Desde que el Sr. Obispo mártir, Beato Narciso de Estenaga, hiciera su entrada en la diócesis el día 12 de agosto de 1923 la actividad del nuevo Obispo se extendió a todos los campos: catequesis, círculos de estudio, seminario diocesano, “la niña de sus ojos”, fomento de vocaciones, publicista, conferenciante etc. Pero la Acción Católica, establecida en la diócesis por el Obispo Irastorza el año 1921, fue el apostolado mimado de D. Narciso, siendo numerosas sus intervenciones para revitalizarla organizarla y difundirla con la ayuda de D. Ángel Herrera Oria, Presidente Nacional, D. Pedro Cantero del Consejo Central de la Juventud Católica de España, el P. Enrique Herrera Oria, S. J (hermano de D. Ángel Herrera Oria) y María de Madariaga, Presidenta Nacional de las Organizaciones Católicas Juveniles femeninas.

El día 1º de marzo de 1934 se crea el Boletín oficial de la Acción Católica en el Obispado Priorato. Con una alocución del Prelado se inicia el Núm. 1: “propagad este Boletín, que avivará la centellita todavía encendida en muchas almas, donde al parecer no han quedado sino cenizas. Ya le veis, surge modesto, humilde, pequeñuelo. Su crecimiento y desarrollo ha de ser obra de todos y lo será. Para ello le declaramos con Nuestra autoridad órgano oficial de las actividades religiosas de la diócesis bajo el título de “Acción Católica”.

Por este medio, publicado quincenalmente, el Sr. Obispo con el seudónimo de “El ermitaño de Calatrava” instruirá a sus diocesanos y será un medio de intercomunicación entre todos los centros de Acción Católica de la diócesis. Unas veces será algo tan sencillo como responder a inquietudes planteadas por los militantes en el apostolado: ¿Selección? ¿Masa? Y responderá con espontaneidad y claridad: “Selección, pero actuando sobre la masa”; una felicitación de Navidad, pero siempre estimulando a una vida más fervorosa y apostólica: ¡ Adelante! ¡Adelante!; otras temas de organización, formación doctrinal: la Misa Dominical de las Juventudes y aspirantados de la Mancha, los círculos de estudio; Alocución pastoral con ocasión de la Cuaresma, temas Eucarísticos: Corpus; En torno a la Santísima Eucaristía; Cuerpo Místico: Jesucristo Padre y Cabeza.

El amor y devoción a la Cruz será tema frecuente en la predicación de D. Narciso: ¡Siempre la Cruz! ¡Siempre la Cruz!. Estas palabras subrayan los admirables párrafos del sermón pronunciado en la misa solemne en la primera semana del mes de noviembre del año 1934, que precedió a la bendición de las banderas de “Acción Social Católica” y Juventud Católica Femenina de Ciudad Real; una bellísima lección sobre la historia de la humanidad, que debe, dijo, “sus más grandes conquistas, bajo cualquier aspecto espiritual, social, nacional, artístico, a la Cruz de Cristo: sus brazos han ensanchado la tierra levantando sobre ella, a los pueblos grandes y gloriosos; cincelado los monumentos, que son orgullo de los mismos; forjado las joyas que guardan, tesoros cristalizados en reliquias; orlado de santidad o de laureles las frentes de sus hijos; levantado a los caídos hasta el trono de Dios...” ¡SIEMPRE LA CRUZ! Fomenta entre sus diocesanos y de un modo particular en los sacerdotes y la Acción Católica el espíritu reparador en tiempos especialmente “recios” y de persecución a la Iglesia con la aprobación e implantación de leyes anticristianas dictadas por el gobierno de la República, y que se recrudecen en el año 1936: “Su Excelencia Rvdma. Nuestro Prelado, ha dispuesto que la S. Comunión, que según Reglamento celebran mensualmente todas las instituciones Diocesanas de Acción Católica, incluyendo Benjaminatos y Aspirantados, sea aplicada la del mes próximo de febrero por la Madre Patria – España – pidiendo a Dios que la defienda y proteja de sus peores enemigos; que sean abolidas las leyes ateas y perseguidoras de la Santa Iglesia; que vuelva el Santo Crucifijo a las Escuelas Nacionales, se enseñe en ellas el Catecismo, etc. etc. Las Directivas invitarán a las asociaciones religiosas, para que concurran a la S. Comunión. Al celo piadoso de las mismas Directivas se encomienda organizar de acuerdo con los Rvdos. Sres. Curas y Consiliarios otros actos religiosos con iguales fines. ¡ORACIONES! ¡ORACIONES!”.

