El 28 de agosto, la Iglesia recuerda a San Agustín de Hipona. Quienes tenemos la suerte de contar con la presencia de los Agustinos Recoletos en nuestra ciudad, sabemos lo que significa. La vida de Agustín es un ejemplo que nos muestra hasta dónde llega la misericordia de Dios y, al mismo tiempo, la búsqueda de la verdad por parte del ser humano que se atreve a hacerse preguntas. Misericordia, porque vivió muchos años en el desorden y búsqueda, porque a pesar de haber sido un rebelde que le sacó varias canas “verdes” a su mamá -Sta. Mónica- , supo aspirar a algo más. Todos tenemos la libertad de quitar a Dios de la jugada; sin embargo, tarde o temprano, el vacío aparece y, entonces, puede que haya algo o alguien que nos quite la venda de los ojos y podamos darnos cuenta que Jesús no vino para hacerla de aguafiestas, porque él lo que quiere es que seamos felices. Eso sí, a su manera, porque la libertad tampoco significa hacer lo que se nos ocurra, sino sabernos ajustar al proyecto de Dios, quien nos espera al más puro estilo de la “Parábola del hijo pródigo”. Así lo hizo con Agustín, mientras escuchaba las oraciones de su madre.