Entre el lunes 21 y el viernes 25 de julio, se celebró en Santiago de Chile el III Congreso Internacional del Catecumenado. Los dos primeros tuvieron lugar en Francia: el inaugural en Lyon en 1993, y el siguiente en París, en 2010. Se ha anunciado que el próximo, en 2018, se realizará en Madrid. El tema del presente congreso, organizado por la Universidad Católica de París y la Universidad Católica Silva Henríquez fue La iniciación cristiana en el cambio de época.
El catecumenado aun en la penumbra
Si el Congreso de París cuatro años atrás reunió cerca de 400 personas, llamó la atención que el de Santiago no alcanzara las 150. Hubo una ausencia notoria: la de los catequistas. Llamó la atención que no hubiera, por ejemplo, un solo asistente de Argentina, país vecino, y que tampoco hayan asistido catequistas del mismo país anfitrión. Si en París se dieron cita numerosos obispos y directores encargados de la catequesis, en Santiago prácticamente no había ninguno. Es como si no hubiera habido noticia de semejante acontecimiento en el ámbito pastoral de la Iglesia, un verdadero misterio… ¿Cuántos catequistas y responsables de catequesis, y líderes en general de la iglesia se hubieran beneficiado de tomar contacto con las renovadoras ideas del catecumenado? Hay que decir que el catecumenado es desconocido casi por completo en la realidad pastoral de los países de América del Sur, en las parroquias, en los miembros del clero, en la formación de los Seminarios, entre los mismos obispos...
¿Se practica realmente el catecumenado?
Más desconocidas aun que la teoría acerca del catecumenado son las prácticas catecumenales, es decir, las experiencias concretas, reales y tangibles que puedan existir. Precisamente, como conclusión del congreso, un miembro del equipo teológico dijo que se constató en las distintas conferencias presentadas que hay consenso acerca de los rasgos del cambio de época y de los desafíos que dicho cambio representa para la iniciación cristiana, como así también que hay claridad acerca de en qué consiste el catecumenado, y que se pudo advertir asimismo de que efectivamente el catecumenado es la respuesta adecuada a las exigencias de este tiempo, pero que la pregunta ahora es acerca del cómo, cómo elaborar itinerarios catecumenales, como implementarlos, cómo introducirlos en la pastoral ordinaria de la iglesia… Naturalmente, esta es la pregunta que los especialistas se hacían…, pero es necesario reiterar que la teoría catecumenal es al día de hoy desconocida e ignorada en las distintas esferas de la Iglesia.
Las conferencias de las mañanas
Durante las mañanas del congreso todos los asistentes pudimos presenciar importantes conferencias, algunas orientadas a esclarecer el cambio de época –en cuanto signo de los tiempos, o como desafío a la catequesis, o su impacto en la Iglesia-; otras, orientadas más bien al catecumenado, muchas de ellas informando acerca de su vitalidad en distintos países, regiones o continentes: en Francia, en Inglaterra y Gales, en Italia, en Rusia, en el Quebec, en América Latina, en Europa, en el África… Por las tardes los concurrentes podían asistir a talleres, en algunos de los cuales se presentaban experiencias reales –muy pocas-, o a los coloquios –presentación de algún tema con algún tipo de vinculación con la temática catecumenal. Había unas 20 propuestas… para un público muy exiguo, lo cual hizo que muchos responsables de estos talleres de la tarde se encontrasen con su salón vacío…, sin asistentes.
No he encontrado en internet, ya a un mes de concluido, ninguna información acerca de este encuentro internacional, así que pensé que sería bueno escribir algo, dar a conocer lo más importante que escuchó en esos días. Presento a continuación una síntesis de la conferencia de Philippe Marxer sj., Master en Teología, Director adjunto del servicio nacional de catequesis y del catecumenado de la Conferencia episcopal de Francia y responsable del acompañamiento de las prácticas catecumenales. El título de su conferencia fue el siguiente:
El catecumenado de adultos en Francia.