Fomentó la práctica de los Ejercicios Espirituales entre sacerdotes y seglares de la diócesis, haciéndose presente en significadas tandas predicando alguna meditación o plática y celebrando la Santa Misa de Clausura. En el Seminario Conciliar de Ciudad Real, generosamente cedido para este fin por el Sr. Obispo Prior, se celebró en régimen de internado y externado la última tanda de Ejercicios Espirituales durante los días 21 al 27 del mes de junio de 1936, cercana la persecución religiosa en Ciudad Real. La Dirección estuvo a cargo del Rvdo. P. Jesuita Luís Herrera Oria. D. Narciso dirigió la última plática de los Ejercicios. En ella habló del espíritu de apostolado, que los asistentes debían sacar como fruto de los Ejercicios, fundado en la participación en el Cuerpo Místico, que forma la Iglesia con Jesucristo su cabeza; participación tan íntima y misteriosa que según San Pablo somos “carne de su carne y hueso de sus huesos”. Terminó exhortando a todos a intensificar el espíritu de piedad. Aún quiso el Sr. Obispo celebrar la Santa Misa y en el momento de la comunión exhortó a “frecuentar la Eucaristía para encontrar en ella la Paz de Cristo, esa Paz que tanta falta nos hace en estas circunstancias “.

Después de la Santa Misa, presididos por el Sr. Obispo se cambiaron impresiones sobre la marcha de las obras y asociaciones católicas, de las que había allí representantes. D. Narciso a todos exhortaba a la conversión y a vivir la “unidad de vida” y fidelidad:

“¡Cuantos honrados y buenos viven lejos de la vida cristiana! Buenos para todos, menos para sí mismos. Aquí recibirán toda su merced y premio. Para el más allá de la tumba no adquieren nada. Solícitos por los demás, por los bienes tangibles, que los perderán, su único negocio, su alma completamente abandonada, de espaldas a Dios, siempre, menos en el momento en que con Él se enfrenten, en el crepúsculo terrible del anochecer que no amanecerá, en la angustiosa agonía, en la hora del poder de la inexorable, de la sin entrañas, de la avasalladora muerte. ¿Qué responderéis entonces vosotros a Dios, al que no acompañará ya la blanda misericordia, sino la rigurosa justicia? Escucha como escritas para ti, lector distraído, estas pavorosas palabras del Soberano Señor consignadas en la Santa Escritura: “Te llamé y me desdeñaste, te alargué mis brazos y me rechazaste y aún de mí te mofaste. Yo también me reiré de ti en el día de la destrucción y ruina”.

El 12 de abril de 1934 dirige una Instrucción Pastoral a toda la diócesis aplicando en ésta las Bases de Acción Católica redactadas por los Excelentísimos y Reverendísimos Metropolitanos españoles. También, en cuanto a la Acción Católica, unas breves, pero significativas y cariñosas palabras del beato mártir de Dios expresan el pensamiento de D. Narciso sobre la Acción Católica. Se trata de una carta, fechada el 1º de marzo de 1933, con el nombramiento para Consiliario de la misma a favor de D. Antonio Martínez Jiménez, párroco que fuera primero de Santa María y posteriormente de Santa Quiteria de Alcázar de San Juan, hasta el martirio 22 de julio de 1936.

...desde que tuve las buenas noticias del valeroso ánimo con que se aprestaron Uds. a la constitución de la Juventud Católica en esa población, los llevo en mi corazón y ansiaba noticias, que me he procurado por varios conductos. Más han culminado mi satisfacción y mis esperanzas con la propuesta de Consiliario, y con estas letras va el oficio de nombramiento y en unas líneas dirigidas a don Antonio le encargo que “atienda esto en la mayor solicitud y cariño (todo será poco), pues la considero como obra de la mayor importancia”. Así, pues mi enhorabuena más cálida y entusiasta para todos los jóvenes y ¡Adelante!.

