Cristo nos llamó a proclamar el Evangelio por todo el mundo, pero nosotros no terminamos de entender qué debemos hacer.
Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado. Y estas señales seguirán a los que creen: En mi Nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán. (Mc 16: 15-18)
Quien lleva el Evangelio en su interior puede echar el mal en Nombre de Cristo, hablar de forma que todos le entiendan, dominar el peligro, no sucumbir a las malas lenguas. Además, su presencia y palabras sanarán las almas maltratadas por quienes odian la Verdad. Como evangelizador tenemos un ejemplo claro en Juan el Bautista. Juan el Bautista que no era un “intelectual”, ni lo necesitaba. Señalar a Cristo necesita de Fe, Esperanza y Caridad. No se necesitan podiums en los medios de comunicación o tribunas académicas. Juan el Bautista predicaba en el desierto. ¿No es esto un terrible contrasentido frente a la mercadotecnia que nos golpea constantemente? Juan esperaba en el yermo a quienes buscaban la Palabra que llena de Esperanza. Quien se acercaba a Juan se había tomado el trabajo de ir donde nadie vivía y donde todo lo material escaseaba.
Juan, pues, es llamado Ángel,... por la dignidad del oficio, puesto que en griego se dice ángel y en latín mensajero, con cuyo nombre pudo llamarse muy acertadamente el hombre que fue enviado por Dios para que diese testimonio cierto de la luz ( Jn 1), y anunciase que el Señor había de venir en carne mortal al mundo...". (Beda el Venerable. Catena Aurea Mc 1, 2-3)
Actualmente pensamos que sólo los shows pueden atraer a las personas a Cristo y no dejamos de montar eventos mediáticos para que las multitudes miren. Intentamos reclamar un segundo de atención a quienes viven con su atención dividida en millones de cosas materiales. Como es lógico y evidente, los shows mediáticos no dan resultado. La publicidad actual se basa en crear deseos y necesidades placenteras y valoradas socialmente. ¿Negarse a sí mismo, tomar la Cruz y seguir los pasos de Cristo es algo placentero o valorado socialmente? La respuesta es no. En la parábola del Banquete de Bodas, queda claro que “...muchos son llamados, pero pocos son escogidos” (Mt 22:14) que es justo lo que hacía Juan el Bautista. Él no llamaba a nadie. Simplemente proclamaba que el Logos de Dios estaba cerca y que su Reino se haría presente en el interior de cada uno de quienes lo acogieran.
El evangelizador tiene una misión muy parecida a la de Juan: ir al mundo y proclamar que Cristo ha venido y que en Él todo y todos tenemos sentido. Sin quien es Camino, Verdad y Vida, nada podemos. ¿Dónde iremos sin Cristo? Sólo Él tiene Palabras de vida eterna. Si Él no nos llama a bajarnos del Sicomoro para comer con nosotros ¿Quién nos señalará el modo de vivir cada segundo de nuestra existencia?. Si no llamamos a Cristo diciendo: “Jesús, Hijo de David, ten piedad de mí” ¿Quién curará nuestra ceguera? Si Cristo no llora y clama al Padre ante nuestra carne mortal ¿Cómo podremos resucitar? Todo esto sólo puede ser proclamado a quien tiene oídos para escuchar. Aquellos que, con el corazón limpio, pueden ver a Dios.
Porque a cualquiera que tiene, se le dará más, y tendrá en abundancia; pero a cualquiera que no tiene, aun lo que tiene se le quitará. Por eso les hablo en parábolas; porque viendo no ven, y oyendo no oyen ni entienden. Y en ellos se cumple la profecía de Isaías que dice: al oir oireis, y no entenderéis; y viendo veréis, y no percibimos; porque el corazón de este pueblo se ha vuelto insensible y con dificultad oyen con sus oídos; y sus ojos han cerrado, no sea que vean con los ojos, y oigan con los oídos, y entiendan con el corazón, y se conviertan, y yo los sane. Pero dichosos vuestros ojos, porque ven, y vuestros oídos, porque oyen. Porque en verdad os digo que muchos profetas y justos desearon ver lo que vosotros veis, y no lo vieron; y oír lo que vosotros oís, y no lo oyeron. (Mt 13, 11-17)
Estas palabras de Cristo suenan muy duras para el ser humano postmoderno que vive en una sociedad líquida llena de simulacros y utilizando la post verdad para no comprometerse con la Verdad. ¿Estamos dispuestos a ir al desierto a escuchar a Juan el Bautista? Si no estamos dispuestos a dejar todo, la Navidad serán unos días de descanso y poco más.