Una religiosidad sin Dios
Según Marxer la situación francesa es paradojal. Se ha abandonado un cristianismo “étnico” (un 56 % se dice católico, menos de un 5 % practica) –por nacer en suelo francés se era casi católico-, y se ha entrado en una sociedad, paradójicamente más religiosa, pero se trata de una religiosidad sin Dios. “Hemos dejado el catolicismo de masa para entrar en una sociedad multi-religiosa”, sostiene: la astrología, los horóscopos, la creencia en los extraterrestres, las cuestiones de la alimentación y la salud “que son, de alguna manera, las nuevas creencias”. Se trata de una sociedad saturada de sentido, se habla de todo, y por tanto no se habla de nada; un “mundo saturado de explicaciones, de teorías, de racionalidades” que no satisfacen a los catecúmenos que desean encontrar un sentido.
Las reglas del juego
Esto representa para Philippe Marxer tres grandes desafíos. a) En un mundo globalizado las personas buscan un espacio donde desarrollar su identidad. b) La gente de hoy gusta vivir en un mundo plural, no uniformado, en los distintos ámbitos: político, cultural, sindical, religioso… Esto propone una pregunta: ¿cuál es la Verdad? La consecuencia de un pluralismo así es el relativismo. c) Finalmente, en esta sociedad, cada cual prefiere imaginar su proyecto de vida y llevarlo adelante para realizarlo, “no hay más razones para aceptar una autoridad”. La Iglesia debe aceptar estas reglas de juego.
Los candidatos al catecumenado, los que golpean la puerta de la Iglesia, vienen de un mundo diverso y plural, de recorridos existenciales extremadamente variados, que demandan, hoy, acompañamientos diversos. El itinerario catecumenal deberá detectar el punto en que se encuentra cada persona, y la comunidad habrá de ofrecer un espacio de comunión en que todos los itinerarios propuestos concurran sin conflictividad y exclusión. ¿Será eso posible?
¿Por qué se acercan a la Iglesia?
En base a los testimonios –recogidos en este año- de los catecúmenos acerca de qué los ha atraído a la Iglesia Católica, el autor señala tres dinámicas de la cultura occidental a las que debe adaptarse el camino de fe propuesto por la Iglesia: 1) el deseo de llegar a ser lo que uno es: esto pertenece a la herencia humanista greco-latina; 2) la experiencia de la libertad: lo que uno es no está del todo dado, hay que conquistarlo, construirlo; 3) el encuentro con el otro: el otro no es, en primer lugar, una percepción, sino una interpelación, alguien que me llama a responder, a dar una respuesta. Este es el punto de partida de toda la experiencia ética.
Toda persona que reciba el llamado, la vocación cristiana, sentirá el deseo de ser plenamente ella misma, de buscar en libertad esta realización, y el encuentro con el otro. Las personas que se han acercado al catecumenado han dicho que los ha motivado algunas de las cosas siguientes: “entrar en una relación personal con Dios, la libertad que ofrece la Iglesia, sentir la alegría de ser cristiano, estar con otros, vivir la solidaridad, ser respetado, descubrir su unidad profunda, abrirse a un verdadero sentido de la vida, compartir el amor en confianza, el maravillarse de la belleza de la liturgia, etc.”
¿Quieres vivir conmigo?
¿En qué consiste la iniciación cristiana? ¿En qué consiste llegar a ser cristiano? Es escuchar y responder una pregunta que Dios hace cuando se lee y ora la Palabra de Dios: “¿quieres vivir conmigo?, ¿en comunión?, ¿en alianza?”. Es una respuesta a Dios y una respuesta de Dios. Además de ayudar a los catecúmenos a descubrir el sentido de sus vidas y la fraternidad que los recibe, es importante, en personas que desean construir sus vidas en libertad, proponerles un itinerario catecumenal que los ayude a escuchar sus conciencias, verdaderos santuarios según reconoce la Gaudium et Spes. Philippe Marxer señala que “todo itinerario catecumenal debe reconocer a esta instancia un lugar fundamental”, y “la conciencia tiene necesidad de ser despertada, educada, acompañada y valorada”. “La iniciación cristiana no podrá poner de lado, en su agenda de tareas, ese trabajo de despertar la conciencia”.
Por último, esta época reclama que el catecúmeno pueda vivir aquello que se le enseña. “¡Es por eso que las comunidades están llamadas a ser ejemplares!” Esta es una de las razones por las cuales, según el padre Marxer, el número de catecúmenos viene en aumento sostenido en Francia: que las comunidades están más vivas. “Las personas quieren darse cuenta de aquello que la fe realiza concretamente”.