Y, añade, el Prelado: La experiencia y el cariñoso afecto hacia la obra no me permiten acabar sin darles antes algún consejo. Sea el primero que no se mezcle la política para nada y bajo ningún pretexto con la actuación de la juventud, amplio campo donde tienen cabida sean quienes fueren, con tal que profesen la misma fe cristiana y tengan los mismos anhelos de cristianizar las muchedumbres, esperando por saber dar razón de su fe, (instrucción más completa religiosa de los propios miembros, sentimientos y conciencia más limpios, más pura) y preparándose para llevar la luz a tantas inteligencias obscurecidas o equivocadas y al amor de hermanos a tantos corazones desabridos y aun llenos de ira y rencor. Que procuren atraerse en plan de cariño y camaradería, no de superioridad, a los jóvenes del campo, taller etc., que sean buenos, donde ellos se sientan a gusto y no tratados con despego o frialdad. Si son pocos, lo mismo que si son muchos, esto es importantísimo. No digan despectivamente que J.C., es cosa de señoritas. Igualmente que no les arredren las dificultades, que las tendrán y no pequeñas, pero no hay nada que venza a una voluntad fuerte guiada y ayudada por Dios. El Señor a veces parece que nos abandona. Es que quiere probar los quilates del oro de nuestra fidelidad, si es de baja ley o de muy subida. Pero no tengan desconfianza, y caminen ganando de uno en uno, que el secreto del éxito es el trabajo sin arrebato de grandes conquistas y resonantes triunfos y sin el desfallecimiento que nace de voluntades poco perseverantes... “.

(Mártires de Ciudad Real. El Obispo Narciso de Estenaga y diez diocesanos mártires. Francisco del Campo Real. EDIBESA. Madrid, 2007, páginas 54-61).

DON EMILIO BENÍTEZ Y GUTIÉRREZ, CONSILIARIO DE LA ACCIÓN CATOLICA EN MALAGÓN

Nacido en La Solana el 5 de marzo de 1910 y educado por  su tío sacerdote don Vicente Benítez  García, párroco en La Solana (Ciudad Real), a la temprana edad de diez años ingresó en el Seminario de Madrid, pasando después al de Toledo y  Ciudad Real donde completa su formación sacerdotal y recibió las Órdenes Sagradas.

A la edad de 23 años  celebró su primera  Misa solemne el 20 de diciembre de 1933 en la Parroquia del Santo Cristo de Valdepeñas regentada por su tío don Vicente Benítez que había permutado dicha parroquia por la de La Solana con don Aníbal Carranza Ortiz.

A pesar de la influencia del anciano y veterano  tío sacerdote no pudo retenerlo a su lado y el jovencísimo sacerdote fue enviado por el Sr. Obispo D. Narciso de Estenaga de coadjutor a la Parroquia de Santa María Magdalena de Malagón donde ejerció el ministerio sacerdotal al lado de ejemplares sacerdotes, don Domingo Chacón Bellón, párroco y don  Cesar Arriaza Almansa, coadjutor. 

Don Emilio trabajó bien con los benjamines y juventud  de Acción Católica, como se puede apreciar en la fotografía de la época, al lado del virtuoso párroco don Domingo Chacón. El final de su vida lo describe el Dr.  Jiménez Manzanares en el Martirologio Diocesano:

Sobrecogido por la explosión revolucionaria del 18 de julio del 1936 en Malagón, una de cuyas Coadjutorías desempeñaba desde el comienzo de  su sacerdocio, hubo de hacer lo que tantos otros: vestir mono, colgarse una pistola, escudarse con un carnet izquierdista…Acaso en el aturdimiento de sus veintiséis años llegase a pronunciar, de labios para afuera, algunas palabras inconvenientes y anfibológicas. Todos supimos por entonces de lo que es capaz  el pánico…”.

 Aconsejado por don Julio de la Cruz, alcalde de Malagón, compañero al fin como sacerdote aunque secularizado y retirado del ministerio sacerdotal, el joven sacerdote Emilio, enrolado en una columna de milicianos, llegó a Madrid. Y es el mismo Dr.  Jiménez Manzanares quien dejó escrito el final de la vida de don Emilio:

Parece que fue un Valdepeñero, indigno de su hidalgo pueblo, quien lo delató por ser Cura, al reconocerle, pasando en seguida preso a la Checa de Porlier, donde según referencias de otro presbítero de Palencia, sobreviviente, actuó como sacerdote digno y celoso, exhortando y absolviendo ambos a sus compañeros de prisión  en los momentos angustiosos del peligro.

Don Emilio Benítez fue incluido, según el testimonio de ese mismo sacerdote palentino, en una expedición de trescientos que fueron muertos en Canillejas. Su alma, bien lavada con las hirvientes ondas de su propia sangre y de su martirio, goza sin duda del premio eterno de la Gloria”.

(Testigo de la fe para el tercer milenio. El Beato Pedro Buitrago Morales, Mártir de Cristo. Francisco del Campo Real. Editorial Cueva de Montesinos, S. L. 2012, págs. 131-132).

FRANCISCO DEL CAMPO REAL