio (o con un territorio muy mermado) investido de una autoridad moral antes que territorial, económica o militar (las famosas divisiones del estado del Vaticano por los que se preguntaba en su día Stalin).
Publica varias encíclicas, entre las cuales la “Ad beatissimi” (1914) sobre el origen de los males que atenazaban al mundo; la “Maximum illud” (1919) sobre la actividad evangélica; la “Pacem Dei Munus” (1920) en la que alerta sobre el revanchismo de los vencedores que terminará convirtiéndose en germen de la Segunda Guerra Mundial, aún más cruel que la Primera; y la “Spiritus Paraclitus” (1920), sobre la Sagrada Escritura.
Benedicto XV vendrá a fallecer en el Vaticano el 22 de enero de 1922, cuando tiene sesenta y siete años de edad, después de un fructífero pontificado que habrá durado siete años, cuatro meses y diecinueve días.
Ochenta y tres años después, otro papa elegía llamarse, como él, Benedicto. La razón de su elección la expondrá en la audiencia general de 27 de abril de 2005, en la que explica:
“He querido llamarme Benedicto XVI por el Papa Benedicto XV, que guió la Iglesia en un período difícil a causa del primer conflicto mundial. Fue un profeta de paz valiente y auténtico, e hizo lo posible para evitar la guerra y limitar sus consecuencias nefastas. Como él, deseo poner mi ministerio al servicio de la reconciliación y armonía entre los hombres y los pueblos, con el profundo convencimiento de que el gran bien de la paz es sobre todo un don de Dios, frágil y precioso, que hemos de invocar, defender y construir entre todos”.
Y sin más por hoy, que pasen Vds. un feliz sábado y que como siempre, hagan Vds. mucho bien y no reciban menos. Si quieren, nos vemos por Radio María hoy mismo a las 15:00 hs., en “Con otros ojos”, con temas muy interesantes. Hasta mañana.
©L.A.
Si desea suscribirse a esta columna y recibirla en su correo cada día, o bien ponerse en contacto con su autor, puede hacerlo en encuerpoyalma@movistar.es. En Twitter @LuisAntequeraB
Otros artículos del autor relacionados con el tema
(haga click en el título si desea leerlos)
Cincuenta años hoy de la elección de Pablo VI
…Y por el Papa emérito Benedicto XVI
Del fin de los Estados Pontificios y del Papa-Rey, culminados tal día como hoy hace 143 años
Del curioso caso de Esteban II, papa electo pero no reinante
Del día en que Juan XXIII ¿excomulgó? a Fidel Castro, hace hoy 52 años